Conforme se incrementa la temperatura media del planeta, los incendios forestales serán cada vez más frecuentes e intensos. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), en un nuevo reporte llamado Spreading like Wildfire: The Rising Threat of Extraordinary Landscape Fires -elaborado en conjunto con GRID-Arendal-, determinó que para el 2030 se espera un aumento global de incendios extremos de hasta un 14%. Para el 2050, el aumento será de 30% y para finales del siglo de 50%.

Estos dos primeros meses del 2022 parecen confirmar lo expuesto por PNUMA, ya que en Costa Rica se han reportado 30 incendios forestales, afectando 82 hectáreas dentro y fuera de Áreas Silvestres Protegidas. El Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) reportó nueve incendios dentro de parques nacionales y refugios de vida silvestre.

Guanacaste es la provincia más afectada en esta temporada de incendios, ya que 50 hectáreas del Refugio Nacional de Vida Silvestre Iguanita y 21 hectáreas en el Parque Nacional Santa Rosa han sido consumidas por el fuego. 

Este es tan solo el preámbulo. Lo cierto es que los bomberos forestales costarricenses esperan que los meses de marzo y abril sean complicados debido a que la vegetación está muy seca en gran parte del país y este es un fuerte combustible para desencadenar el fuego.

De hecho, Costa Rica ha experimentado un aumento en el número de días que su población estuvo expuesta a un muy alto riesgo meteorológico de incendios. Específicamente, esta exposición se ha duplicado en el periodo 2017-2020 en comparación con la línea base de 2001-2004.

De acuerdo con el SINAC, estos incendios tienen efectos tanto en el suelo como en la salud humana, la calidad y disponibilidad de agua, la vegetación, la fauna silvestre y, por si fuera poco, contribuyen al calentamiento global.

Los bosques quemados contienen casi un 60% menos de carbono sobre el suelo que los bosques no perturbados.(Créditos: ACG-SINAC-MINAE)

Papel del cambio climático

Los incendios forestales y el cambio climático se potencian mutuamente. Lo preocupante de esto es que el cambio climático tiene el poder de empeorar los incendios por medio de las sequías, altas temperaturas del aire, baja humedad relativa, rayos y fuertes vientos. Todo esto resulta en temporadas de incendios más cálidas, secas y prolongadas.

Por otra parte, el cambio climático se ve favorecido por los incendios forestales; esto se debe principalmente a la destrucción de ecosistemas sensibles y ricos en carbono. Lo anterior resulta en una alteración del ciclo global del carbono y hace más difícil detener el aumento de las temperaturas. 

De hecho, y según PNUMA, el calentamiento global ha aumentado la frecuencia y magnitud de las condiciones climáticas extremas que impulsan la ocurrencia y propagación de incendios forestales. También ha provocado que la vegetación, que normalmente no se quemaría, se seque y combustione.

Según el reporte, el impacto del cambio climático en el comportamiento del fuego a futuro es complejo. Por ejemplo, es muy probable que áreas como el Ártico experimenten un aumento significativo de quemas a finales del siglo. El Ártico contiene casi la mitad de las turberas del mundo y aproximadamente el 80% del carbono global de estos ecosistemas. En el 2020, los incendios ocurridos en esta zona fueron responsables de liberar 0,244 gigatoneladas de dióxido de carbono (Gt CO2) a la atmósfera, un 35% más que el año anterior.

También, zonas como el bosque tropical en Indonesia y el sur del Amazonas verán aumentos en los incendios si las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) continúan a su ritmo actual. 

Los bosques amazónicos contienen casi la mitad de las reservas de carbono presentes en bosques tropicales, por lo que es importante protegerlos de condiciones extremas como sequías y olas de calor, que los vuelven más vulnerables al fuego.

Asimismo, y según el reporte de PNUMA, en la última década se están produciendo más incendios forestales, pero no solo en zonas donde normalmente ocurren (como al este de Australia y la costa oeste de Estados Unidos), sino que también en áreas donde normalmente no se presentan. 

Según el informe Fronteras 2022: ruido, llamas y desequilibrios: temas emergentes de preocupación ambiental, cuya autoría también recae en el PNUMA, se proyecta que las condiciones climáticas peligrosas se volverán más frecuentes e intensas y durarán más tiempo, incluso en áreas previamente no afectadas por incendios. 

Es más, los incendios forestales extremadamente intensos pueden desencadenar tormentas eléctricas, esto podría agravar los siniestros a través de velocidades erráticas del viento y generaría rayos que inicien otros incendios, un circuito de retroalimentación peligroso. 

Cada año, entre 2002 y 2016, se quemaron, aproximadamente, 423 millones de hectáreas de la superficie terrestre del planeta, un área equivalente al tamaño de toda la Unión Europea.

Impacto en las personas

Los incendios forestales representan un gran reto para las sociedades, ya que pueden causar daños a la infraestructura, incluyendo las líneas eléctricas y comunicación. El abastecimiento de agua, las carreteras y los ferrocarriles también se ven afectados.

Después de un gran evento de incendio, y según PNUMA, los costos de limpieza y reconstrucción son sumamente altos. Por otra parte, se pueden presentar cambios en la disponibilidad de agua dulce, lo cual tiene el potencial de afectar a un gran número de personas.

La salud de las personas se ve afectada con estos eventos, porque el humo de los incendios forestales es químicamente complejo y tiene una gama de productos de combustión potencialmente tóxicos. El humo y el material particulado derivados de los incendios forestales tienen consecuencias significativas para la salud, con impactos a menudo exacerbados en personas con enfermedades crónicas, las mujeres, los niños, los adultos mayores y los pobres.

Los bomberos se ven expuestos a una disminución de la función pulmonar, hipertensión, cáncer de pulmón y diferentes efectos en la salud mental. 

Según el informe Fronteras 2022, se espera que los cambios en los regímenes de incendios conduzcan a una pérdida masiva de biodiversidad, poniendo en peligro a más de 4.400 especies terrestres y de agua dulce. Esto también acarrea consecuencias para las comunidades, ya que se pierden los servicios ecosistémicos que brinda la naturaleza. 

Asimismo, los incendios forestales generan carbono negro y otros contaminantes que pueden afectar las fuentes de agua, incidir en el derretimiento de los glaciares, causar deslizamientos de tierra y floraciones de algas a gran escala en los océanos, todas consecuencias que afectan a las personas. 

Recomendaciones 

El reporte Spreading like Wildfire señala algunas recomendaciones a los gobiernos en relación al gasto en incendios forestales, motivándolos a cambiar sus inversiones de “reacción y respuesta” a “prevención y preparación”. 

De igual manera, los autores hacen un llamado a adoptar una fórmula de atención al fuego o Fire Ready Formula con dos tercios del gasto dedicado a la planificación, prevención y preparación, lo cual deja un tercio restante para la respuesta. 

De acuerdo con Inger Andersen, directora ejecutiva de PNUMA, “las respuestas gubernamentales actuales a los incendios forestales a menudo están poniendo dinero en el lugar equivocado”. 

“Los trabajadores de los servicios de emergencia y los bomberos, que están en primera línea y que arriesgan sus vidas para combatir los incendios forestales, necesitan apoyo. Tenemos que minimizar el riesgo de incendios forestales extremos estando mejor preparados: invertir más en la reducción del riesgo de incendios, trabajar con las comunidades locales y fortalecer el compromiso global para luchar contra el cambio climático”, continuó.

Eso incluye reducir las vulnerabilidades. Por ejemplo, y según se lee en el informe Fronteras 2022, el cambio de uso del suelo es otro factor de riesgo. La tala comercial y la deforestación, la limpieza de la vegetación para dedicar esos sitios a tierras de pastoreo y la expansión de las ciudades, resta resiliencia a los territorios ante el fuego. 

Otra causa de la proliferación de incendios forestales es la supresión agresiva del fuego natural, que es esencial en algunos sistemas naturales para limitar las cantidades de material combustible y las políticas inadecuadas de manejo del fuego, las cuales excluyen las prácticas tradicionales de manejo del fuego y el conocimiento indígena, señalan los autores de Fronteras 2022.

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