Especialmente en días calurosos y soleados, el asfalto contribuye a la contaminación del aire en las ciudades.
Así lo manifestaron investigadores de la Universidad de Yale (EE. UU.), cuyo estudio se publicó en Science Advances, cuando observaron que los asfaltos utilizados en carreteras y tejados emiten compuestos orgánicos que contribuyen a la contaminación del aire, particularmente un aerosol orgánico secundario (SOA, por sus siglas en inglés).
El SOA es uno de los principales contribuyentes de partículas finas (PM 2,5), las cuales tienen un tamaño menor a los 2,5 micrómetros por metro cúbico, eso las hace peligrosas para la salud humana, ya que son capaces de llegar hasta los alvéolos, que son las terminales del árbol bronquial donde ocurre el intercambio de oxígeno entre el sistema respiratorio y la sangre.
Según los investigadores, debido a los tipos de compuestos que el asfalto emite, su potencial de formación de SOA es comparable a las emisiones generadas por los vehículos de motor en la ciudad de Los Ángeles, en Estados Unidos.
Ahora bien, el efecto de las emisiones provenientes del asfalto en la formación de ozono es mínimo en comparación con el de los vehículos de motor y los químicos volátiles en productos de cuidado personal y limpieza, estos últimos son otra fuente emergente de emisiones orgánicas que produce grandes cantidades de SOA en las zonas urbanas.
El asfalto es tan solo una pieza más en el rompecabezas de la calidad del aire en una ciudad. En este sentido, aparte de regular las emisiones provenientes del transporte, es necesario repensar el diseño de carreteras y caminos para atenuar esta nueva fuente de emisión.
Temperatura y radiación
En su experimento, los investigadores tomaron dos tipos de asfalto fresco y lo sometieron a diferentes temperaturas utilizando un horno de laboratorio. También probaron con tejas nuevas y asfaltos líquidos usados en techos.
“Uno de los hallazgos fue que los productos relacionados con el asfalto emiten mezclas sustanciales y diversas de compuestos orgánicos al aire, con una fuerte dependencia de la temperatura y otras condiciones medioambientales”, dijo Peeyush Khare, autor principal del estudio, en un comunicado.
Los investigadores notaron que la mayor cantidad de compuestos orgánicos semivolátiles se liberó cuando el asfalto se calentó a 140°C, que es la temperatura de pavimentación de las carreteras.
Las emisiones disminuyeron a medida que el asfalto se enfriaba, pero permanecieron constantes y significativas a 60°C. El experimento duró tres días, así que este hallazgo sugiere que el asfalto podría ser una fuente de contaminación de larga duración.
No solo se trata de la temperatura, la radiación solar también influye en la cantidad de emisiones. Los investigadores observaron que, al exponerse a una radiación solar moderada, las emisiones dieron un salto significativo (hasta 300% en el caso del asfalto utilizado en carreteras).
“Eso es importante desde la perspectiva de la calidad del aire, especialmente en condiciones de verano calurosas y soleadas”, dijo Khare.
Aire Limpio
La creciente preocupación ante la contaminación del aire llevó a la Asamblea General de las Naciones Unidas a designar el 7 de setiembre como el Día Internacional del Aire Limpio, cuya primera celebración ocurre este 2020.
La contaminación del aire constituye el mayor riesgo ambiental para la salud humana: siete millones de personas mueren prematuramente cada año debido a las complicaciones causadas por una mala calidad del aire y millones más viven con discapacidades debido a este problema.
“En todo el mundo, nueve de cada diez personas respiran aire impuro. El alcance de este desafío requiere una acción decidida por parte de los gobiernos, las empresas y las comunidades para poner fin a la dependencia de los combustibles fósiles en favor de la energía renovable, limpia y asequible”, manifestó el Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres.
La realidad es que el 91% de la población mundial vive en lugares donde la calidad del aire supera los límites establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En Costa Rica, si las urbes de la Gran Área Metropolitana (GAM) cumplieran con la normativa de calidad del aire de la OMS, se podrían evitar hasta 229 muertes anuales, según un estudio publicado por la Comisión Económica para América Latina (Cepal) en 2017. Estas muertes representan el 3,45% de todas las muertes en personas mayores de 30 años.
En cuanto a la reducción de los gastos en salud, el reporte de CEPAL señala que el beneficio anual por los ingresos hospitalarios evitados por causas respiratorias y cardiovasculares sería $233.469 (unos 139 millones de colones) en promedio al año.
Si bien la contaminación del aire está presente en todas las regiones del mundo, las personas que viven en ciudades de bajos ingresos son las más afectadas. Según datos de la OMS, el 97% de las ciudades ubicadas en países de ingresos bajos y medios con más de 100.000 habitantes no cumplen con las directrices de calidad del aire. En los países de altos ingresos, en cambio, el porcentaje cae a 49%.
Cuando la calidad del aire desmejora, se incrementa el riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares, enfermedades cardíacas, cáncer de pulmón, asma, enfermedades crónicas e incluso agudas, incluido COVID-19.
Asimismo, la contaminación del aire tiene impactos negativos en los ecosistemas. De hecho, la contaminación por ozono es responsable de la pérdida de 52 millones de toneladas de cultivos cada año en todo el mundo.
Relación con cambio climático
Alrededor de3,8 millones de muertes anuales resultan de la exposición de las personas a cocinas y medios de transporte que utilizan combustibles fósiles. La quema de combustibles fósiles también contribuye al cambio climático, por lo que la toma de acciones puede ayudar a solucionar ambos problemas.
Por ejemplo, el Plan Nacional de Descarbonización propone sustituir las calderas que usan diésel por otras de fuentes renovables y, con ello, mejorar la calidad del aire en las comunidades donde se ubican esas industrias.
En cuanto a las soluciones planteadas para el sector transporte, al aprovechar la matriz eléctrica basada en fuentes renovables que tiene el país para electrificar la flota vehicular, no solo disminuirá la cantidad de gases de efecto invernadero que se liberen a la atmósfera sino que también se reducirán las partículas finas que afectan la salud.
Con el Tren Eléctrico de Pasajeros se prevé una reducción del 3% al 6% de vehículos en la red vial, lo cual representa 29 millones de viajes menos al año y una reducción en la contaminación del aire.
“El aire es la base de nuestra vida. Todas las personas tienen derecho a respirar un aire limpio y saludable. Una mejor calidad del aire protege a los niños y niñas que juegan en nuestros parques, resguarda ecosistemas más sanos y permite las condiciones básicas para una economía verde. Este es un problema que sabemos cómo prevenir: reduciendo la contaminación asociada al transporte, en particular el privado, y atendiendo las emisiones de la industria, la agricultura y los residuos”, destacó la ministra de Ambiente y Energía, Andrea Meza, en un comunicado.