Mientras el país lidia con la emergencia sanitaria provocada por la pandemia de COVID-19, los casos de dengue repuntaron en el primer trimestre del año.
Al 28 de marzo, el Ministerio de Salud reportó 1.760 casos de dengue, es decir, 1.218 casos más de los registrados en el mismo período en el 2019, cuando solo se dieron 542. Las regiones más afectados son Huetar Caribe donde se presentaron 590 casos y Central Norte con 241 casos.
“Estamos en un momento difícil donde el país enfrenta el COVID-19, pero lamentablemente las demás enfermedades continúan su ciclo. Es por esto que hacemos un llamado a la población para que nos ayuden a eliminar criaderos en sus casas”, manifestó Rodrigo Marín, director de Vigilancia de la Salud, en un comunicado de prensa.
Al igual que COVID-19, el dengue es una enfermedad causada por un virus. En específico, se trata de un virus del género Flavivirus que posee cuatro especies, también conocidas como serotipos en jerga epidemiológica, que son: DEN-1, DEN-2, DEN-3 y DEN-4. En Costa Rica solo se reporta circulación de DEN-1 y DEN-2.
“La inmunidad inducida por un serotipo es poco protectora contra otro serotipo, mientras que es permanente para el serotipo que causó la infección”, explicó la epidemióloga María Luisa Ávila Agüero, en un artículo de su autoría publicado en la Revista Médica del Hospital Nacional de Niños (2004). Esa es la razón detrás de que una persona que padeció dengue clásico, luego pueda infectarse con dengue hemorrágico.
Contrario a COVID-19, que se transmite por gotículas respiratorias, el dengue se contagia mediante la picadura del mosquito Aedes aegypti.
“Aedes aegypti es un vector muy eficiente, con alta capacidad adaptativa”, explicó Ávila y agregó: “el rápido crecimiento en las poblaciones urbanas trae un mayor número de personas en contacto con el mosquito vector, mientras que los malos servicios de saneamiento en muchos centros urbanos, la falta de recursos adecuados para el almacenamiento de agua y el desecho de basura proveen más oportunidades para la propagación del mosquito”.
Las hembras del mosquito requieren de agua estancada para reproducirse y, por esa razón, el inicio de la estación lluviosa suele venir con un repunte en el número de casos. Por ello, el Ministerio de Salud insiste en la eliminación de criaderos.
“Temperaturas más elevadas favorecen la reproducción de los vectores y reducen el periodo de maduración de los microorganismos patógenos en su interior”, señaló la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su informe Cambio Climático y Salud Humana: riesgos y respuestas.
Según este organismo de Naciones Unidas, se calcula que 3.900 millones de personas de 128 países están en riesgo de infección por dengue.
Desde 2019, América Latina viene presentando un incremento en los casos. El año pasado se reportaron 3.139 millones de casos positivos y 1.538 muertes, según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Costa Rica no es ajena a esta realidad. De hecho, los casos del 2019 aumentaron un 160% con respecto a 2018.“Centroamérica sufre un pico importante de casos de dengue, y nuestro país no se queda atrás. Honduras, El Salvador y Guatemala son los países que más reportan casos”, dijo Marín.
El primer brote de una enfermedad similar a dengue clásico en América Latina y el Caribe, ocurrió en las Guyanas Francesas en 1635 y en Panamá en 1699.
A partir de 1980, cada nuevo decenio ha sido más cálido que todos los anteriores desde 1850.
Cambio climático
El dengue solía distribuirse desde México hasta Paraguay y el norte de Chile, en un rango altitudinal que no superaba los 2.200 metros sobre el nivel del mar. Según OPS, en 2019, el único país de América Latina que no reportó casos fue Uruguay.
Según OMS, desde 1950, vienen presentándose condiciones favorecidas por el incremento de la temperatura que han propiciado la ampliación del rango de distribución del mosquito Aedes aegypti y, con él, la dispersión de la enfermedad.
Entre 1970 y 1995, según OMS, el número anual de epidemias de dengue se correlacionó positivamente con condiciones de mayor calor y humedad.
De hecho, y según el informe The Lancet Countdown of Health and Climate Change del 2017, se observó un aumento del 9,4% de la capacidad vectorial del mosquito desde 1950.
“La tendencia a un clima propicio para la transmisión de esta enfermedad es especialmente preocupante: desde el año 2000 se han dado nueve de los diez años más favorables para la transmisión del dengue desde que existen registros”, se lee en la edición del 2019 de The Lancet Countdown.
El 2019 fue el segundo año más cálido desde que se tienen datos, indicó la Organización Meteorológica Mundial (OMM). De hecho, el año terminó con una temperatura media planetaria de 1,1 °C por encima de los niveles pre-industriales (período 1850-1900).
Es más, el quinquenio comprendido entre 2015 y 2019 abarca los años más cálidos de los que se tiene constancia, señaló OMM, mientras que el período de 2010 a 2019 ha sido la década más cálida jamás registrada.
“Dado que las concentraciones de gases de efecto invernadero no dejan de aumentar, el calentamiento continuará. Según un reciente pronóstico, es probable que en los próximos cinco años se produzca un nuevo récord de temperatura mundial anual. Es solo cuestión de tiempo”, declaró Petteri Talas, secretario general de la OMM, quien a la vez añadió: “si se mantiene la tendencia actual, todo apunta a que hacia finales de siglo el aumento de la temperatura será de 3 a 5 °C”.
Ante este panorama, y si no se toman medidas sanitarias para la eliminación efectiva de criaderos, es probable que los casos de dengue también se incrementen.
Aparte del cambio climático, en su informe OMS advierte que las modificaciones de los límites geográficos tanto de latitud como altitud también se deben al cambio de uso del suelo por deforestación, la reducción de la biodiversidad (desaparición de los depredadores naturales de los mosquitos), las configuraciones de las aguas dulces y la densidad de la población humana.