Las personas no solo ocupan un espacio en el territorio, allí es donde ven plasmados sus derechos como seres humanos. El civismo, por su parte, les permite participar en la toma de decisiones sobre ese territorio, fortaleciendo así la democracia. En otras palabras, el civismo permite a las personas estar conscientes de sus deberes, derechos y libertades fundamentales.

Cuando, hace un año, Armina Zardkoohi se anotó al Parlamento Joven de Mujeres por el Clima no pensó que sus acciones podrían considerarse dentro del civismo. Su interés estaba en conocer más sobre cambio climático y fue a través del trabajo con otras 40 mujeres jóvenes que vio —en la política— una herramienta para procurar el bien común, incluso accionando desde su cotidianidad.

Maureen Porras, por su parte, se inscribió al Parlamento para ahondar en sus conocimientos en clima e identificar las intersecciones con el tema de género. Lo que no sospechaba es que, desde ese espacio, se daría cuenta que sus propias interseccionalidades como mujer costera, joven, activista y feminista reflejan una realidad territorial que al país le urge atender y, al ver las interseccionalidades de sus compañeras, no solo empatizó con ellas, sino que comprendió que la política —independientemente del partido— debe ser diversa y representativa en realidades para ser verdaderamente inclusiva.

En el caso de Daniela Chaves, ella vio en el Parlamento una oportunidad para seguir formándose en ciencias políticas. Ciertamente adquirió herramientas que le servirán en el ejercicio de su profesión, pero también se dio cuenta que este aprendizaje cívico la estaba llamando a construir una visión de “patria viva”.

“Esa idea de la política como herramienta de transformación social es la forma en la que podemos hacer valer nuestros derechos”, dijo Chaves y añadió: “Hay un libro que me gusta mucho que habla de la ‘patria viva’ y es precisamente eso, la política como herramienta de transformación social desde lo democrático y realmente participativo, que incluya a todas las poblaciones”.

Armina, Maureen y Daniela son tres de las 41 parlamentarias que hacen parte de la primera generación del Parlamento Joven de Mujeres por el Clima. Su proceso concluirá en agosto, pero ya está abierta la convocatoria para la segunda edición: se recibirán postulaciones desde el 14 de julio hasta el 10 de agosto de 2025. Los requisitos y el formulario de inscripción se encuentran en el sitio web: https://www.misionunopuntocinco.org/apuntate

Armina Zardkoohi (al centro de azul) fue elegida por sus compañeras como presidenta del directorio del Parlamento Joven de Mujeres por el Clima. (Foto: Misión 1.5°)

Un parlamento que rompe el molde

El Parlamento Joven de Mujeres por el Clima está inspirado en el Parla Joven, iniciativa del departamento de participación ciudadana de la Asamblea Legislativa. Aparte de ser cercana a este proyecto, Ximena Loría —directora de Misión 1.5°— también formó parte del Parla Ambiente como vicepresidenta y pensó en construir un híbrido a partir de ambas experiencias.

Sin embargo, al analizar quienes participaban en ambas iniciativas y los puestos de decisión que ocupaban, Loría detectó una brecha de género. “Fue entonces cuando dije que íbamos a hacer un parlamento solo de mujeres, pero de mujeres que quieran tomar puestos de decisión”, comentó a Ojo al Clima.

“Y pensamos que la forma era a través de un proceso de formación para que, cuando lleguen a tener puestos de toma de decisión, no sientan que se los dieron por cumplir una cuota, sino porque ellas son la mejor opción para ocupar esos puestos”, continuó.

Así fue como en 2024 se lanzó la convocatoria. Lo único que se pedía era que la persona tuviera entre 16 y 30 años de edad, estuviera interesada en los temas a tratar y asumiera el compromiso con el Parlamento por un año.

Se anotaron 50 mujeres jóvenes (pero solo 41 llegaron hasta el final). Todas oriundas de diferentes territorios tanto urbanos como rurales, con diferentes edades (incluso hay colegiales que aún no cumplen la mayoría de edad), con distintos niveles de escolaridad, algunas ya trabajan y otras solo estudian, también son diversas en saberes y experiencias.

“Hay compañeras de diferentes religiones, algunas vienen de zonas costeras… Todas esas particularidades nunca llegaron a ser un punto de diferencia cuando se habla de clima o cuando se habla de género o juventud. Compartimos el entendimiento que estos son temas que no entran en ideologías políticas. Aquí hablamos de justicia climática, justicia generacional y justicia de género”, dijo Zardkoohi.

Durante los primeros seis meses, las parlamentarias se sumieron en un proceso de capacitación para entender el cambio climático desde lo científico y técnico. También se formaron en cómo formular legislación y en cómo diseñar políticas públicas. Asimismo, adquirieron habilidades personales y estratégicas, incluso aprendieron a negociar y sobre comunicación política.

En el segundo semestre, las jóvenes participaron en un ejercicio de simulación. Tomando como ejemplo la Asamblea Legislativa, se dividieron en fracciones. Con una diferencia: no son fracciones partidarias, sino territoriales. Cada fracción territorial corresponde a una provincia. Porras, por ejemplo, es la jefa de fracción de Puntarenas.

“En el caso de la fracción de Puntarenas, estoy yo que soy de Esparza, pero vivo en el Puerto, hay una chica de Monteverde, otra del cantón central y una de Buenos Aires. Esa diversidad nos permite tener una mirada enriquecida del territorio, ajena a lo partidario. Lo tenemos claro: nosotras trabajamos por el bien común de la provincia”, dijo Porras.

Chaves, que participa en la fracción de Cartago, considera que el enfoque territorial favorece la relación con las comunidades.

“A nivel personal, ya hablando de la política real en práctica, pienso que las diputaciones tienen que tener un altísimo compromiso con las comunidades. ¿En qué sentido? En el sentido de construir iniciativas que no solo vengan de la Asamblea Legislativa, porque a veces esta puede volverse un Olimpo, sino que contemplen las realidades de las personas que enfrentan ese problema día a día”, comentó.

Las parlamentarias también dividieron su trabajo en comisiones temáticas. Actualmente existen seis: océanos y costas; energía y transporte; agropecuarios y seguridad alimentaria; bioeconomía; educación y cultura; así como ordenamiento territorial que aborda tópicos como movilidad, infraestructura y manejo de residuos. Y Chaves es quien preside la comisión de agro.

“En nuestra comisión hay representación de casi todas las provincias y, aunque hablemos del sector agro, el problema se vive de forma diferente en Cartago y en Guanacaste, por poner un ejemplo. Esas diferencias enriquecen nuestra visión. Procuramos que la iniciativa sea lo más horizontal posible y atienda el problema de forma multidimensional, pero también de una forma pragmática para que no se quede en las buenas intenciones. Así como quiero que la Asamblea Legislativa conecte con los sectores, nosotras también hablamos con grupos y redes de personas porque eso nos permite construir desde la parte más vulnerable”, explicó.

La labor que se realiza tanto en las fracciones como en las comisiones se centra en analizar proyectos de ley que están actualmente en corriente legislativa, esto bajo la lente del cambio climático, el género y la juventud. Ese análisis se tradujo en 11 informes sobre seguridad alimentaria, gestión de riesgo, combustibles fósiles y energías renovables y biodiversidad, entre otros.

Actualmente, las parlamentarias formulan sus propias iniciativas de ley, las cuales presentarán el próximo 8 de agosto. En estas se abordan temas de transporte público, construcción, zona marítimo terrestre, reciclaje, educación, agro, energías renovables, entre otros. En la plenaria final se aprobarán las iniciativas que podrían escalar a proyectos de ley.

Las jóvenes realizan control político durante las plenarias. Lo hacen desde las fracciones provinciales y desde las comisiones temáticas. (Foto: Misión 1.5°)

Para estos dos procesos, las parlamentarias contaron con el apoyo de cinco de las seis fracciones legislativas presentes en el actual congreso. Trabajan con los despachos, tanto con los asesores como con los diputados y diputadas.

“Con los despachos que hemos trabajado ha habido bastante apertura de escuchar a mujeres jóvenes, lo digo así porque nosotras lidiamos con dos etiquetas: somos mujeres, y también somos jóvenes. Lamentablemente, muchas veces estos espacios no solo reproducen dinámicas machistas patriarcales, incluso a veces misóginas, sino que también pueden ser muy adultocéntricos. Pero, por dicha, a los espacios donde hemos llegado se nos ha recibido bien. Se nos ha escuchado, incluso se nos escucha con bastante atención”, comentó Chaves.

De hecho, los informes de análisis están siendo adaptados al formato oficial para que sean incluidos en los expedientes legislativos y los despachos han sido esenciales en el proceso de formulación de proyectos de ley, incluso algunas diputaciones manifestaron que valorarán darle su apoyo a alguno de estos proyectos para que se presenten bajo la modalidad de iniciativa popular.

Además, las jóvenes participaron en sesiones plenarias donde hicieron control político, los cuales se realizaron tanto por fracción como por comisión. Asimismo, se le dio espacio a la representante de los pueblos indígenas para que hiciera uno.

La coordinación de los plenarios recae en el directorio, al igual que sucede en la Asamblea Legislativa. Zardkoohi fue elegida por sus compañeras como presidenta. Algo que tiene claro es que busca aprovechar esta oportunidad, no para simular los liderazgos actuales, sino para idear otras formas de ejercerlos. “No digo que los actuales sean buenos o malos, pero sí ocurren en contextos muy diferentes. Somos generaciones diferentes, entonces sí se trata de retomar y replantear qué significa el liderazgo”, comentó.

“Muchas de nosotras no somos políticas y estamos intentando, gracias a este proceso dentro del Parlamento, liderar y construir desde lo colectivo. Si bien esta es una simulación legislativa donde vemos temas climáticos y género, no se puede perder de vista que estos temas representan crisis que estamos viviendo a nivel local y global; por lo que se necesita un nuevo tipo de liderazgo, uno donde haya mucha honestidad, mucha naturalidad y también mucha sensibilidad porque estamos hablando de derechos y justicia”, continuó Zardkoohi.

La experiencia del Parlamento Joven de Mujeres por el Clima no se limita a Costa Rica. Una decena de jóvenes tuvieron la oportunidad de conversar con diputados y diputadas de ParlAméricas, quienes se reunieron en el país. No iban de espectadoras, participaron activamente en las mesas de trabajo buscando sensibilizar e incidir en los tres temas: cambio climático, género y juventud.

Asimismo, y según Loría, se quiere llevar la experiencia del Parlamento a otros países latinoamericanos. Para ello, Misión 1.5° cuenta con el apoyo de la Embajada de Suiza en Costa Rica. “Queremos expandir este proyecto a dos países más, por lo menos. Para hacerlo, estamos planteando una etapa exploratoria con aliados para determinar la factibilidad, ya que no todos los países cuentan con departamentos de participación ciudadana dentro de sus congresos”, comentó la directora de Misión 1.5°.

Durante los meses de capacitación, las jóvenes contaron con la mentoría de lideresas como Christiana Figueres, Rita El Zaghloul, Allegra Baiocchi, Josette Altmann, Gloria Bejarano y Mercedes Peñas (las tres últimas en la foto), entre otras figuras de la política nacional. (Foto: Misión 1.5°).

Democracia participativa y empoderamiento climático

Para Loría, la idea del Parlamento cabe “dentro de los principios de lo que es la democracia participativa. Y esa democracia participativa es lo que va a asegurar que las necesidades de la población se vean reflejadas en las políticas y las leyes”.

“A través del trabajo que realizan las chicas con sus proyectos, fortalecemos la democracia; entendiendo que si bien podemos estar desilusionadas de los políticos, no podemos desilusionarnos de la política, porque la política es una herramienta”, dijo Loría.  

La democracia participativa es un sistema político donde los ciudadanos tienen un rol activo en la toma de decisiones, más allá de la simple elección de representantes. Implica la participación directa en asuntos públicos, ya sea a través de mecanismos como referendos, consultas populares o la incidencia en la formulación e implementación de políticas.

En el caso de cambio climático, esta participación activa en la agenda política pública es lo que la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), en su artículo 6, y el Acuerdo de París, en su artículo 12, definen como Acción para el Empoderamiento Climático.

Lo que busca el empoderamiento climático es involucrar a las personas y las comunidades en la toma de decisiones sobre cambio climático, ya que este amenaza el pleno goce de los derechos humanos.

De hecho, el Acuerdo de París menciona la educación y la capacitación, así como la sensibilización, la participación pública y el acceso a la información como mecanismos indispensables para lograr el empoderamiento climático. Justamente, el Parlamento Joven de Mujeres por el Clima trabaja con los cuatro mecanismos.

“Nosotras vemos esa parte de la democracia participativa reflejada en los principios del empoderamiento climático”, destacó Loría.

Aparte de la labor anteriormente descrita, las parlamentarias suman una más: las jóvenes se están reuniendo con los candidatos y candidatas a la presidencia de la república en el periodo 2026-2029 para incidir en su agenda política desde los temas de cambio climático, género y juventud.

“Ya se reunieron con Álvaro Ramos de Liberación Nacional. Juan Carlos Hidalgo de la Unidad Social Cristiana y Claudia Dobles de Acción Ciudadana nos han confirmado. Y conforme los demás partidos vayan definiendo a sus representantes, los iremos invitando a conversar con nosotras. Ojalá todos y todas nos digan que sí”, comentó Loría.

Para Zardkoohi, el empoderamiento climático no sólo se da en espacios políticos formales. “A veces esperamos que, para tener incidencia, tenemos que estar en puestos dentro espacios públicos como pueden ser los gobiernos locales. Pero lo cierto es que el liderazgo se tiene que vivir todos los días con nuestras acciones”, dijo.

“Prácticamente ninguna de nosotras tiene afiliación a algún partido político, pero todas hablamos y vivimos la política. La ejercemos desde nuestras decisiones de consumo, por ejemplo. Buscamos maneras en las que podamos incidir desde nuestra propia vida cotidiana. Esa es una manera de hacer política, sin tener que ponerse el color de una bandera. La crisis climática no tiene ideología política porque es un tema de derechos humanos”, agregó.

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