Hace dos semanas, el Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (CIMAR) de la Universidad de Costa Rica recibió reportes de muertes masivas de erizos de mar en el Pacífico Sur del país. Días antes, el Centro de Educación y Conservación Marina Innoceana (MCEC Innoceana) publicó un comunicado que sugería la razón detrás de esas muertes:  “alarmante oleada de marea roja ataca el océano costarricense”. 

Otras organizaciones de la Sociedad de Conservación Marina de Costa Rica no tardaron en unirse, por medio de Facebook, para comunicar y entender mejor el fenómeno, uno que se extiende ya por casi ocho meses a lo largo de todo el Pacífico costarricense.

Captura de la publicación realizada por CIMAR UCR en Facebook

Iniciación

La floración de algas nocivas (FAN) es el término técnico utilizado para la multiplicación y acumulación de fitoplancton (microalgas) en el océano. Es un fenómeno natural que se ha vuelto más frecuente e intenso en los últimos años, ya sea por temperaturas más altas, aguas más estables o actividades agrícolas que aportan más nutrientes a los ríos, y por ende a las costas, debido a la acción de las lluvias.

El nombre popular de dicho fenómeno es marea roja y se estima que en zonas como Quepos o el Pacífico Norte llevan hasta ocho meses seguidos atentando contra los ecosistemas marinos costarricenses.

“Terminé los buceos llorando porque no esperaba un desastre tan grande bajo el mar. Ver cientos de peces muertos o los corales todos blancos fue muy impactante, y dan esas ganas de gritar al mundo lo que está sucediendo. Si mañana se quema el bosque del Valle Central todo mundo lo ve, pero si está pasando eso bajo el agua muy poca gente puede verlo. Es frustrante porque es una emergencia nacional de la que muchos no se dan cuenta”, comentó Laura Vanopdenbosch, directora del MCEC Innoceana que se ubica en Ojochal de Osa, Puntarenas.

Las mareas rojas constan de cuatro fases: iniciación, crecimiento, estabilización y declinación. La primera etapa es la explicada al inicio, cuando los mares adquieren condiciones específicas que propician la aparición del fitoplancton.

“Estas microalgas, cuando las condiciones ambientales son desfavorables, producen unos quistes y se van a los sedimentos en estado de reposo. Cuando se genera mucha turbulencia, estos quistes se suspenden en el agua y si eso coincide con nutrientes o altas temperaturas oceánicas, entonces las microalgas se salen de la cubierta que los protege y aprovechan esas condiciones ambientales para reproducirse con una facilidad enorme”, explicó Álvaro Morales, director del CIMAR.

Crecimiento

Esa reproducción de microalgas (fitoplancton) da lugar a la fase de crecimiento y este se ve favorecido por una serie de condiciones, por ejemplo, las aguas enriquecidas por nutrientes. “A esas algas les encantan los nutrientes. que son nitratos o fosfatos que vienen de la tierra. Cuando hay mucha erosión, la lluvia lleva esos sedimentos llenos de nutrientes al mar y hace que las algas crezcan. El problema es que ahorita no pasan a veces, sino que son seguidas. Eso es malísimo porque no hay un descanso para el ecosistema”, agregó Vanopdenbosch.

Esos minerales se producen naturalmente, aunque actividades como la agricultura, relacionadas directamente al tratamiento del suelo con productos como fertilizantes o pesticidas, no hacen más que enriquecer los suelos con estos nutrientes hasta el punto de que lo que ayuda al sector agropecuario termina por perjudicar al ecosistema marino. No obstante, otras actividades que erosionan la tierra pueden ser igual de dañinas.

 “También pueden darse por las construcciones, porque generan más erosión de la que habría normalmente. Por ejemplo, tuvimos el caso de la Costanera en el Pacífico Sur. Cuando se construyó la carretera se hizo mal porque dejaron todos los sedimentos de la tierra al lado. Por supuesto, la lluvia se llevó todo eso directo al mar y perdimos 80% del arrecife”, añadió Vanopdenbosch.

Por otra parte, con respecto a las altas temperaturas, existe un principal señalado: el cambio climático. Al aumentar el calor en el agua superficial se propicia la floración, esto porque el fitoplancton es capaz de evolucionar rápidamente para tolerar aguas calientes y captar más dióxido de carbono, algo que para otros organismos es más complicado. “Si la temperatura del mar sigue aumentando y seguimos haciéndole llegar más nutrientes a esas zonas costeras, estamos dando las condiciones idóneas para generar mareas rojas”, añadió Morales.

Para avisar sobre mareas rojas o sus efectos puede comentar en el grupo de Facebook: Marea roja - Costa Rica | Red Tide Watch Report.(Créditos: Yulian Cordero / Innoceana)

Estabilización

Cabe destacar que las microalgas constituyen un grupo de cientos de especies donde no todas son tóxicas o de color rojo. Por un lado, el fitoplancton es esencial para el equilibrio del ecosistema, ya sea por ser el productor primario de la cadena alimenticia en el océano o porque, al alimentarse por fotosíntesis, es el encargado de mantener oxígeno en la atmósfera.

Por otra parte, la inmensa variedad de microalgas hace que no todas las mareas rojas sean de color rojo, sino que pueden adquirir tonos amarillentos, verdosos, pardos u otros, y es imposible determinar a simple vista si esas aguas coloradas son perjudiciales para el ecosistema debido a que las toxinas se estudian a niveles microscópicos.

Ahora bien, toda esta información da lugar a tres tipos de microalgas que sí resultan tóxicas: cianobacterias, diatomeas y dinoflagelados. Cabe aclarar que, por ejemplo, no todo dinoflagelado es dañino, puesto que existen más de 2.400 tipos, pero sí que es dentro de esos tres grupos de algas donde se encuentran las responsables de las mareas rojas.

En primer lugar, las toxinas producidas por las microalgas pueden acumularse en organismos como moluscos o conchas, que son los encargados de filtrar el agua, y entonces, cuando la gente consume productos del mar, está la posibilidad de intoxicación. 

También acercarse a las playas puede ser peligroso, esto porque las mareas rojas se dan principalmente en zonas costeras -donde desembocan los ríos llenos de nutrientes y con un fondo marino menos profundo- y las toxinas se encuentran en el aire como aerosoles, con posibles consecuencias respiratorias.

Por otra parte, las microalgas deben acercarse a la superficie del agua para realizar la fotosíntesis, lo cual provoca que la luz no pueda traspasar esa ‘capa’ de fitoplancton hacia aguas más profundas. El resultado de esto es que los corales no pueden hacer su fotosíntesis y, según el tiempo que dure la marea roja, pueden blanquearse o incluso perder parte del arrecife, lo cual es sumamente difícil de recuperar.

Finalmente, cuando las microalgas mueren, las bacterias reúnen todo el oxígeno de la zona para descomponerlas, de forma tal que se produce una ‘zona muerta’ donde los demás organismos no tienen las condiciones para respirar. “Es ahí donde uno ve esa gran cantidad de peces muertos en las playas”, comentó Morales.

Durante los buceos exploratorios, los funcionarios de MCEC Innoceana han observado peces muertos.(Créditos: Yulian Cordero / Innoceana)

Declinación

La realidad es que, mientras las microalgas florecen, estas van consumiendo los nutrientes hasta un punto donde ya no quedan tantos o donde las condiciones oceanográficas cambian. Las mareas rojas pueden tardar dos días, pero también meses, y el problema radica en la regularidad con que se están presentando.

“Lo novedoso es que ahora aparecen más y que hemos tenido mareas de especies que antes no estaban reportadas para el país. Esto tiene que ver con la dinámica mundial de que los barcos transportan especies porque, cuando descargan sus aguas de lastre, los efectos de las corrientes marinas abren la posibilidad de que puedan establecerse en regiones como la nuestra”, concluyó Morales. 

Por este motivo, es importante que las comunidades costeras, ya sea por el cambio de color del agua o por los malos olores -otra característica de la marea roja- avisen a los centros de investigación para tomar las medidas adecuadas. 

Un caso reciente se dio con 12 tortugas muertas encontradas en la Península de Osa y reportadas por guías turísticos y vecinos de la comunidad de Drake. Si bien la causa de las muertes se continúa analizando, todo apunta a que se deben a las mareas rojas, según MCEC Innoceana.

Los corales blancos, peces muertos en las playas e incluso tiburones hallados sin vida son parte de un problema que se extiende por más de medio año, uno que tanto Vanopdenbosch como Morales no tardan en catalogar como "emergencia nacional".

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