El pasado 7 de enero iniciaron una serie de incendios forestales en los alrededores de la ciudad de Los Ángeles, en Estados Unidos. Pronto, avivados por los potentes vientos y abrasando la vegetación a su paso, los incendios se propagaron rápidamente a las zonas urbanas donde redujeron a cenizas a más de 10.000 viviendas.

Unas 28 personas murieron a causa de la emergencia y millones se vieron afectadas por el humo. Estos incendios son los más destructivos en la historia de Los Ángeles y podrían ser los más costosos que ha tenido Estados Unidos.

¿Qué los atizó? La respuesta viene de la mano de un estudio de atribución realizado por 32 investigadores, en el marco de World Weather Attribution. Según este, el cambio climático aumentó la probabilidad de incendios en esta ciudad. De hecho, los científicos manifiestan que el cambio climático los empeoró al reducir las precipitaciones, secar la vegetación y aumentar el solapamiento entre las condiciones de sequía inflamable y los fuertes vientos de Santa Ana.

“Una combinación letal de factores confluyó para que este incendio forestal se convirtiera en una catástrofe”, dijo Roop Singh, jefe de urbanismo y atribución del Centro del Clima de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.

“El cambio climático preparó el terreno, contribuyendo a que las colinas en torno a Los Ángeles se secaran como yesca (materia seca que se prepara para que prenda fácilmente al contacto con una chispa). Sin embargo, los vientos huracanados de Santa Ana, la rápida propagación de los incendios a zonas urbanas y la escasez de agua dificultaron enormemente la contención de las llamas”, agregó.

De hecho, y según el estudio, las condiciones de calor, sequedad y viento que provocaron los incendios de Los Ángeles son un 35% (1,35 veces) más probables hoy a causa del cambio climático y se intensificarán si no se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), sobre todo aquellas relacionadas a la quema de combustibles fósiles.

Con un calentamiento de 2,6 °C, previsto para 2100 en escenarios actuales, será un 35% más probable que se produzcan incendios similares en el mes de enero, lo que supondría un 80% (1,8 veces) más de probabilidades de que se produzcan situaciones extremas similares en comparación con el clima preindustrial, que era 1,3 °C más frío.

Los investigadores también descubrieron que la temporada de incendios forestales en Los Ángeles es cada vez más larga y peligrosa a medida que las emisiones de combustibles fósiles se acumulan en la atmósfera y calientan el clima. De hecho, las condiciones secas propensas a los incendios se han prolongado unos 23 días más cada año, aumentando la probabilidad de que se inicie un fuego mientras ocurren los vientos máximos de Santa Ana.

Asimismo, las precipitaciones escasas de octubre a diciembre son ahora 2,4 veces más probables en comparación con el clima preindustrial.

Si bien los incendios forestales son usuales en el sur de California durante los meses de verano, son raros en los meses más lluviosos del invierno. Los incendios de este año se produjeron tras dos inviernos húmedos en 2022-23 y 2023-24, que fomentaron el crecimiento de la hierba y la maleza.

Sin embargo, la ausencia casi total de lluvias durante este invierno hizo que las plantas permanecieran secas y altamente inflamables, explicaron los científicos.

Las oscilaciones extremas entre condiciones muy húmedas o muy secas, como lo ocurrido en California, están aumentando en todo el mundo, probablemente a causa del cambio climático, tal como se indicó recientemente en un estudio publicado en Nature Reviews: Earth & Environment.

“Estos ‘latigazos meteorológicos’ se deben a una atmósfera más cálida que puede absorber y liberar más humedad”, destacaron los investigadores de WWA.

Ahora bien, la aparición simultánea de dos grandes incendios, provocados por los vientos huracanados de Santa Ana en zonas urbanas, creó unas condiciones caóticas e impredecibles que desbordaron a los más de 300 bomberos que trabajaban en su contención.

Las infraestructuras hídricas, que no están diseñadas para luchar contra un incendio forestal en rápida expansión, fueron incapaces de satisfacer las necesidades extremas durante los incendios de Eaton y Palisades. De allí que los investigadores recomiendan “mejorar la capacidad del sistema de abastecimiento de agua para apoyar las labores de extinción de incendios a gran escala y asegurarse de que las viviendas situadas en zonas de alto riesgo cumplen los requisitos de las zonas de amortiguación contribuirá a reducir el riesgo”.

También, los científicos hacen hincapié en la importancia de los sistemas de alerta temprana y evacuación, ya que 17 de las 28 muertes se produjeron en West Altadena, un barrio donde las alertas se retrasaron en comparación con otras zonas afectadas.

América, al fuego

No sólo se trata de lo ocurrido en Los Ángeles. América, como continente, registró una actividad excepcional de incendios forestales en 2024, según el Servicio de Vigilancia de la Atmósfera de Copernicus (CAMS).

“Norteamérica y Sudamérica sufrieron incendios forestales especialmente intensos a lo largo del año, que afectaron sobre todo a los humedales del Pantanal, el Amazonas, Canadá y el oeste de Estados Unidos”, señaló CAMS.

La mayor parte del continente americano soportó graves condiciones de sequía, lo que aumentó la probabilidad de que se produjeran grandes incendios forestales. Ese fue el caso de la región del Pantanal, la mayor zona húmeda tropical del mundo, ubicado mayoritariamente en el estado de Mato Grosso do Sul de Brasil, cuyas emisiones en mayo-junio fueron de 3,3 megatoneladas de carbono, según CAMS.

En cuanto a México y Centroamérica, la temporada de incendios forestales, que suele tener lugar entre marzo y mayo, registró emisiones superiores a la media. En particular, Nicaragua registró las emisiones de carbono por incendios forestales más elevadas del conjunto de datos CAMS para el mismo periodo.

“América del Norte y del Sur fueron las regiones que más destacaron en las emisiones mundiales de incendios para 2024. La escala de algunos de los incendios alcanzó niveles históricos, especialmente en Bolivia, el Pantanal y partes del Amazonas, y los incendios forestales canadienses fueron de nuevo extremos aunque no a la escala de 2023", comentó Mark Parrington, científico principal del CAMS.

"Los efectos de todos estos incendios repercutieron a escala continental en la calidad del aire, con elevadas concentraciones superficiales de partículas y otros contaminantes que persistieron durante varias semanas”, continuó Parrington.

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