Delegados de casi 200 países se reunirán esta semana en Montreal, Canadá, con motivo de la conferencia de la biodiversidad, la COP15, para intentar alcanzar un gran pacto mundial que preserve a las especies animales y vegetales en pleno cambio climático.
La COP15 es el equivalente en términos de biodiversidad de la conferencia sobre el cambio climático, que celebró su 27ª edición en Egipto en noviembre. A pesar del escaso éxito del histórico Acuerdo de París (2015) para atajar el calentamiento del planeta, los promotores de la COP15 de Montreal aspiran a imitar ese gran pacto internacional.
Los científicos advierten que el ser humano debe repensar urgentemente su relación con la naturaleza, antes de que el exceso de explotación y depredación acabe confirmando lo que algunos temen: una extinción masiva de animales, la sexta en la historia del planeta.
"Nuestro planeta está en crisis", explicó Elizabeth Maruma Mrema, que preside la Convención sobre la Diversidad Biológica (CBD), en un encuentro con periodistas antes del arranque de las negociaciones. Un acuerdo mundial sería "crucial para garantizar que el futuro de la humanidad es sostenible", enfatizó.
Las discusiones, que debían originalmente celebrarse en China, llevan dos años de retraso a causa de la pandemia del COVID-19.
El objetivo es fijar una serie de compromisos y objetivos para mediados de siglo, destinados a la inmensa mayoría de países, con la notable excepción de Estados Unidos, que decidió no ratificar el convenio. La comunidad internacional ya se había fijado varios objetivos en la última década, ninguno de los cuales pudo ser cumplido. Y ahora las negociaciones se han vuelto más complicadas, con nuevas reglas sobre contaminación, pesticidas, protección de áreas naturales o agricultura.
Hasta ahora, solamente dos puntos de una lista provisional de 22 han sido acordados antes de Montreal. "Hay que admitir que no está garantizado el éxito", explicó una fuente europea cercana a las discusiones. "Tenemos por delante un panorama muy difícil".
El dinero, de nuevo
China aún preside la COP15, que se celebrará en Montreal, donde la CBD tiene su sede, entre el 7 y el 19 de diciembre.
Solamente el primer ministro canadiense Justin Trudeau ha confirmado su presencia. Eso contrasta con el centenar largo de líderes que participaron en la COP27 de Sharm el-Sheij.
Como en la cita de Egipto, el dinero monopoliza buena parte de las discusiones. Brasil, respaldado por 22 países, incluida Sudáfrica, Egipto e Indonesia, exigen que los países desarrollados entreguen como mínimo 100.000 millones de dólares anuales de aquí a 2030 para proteger la biodiversidad. Esa cifra también había sido prometida para luchar contra el cambio climático, supuestamente a partir de 2020. Los países desarrollados no quieren crear una nueva línea de crédito o de donaciones para la biodiversidad.
Otro tema candente es la "biopiratería", es decir, el supuesto robo de fórmulas e ingredientes naturales para el multimillonario sector farmacéutico y de cosméticos, sin que las comunidades originarias que tienen esos recursos en sus territorios reciban su parte de los beneficios.
La participación indígena
Uno de los escasos objetivos que ha recibido apoyo generalizado es el denominado "30 por 30": el compromiso de proteger el 30% de la tierra y los mares de aquí a 2030. Países como Costa Rica ya han cumplido con ese objetivo. Por el momento un centenar de países apoyan formalmente el objetivo, según una coalición de países que intenta recabar el apoyo unánime de toda la comunidad internacional.
Solamente el 17% de la tierra y en torno al 7% de los océanos estaban protegidos en 2020.
El compromiso de las comunidades indígenas con ese objetivo es esencial, puesto que cerca del 80% de la biodiversidad en el planeta se encuentra en sus tierras. "No va a funcionar si los pueblos indígenas no están comprometidos a fondo", explicó Jennifer Tauli Corpuz, de la oenegé Nia Tero, a la AFP.
Otros puntos de la negociación son la eliminación o la reorientación de centenares de millones de dólares en subsidios que perjudican a la biodiversidad, el apoyo a la pesca o la agricultura sostenibles, la reducción de los pesticidas o la reforestación.
"Necesitamos objetivos y plazos que puedan ser medidos, con indicadores claros", explicó la fuente europea negociadora. Eso implica "controles estrictos, planificación y revisión".