¿Son suficientes los compromisos climáticos para garantizar una buena calidad de aire y así prevenir muertes prematuras y enfermedades cardiacas o respiratorias? En América Latina, Colombia se acerca a esa concatenación de esfuerzos mientras que Argentina y Brasil están muy lejos de ello.
Así lo reveló la Tarjeta de Puntuación de Aire Limpio y NDC 2023, una iniciativa de la Alianza Global para el Clima y la Salud (GCHA, por sus siglas en inglés). El análisis busca evaluar la integración de consideraciones de calidad del aire en las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés), las cuales agrupan las metas de reducción de emisiones propuestas por cada nación ante el Acuerdo de París.
En este sentido, GCHA analizó las metas climáticas de 169 países y la Unión Europea. Lo hicieron en función de cinco categorías: impactos en la salud, contaminación atmosférica, sectores fuente, economía y finanzas. Se asignaron tres puntos a cada categoría, con una puntuación total posible de 15 puntos.
Ninguno de los países logró esos 15 puntos. Los que llegaron más alto en el listado, apenas alcanzaron 12 puntos. Colombia está a la cabeza en cuanto a la inclusión de la calidad del aire en sus planes climáticos, seguido de Mali. Y en tercer lugar está Chile con 10 puntos.
En el otro extremo, y acompañando a los otros países del G20, se encuentran México con cinco puntos así como Argentina y Brasil con dos puntos.
“Como principales contaminadores mundiales, es crucial que los países del G20 incluyan consideraciones sobre la calidad del aire en sus NDC; pero ningún gobierno del G20 obtiene ni siquiera media puntuación, lo que indica una falta de reconocimiento de los vínculos entre el clima y la calidad del aire o de ambición para tomar medidas”, comentó Jess Beagley, responsable de políticas de GCHA.
El resto de Latinoamérica se ubica en un rango entre uno y ocho puntos. Con los puntajes más bajos están Belice y Cuba (con apenas un punto), mientras que con dos puntos se ubican Antigua y Barbuda, Barbados, Costa Rica, Dominica, Ecuador, Guayana, San Kitts y Nevis, Santa Lucía, San Vincent y las Granadinas así como Uruguay.
Con tres puntos están Bolivia, Guatemala, Nicaragua, Paraguay y Perú; mientras que con cuatro puntos se encuentran Jamaica y Trinidad y Tobago.
República Dominicana obtuvo cinco puntos al igual que Venezuela. Panamá, por su parte, tuvo seis puntos. Por último, la calificación de El Salvador y Honduras fue de ocho puntos.
Oportunidad
Al no concatenar esfuerzos entre políticas climáticas y sanitarias, los países están dejando pasar una oportunidad para mejorar sus indicadores de salud a la vez que cumplen con sus compromisos ante el Acuerdo de París.
¿La razón? Tanto la contaminación del aire como el calentamiento global comparten raíz: la quema de combustibles fósiles con fines energéticos, ya sea para electricidad o transporte.
“Los combustibles fósiles no sólo son los principales causantes del cambio climático, sino que también provocan millones de muertes al año por contaminación atmosférica”, señaló Beagley, quien añadió que los resultados de la Tarjeta de Puntuación de Aire Limpio y NDC 2023 “sólo confirman el coste humano de retrasar la inevitable eliminación progresiva de los combustibles fósiles”.
Si bien las actas de defunción de los más de cuatro millones de personas que mueren prematuramente cada año en el mundo, señalan la cardiopatía isquémica, el accidente cerebrovascular, el cáncer de pulmón, el asma o la neumonía como causas del fallecimiento, lo cierto es que estas enfermedades son apenas el último eslabón de una cadena que tiene a la contaminación del aire como detonador.
La contaminación del aire aumenta el riesgo de enfermedades respiratorias, accidentes cardiovasculares, diabetes y cáncer; es más, sus efectos son comparables a los del tabaco y el alcohol.
La quema de combustibles fósiles genera dos tipos de partículas que desmejoran la calidad del aire. La primera es la PM10 que tienen un tamaño que varía entre 2,6 y 10 micrómetros por metro cúbico (un micrómetro es una milésima parte de un milímetro). Cuando la persona respira, estas partículas ingresan por la nariz y boca, alojándose en el tórax y causando afecciones respiratorias como asma, alergias y bronquitis, entre otras.
El segundo tipo de partículas es la PM2,5. Estas tienen un tamaño menor a los 2,5 micrómetros por metro cúbico y eso las hace más peligrosas porque son capaces de llegar hasta los alvéolos, las terminales del árbol bronquial donde ocurre el intercambio de oxígeno entre el sistema respiratorio y la sangre.
Según datos del informe The Lancet Countdown Suramérica 2022, la exposición a PM2,5 causó 37.000 muertes en la región en 2020. Los países sudamericanos con la mayor tasa de mortalidad atribuible a esta causa son Chile y Perú, con 230 y 176 muertes por millón.
La descarbonización del transporte terrestre y la transición a sistemas de transporte activo o transporte público inclusivo, por ejemplo, podrían derivar en co-beneficios para la salud, ya que podrían estarse evitando 10.100 muertes atribuibles a la exposición a PM2.5 procedentes de este sector, según The Lancet Countdown Suramérica.
En 2018, el informe Climate Opportunity: More Jobs, Better Health, Liveable Cities ya había hecho las matemáticas en cuanto a los co-beneficios. En América Latina, si tan sólo se hicieran mejoras en las redes de autobuses para tener, así, un transporte público más eficiente y bajo en emisiones, se lograría reducir 110 megatoneladas de carbono equivalente (MtCO2e) en el 2030.
Además, esas mejoras en transporte público podrían prevenir 22.500 muertes anuales a causa de enfermedades causadas por la exposición a aire contaminado y 20.000 muertes anuales debido a accidentes de tránsito.
Para Stella Hartinger, autora principal de The Lancet Countdown Suramérica y profesora asociada de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, el transporte no es el único punto a tomar en cuenta en América Latina y el Caribe.
La afectación a la salud debido a la contaminación del aire también se enraíza en la desigualdad. Ejemplo de ello es que el 23% de la población rural en Sudamérica sigue dependiendo de combustibles de biomasa para cocinar, exponiéndose a altos niveles de contaminantes atmosféricos dentro de sus hogares. “Pero, además, cuando hacen la transición -por una cuestión de precio y acceso- prefieren las cocinas de gas, que sigue siendo una fuente fósil”, alertó Hartinger.
“¿Quiénes son las más expuestas? Las mujeres y los niños. Ahí es cuando vemos que las políticas deben centrarse en los más vulnerables y ser interseccionales”, continuó.
COP28: sector salud aboga por salida de combustibles fósiles
La 28va Conferencia del Clima, COP28, que actualmente se realiza en la ciudad de Dubái (Emiratos Árabes Unidos, está promoviendo por primera vez un Día de la Salud, que este año se celebró el 3 de diciembre.
Aunque agradecen el gesto, los profesionales de la salud no dejan de ser críticos y aprovechan la exposición pública para abogar por la salida de los combustibles fósiles.
“No basta con que las cumbres sobre el clima simplemente reconozcan el impacto del cambio climático en nuestra salud. Para que la COP28 pase a la historia como la primera 'COP de la Salud', la conferencia debe abordar la fuente principal de la crisis climática: la continua extracción y uso de combustibles fósiles, incluidos el carbón, el petróleo y el gas”, dijo Jeni Miller, directora ejecutiva de GCHA.
Y continuó: “Es por eso que los profesionales de la salud están pidiendo a los ministros que se unan a nosotros para abordar un factor clave del calentamiento global, exigiendo la eliminación total de los combustibles fósiles como imperativo de salud pública. Debemos evitar el absurdo de que las cumbres sobre el clima se conviertan en una feria de la industria de los combustibles fósiles, lo que sería una burla de la razón misma por la que nos reunimos en las cumbres climáticas y del trabajo de quienes luchan por un mundo mejor”.
En la antesala del Día de la Salud, 123 gobiernos dieron su respaldo a la Declaración de la COP28 sobre Clima y Salud que incluye temas como mejoras al monitoreo de indicadores de salud -entre ellos, calidad de aire-, financiamiento así como diseño e implementación de políticas que maximicen los beneficios para la salud de las medidas de mitigación y adaptación, entre otros.
Sólo se omitió un tema. En esta declaración, precisamente, los países evitaron mencionar a los combustibles fósiles.
Este artículo es parte de COMUNIDAD PLANETA, un proyecto periodístico liderado por Periodistas por el Planeta (PxP) en América Latina. Fue producido en el marco de la iniciativa "Comunidad Planeta en la COP28".