La comunidad internacional aprobó este viernes una agenda de trabajo contra el cambio climático y exhortó al presidente electo Donald Trump a no romper los compromisos de Estados Unidos en esa lucha, al término de una conferencia de la ONU.
Los negociadores mantuvieron el suspenso hasta la noche en Marrakech, pero el espíritu del histórico Acuerdo de París contra el calentamiento del planeta firmado el año pasado se mantuvo, coincidieron los participantes y observadores.
"Ustedes han sabido proclamar que no solamente el Acuerdo de París era irreversible, sino que ya está en marcha y que su aplicación va a acelerarse", declaró el presidente de las negociaciones, el canciller marroquí Salaheddine Mezouar.
Trump, un populista que ha convulsionado el escenario político mundial, considera el cambio climático una "patraña" y no descarta sacar a su país del Acuerdo de París.
Los negociadores prefirieron apelar al "máximo compromiso político" en esa difícil lucha, que requerirá inversiones gigantescas.
Mezouar se refirió al "pragmatismo" de Trump, un exitoso hombre de negocios.
"Nosotros continuamos nuestro camino, no tenemos ninguna duda sobre el espíritu de pragmatismo del presidente Donald Trump" y su "sentido del compromiso", dijo.
Pero lo que está en juego es también una cuestión de "dignidad de millones de personas" amenazadas por el calentamiento del planeta, advirtió.
Más dramático fue el llamado del primer ministro de Fiyi, cuyas islas están directamente amenazadas por el aumento del nivel del Océano Pacífico.
"De la misma manera que apelamos a Estados Unidos durante los oscuros días de la II Guerra Mundial... le digo al pueblo estadounidense: 'es tiempo ahora de ayudarnos a salvarnos'", dijo el primer ministro, Frank Bainimarama, entre los aplausos de los asistentes.
Fiyi, un país de pocos recursos logísticos, presidirá la conferencia del clima de la ONU el año que viene, aunque se celebrará en la sede permanente, en Bonn (Alemania).
Ritmo negociador lento
Hace un año la comunidad internacional aprobó en París la declaración más firme alcanzada hasta ahora contra el cambio climático, y en esta Conferencia de Marrakech empezaron las complejas negociaciones para implementarla.
Ese acuerdo de París, que fuerza a las naciones a monitorear mutuamente sus esfuerzos contra el cambio climático, necesitó más de una década de negociaciones, y ahora empieza la cuenta atrás para desarrollar su contenido, de cara a 2020, cuando entrará en vigor.
Las discusiones en los próximos años se dividen en numerosos capítulos, principalmente financiación, transparencia (control mutuo) y transferencia de tecnología.
El ritmo negociador es lento y abierto en todos los frentes, como ha sucedido habitualmente en las grandes citas de la ONU sobre el clima. Nada está cerrado hasta que todo está acordado, reiteran negociadores y las organizaciones no gubernamentales.
"Nadie quería ir al enfrentamiento aquí, los debates han sido constructivos pero también algo caóticos y queda mucho por hacer" explicó a la AFP una fuente europea bajo anonimato.
"Tras una ciclo de negociaciones largo y difícil (...) no se podía esperar grandes resultados concretos aquí", reconoció a la AFP la ex secretaria de Medio Ambiente española, Teresa Ribera, directora del centro de análisis Iddri.
"Si los gobiernos son serios sobre los objetivos de París, deberán acudir bien preparados en 2017 y 2018 para revisar su progreso, incrementar la ambición y ampliar los fondos", reaccionó la alianza de organizaciones ecologistas Climate Action Network.
En el capítulo de financiación, los países desarrollados se habían comprometido a desembolsar 100.000 millones de dólares anualmente a partir de 2020.
Los países en desarrollo y en especial los más atrasados piden que esas ayudas se concreten en la adaptación al cambio climático, lo que significa infraestructuras, como diques o canales para luchar contra las inundaciones, o planes de desarrollo agrícola contra las sequías.
Los países ricos siguen planteando que también hay que destinar fondos a lo que se denomina mitigación, es decir, a la progresiva extinción de los focos emisores de gases de efecto invernadero, como las centrales de carbón.
En cuanto a la transparencia, los países debaten la conveniencia de crear una plataforma que recoja periódicamente las acciones de lucha contra el cambio climático de cada país.
Según el Acuerdo de París, los países deben presentar sus avances medioambientales cada cinco años, a partir de 2018 de forma voluntaria o 2020 de manera obligatoria. Pero antes hay que ponerse de acuerdo sobre los criterios científicos universales.
Antes de la conferencia de París de 2015 un número récord de países anunció por primera vez en la historia sus compromisos de reducción de gases de efecto invernadero hacia el horizonte 2030.
Pero la forma de contabilizar esas emisiones difiere de unas regiones a otras, o incluso entre países vecinos.