Reforestar, al menos, 2000 hectáreas; generar los estudios económicos y establecer las alianzas que permitan estimular la economía circular; diseñar planes de movilidad sostenible y otros de renovación urbana en 15 cantones; así como intercambiar experiencias con otros países para conocer sobre procesos de planificación urbana sostenible.
Esos son algunos de los objetivos que plantea el proyecto “Transición hacia una economía verde urbana”, liderado por el Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE) con apoyo del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Conservación Internacional (CI) y la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN).
Los detalles del proyecto fueron presentados en el webinar titulado “Panel de alto nivel: Transición hacia una economía verde”, en el cual se explicó que uno de los fines es lograr una reactivación económica descarbonizada en el Gran Área Metropolitana (GAM), esto mediante reformas políticas y fiscales así como planificación urbana integrada.
Se prevé que la ejecución del proyecto inicie el próximo año y finalice en el 2026. Este será financiado por el Fondo del Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés). Para cuando finalice el proyecto, dentro de seis años, se espera haber invertido más de 10 millones de dólares provenientes de la cooperación internacional y más de 90 millones de dólares de contrapartida doméstica para beneficiar, al menos, a dos millones de personas que viven en 20 cantones.
Igualmente se proyecta la restauración de 2.400 hectáreas de cobertura forestal, así como contar con 17.400 hectáreas de tierras con prácticas mejoradas incluyendo la trama verde en corredores biológicos interurbanos y huertas urbanas.
También se pretende reducir 1.300 toneladas de carbono equivalente gracias a acciones ejecutadas en el sector transporte, residuos sólidos y tratamiento de aguas residuales.
Finalmente, según se indicó en el webinar, el proyecto busca solucionar la insuficiente capacidad de los municipios para ejecutar fondos o recaudar tributos que asistan en la generación de empleo y reactivación económica.
Cuatro pilares
El proyecto se divide en cuatro componentes. El primero busca que tanto los gobiernos locales como el nacional fortalezcan instituciones, procesos y capacidades para llevar a cabo reformas políticas basadas en evidencia para una economía verde y una planificación urbana integrada sostenible en la GAM.
Eso será posible mediante cinco acuerdos multisectoriales relativos a saneamiento de aguas, movilidad sostenible, planificación urbana, planes de gestión de corredores biológicos interurbanos y se propondrá seis reformas legislativas para reducir emisiones, pérdida de diversidad en paisajes urbanos y finalmente se espera mejorar la capacidad institucional de los municipios para implementar estas reformas y mejorar la planificación urbana sostenible.
El segundo componente se orienta a realizar inversiones sostenibles bajas en carbono que sean también resilientes, apuesten a la conservación y restauración de tierras. Esto se medirá por la tasa de cambio de diversidad de aves, por el aumento de cobertura forestal en zonas de intervención, según la abundancia de macroinvertebrados (animales como insectos y moluscos) que funcionan como indicadores de la calidad del agua y el índice físico-químico de los ríos.
El tercer componente pretende reducir la brecha financiera para implementar el Plan Nacional de Descarbonización en lo concerniente a la restauración del paisaje urbano, movilidad eléctrica, manejo de residuos sólidos y aguas residuales. También se busca generar nuevos empleos verdes con igualdad de género.
Esta meta se verificará con el aumento del financiamiento municipal producto de nuevas tarifas, impuestos municipales que se destinen a la reactivación económica, generación de empleos verdes y enverdecimiento de la industria manufacturera y los servicios.
El cuarto componente procura que las soluciones generadas sean compartidas en la Plataforma Global para Ciudades Sostenibles, otros eventos globales y comunidades de práctica, ya que este proyecto forma parte de una iniciativa global liderada por ONU Medio Ambiente que involucra diversas ciudades en distintos continentes.
¿Por qué la GAM?
La GAM está compuesta por 31 cantones de las provincias de Alajuela, Heredia, San José y Cartago.
Es la aglomeración urbana más grande y más densamente poblada de Costa Rica. En poco más de 4% del territorio concentra el 63% de la población y el 78% de la fuerza laboral. Lamentablemente, también es el epicentro de los problemas económicos, sociales y ambientales, los cuales se han incrementado debido a la pandemia provocada por COVID-19.
El 21% de los ingresos del gobierno central dependen del consumo de hidrocarburos y, ante la emergencia sanitaria causada por el nuevo coronavirus, se ha reducido ese consumo y, por tanto, la capacidad financiera del Estado para enfrentar los desafíos de la crisis en las ciudades.
Otro de los motivos para la realización del proyecto es que 46% de la población se desplaza diariamente de un cantón a otro en automóviles con pocos pasajeros o en transporte público muy centralizado, generando congestionamientos que le cuestan al país un 3,8% del Producto Interno Bruto (PIB).
También, la transición hacia una economía verde busca reducir el tiempo de viaje en horas pico (creció 40% en cuatro años), así como el alcantarillado de la ciudad que vierte aguas no tratadas en los ríos.
Tendencia mundial
ONU Medio Ambiente define la economía verde como “aquella que resulta en un mejor bienestar humano y equidad social, reduciendo significativamente los riesgos ambientales y las escaseces ecológicas”; procurando una economía baja en carbono, eficiente en recursos y socialmente inclusiva.
En este sentido, la recuperación económica tras la pandemia se presenta como una oportunidad para construir economías verdes, cuyo enfoque incluya a las ciudades en pro de la resiliencia no solo a futuras enfermedades sino también al cambio climático.
Este proyecto para favorecer una transición de la GAM hacia una economía verde urbana forma parte de esta tendencia mundial promovida por Naciones Unidas.
Y no es para menos. El 55% de la población mundial vive en las ciudades y, por tanto, estas han sido fuertemente afectadas por COVID-19. De hecho, se calcula que el 90% de los casos reportados de infección han ocurrido en urbes.
La crisis sanitaria no es la única amenaza que se cierne sobre las ciudades. Según ONU Medio Ambiente, las urbes sufren temperaturas más altas que las áreas no urbanas. De hecho, alrededor de 200 millones de personas en más de 350 ciudades alrededor del mundo viven veranos cuyas temperaturas superan los 35°C.
Las ciudades no solo sufren los impactos del cambio climático, sino que también son las responsables del 75% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono. Por esta razón, las acciones que se implementen en las ciudades son claves en la atención de la crisis sanitaria, la recuperación de la economía y el combate al cambio climático.
“Al responder ante la pandemia y trabajar por la recuperación, volvemos los ojos hacia nuestras ciudades y vemos en ellas centros de comunidad, innovación humana e ingenio. Ahora tenemos la oportunidad de recuperarnos y mejorar, construyendo ciudades más resilientes, inclusivas y sostenibles", declaró el Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres.
Naciones Unidas aboga por transformar las ciudades bajo un enfoque que favorezca la planificación de la vivienda, el transporte y la energía a la vez que se aprovechen las soluciones basadas en la naturaleza. Estas medidas, según ONU Medio Ambiente, generarán resultados positivos en cuanto disminución de gases de efecto invernadero, reducción en la temperatura y la contaminación, mejoras en la calidad del aire, protección de biodiversidad, entre muchos otros.
Por ello, esta instancia de Naciones Unidas aboga por un enfoque integrado que conecte la naturaleza, el clima y el uso de los espacios urbanos. En este sentido, centra su agenda en seis prioridades temáticas que son transversales, a saber: cambio climático, desastres y conflictos, ecosistemas, gobernanza ambiental, productos químicos y residuos, eficiencia de recursos, así como medio ambiente bajo revisión.
“Debemos trabajar por una recuperación económica verde, resiliente e inclusiva. Centrándose en una gran transformación ecológica y en la creación de empleo, las medidas de estímulo pueden conducir el crecimiento hacia una senda resiliente de bajas emisiones de carbono y promover los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, añadió Guterres.