Los festivales musicales y las celebridades, como el grupo Coldplay, muestran una creciente preocupación por su huella de carbono, desplegando iniciativas, buena voluntad y, a veces, simples estrategias de comunicación para tranquilizar las conciencias.
El gigantesco concierto de Madonna en Río de Janeiro, el pasado 4 de mayo, tuvo 1,6 millones de espectadores y requirió tres aviones, 270 toneladas de equipo y una escena de 800 metros cuadrados, un despliegue que parecía algo ya superado.
Coldplay también congregó multitudes en ese mismo escenario en 2022, pero sus integrantes se muestran muy interesados en resaltar su compromiso ecológico. Según su productor, durante los dos primeros años de su reciente gira mundial el grupo británico redujo en un 59% sus emisiones de dióxido de carbono (CO2), en comparación con su gira anterior (2016-17).
La formación de Chris Martin ha reducido su carga y ha instalado paneles que generan electricidad gracias al movimiento del público, entre otras medidas. Pero Coldplay sigue utilizando aviones para sus gigantescas giras.
Su asociación en 2022 con el gigante petrolero finlandés Neste, para utilizar biocombustibles sostenibles, fue criticada por el grupo de presión ecologista Transport and Environment, que los tildó de "idiotas al servicio del lavado de imagen verde ('greenwashing')".
El grupo climático Clean Scene calculó en 2019 que los 1.000 pinchadiscos más importantes del mundo tomaron 51.000 vuelos, equivalentes a 35.000 toneladas de emisiones de CO2.
Casi sin equipo
Todos los grandes festivales han emprendido iniciativas climáticas, desde el compostaje y los programas de transporte compartido en Coachella (California) hasta el uso de energías renovables en Glastonbury (Gran Bretaña).
Uno de los festivales más innovadores es We Love Green en París. Unos 110.000 asistentes al evento del mes pasado disfrutaron de artistas como la cantante de hip hop SZA, quien según Marianne Hocquard, responsable de desarrollo sostenible del festival, viajó "casi sin equipo".
Hocquard aseguró que ello se debe a que el festival se asegura de tener gran parte del equipo necesario listo para sus artistas y a que establece límites de gasto de energía para las actuaciones.
El festival Bon Air en Marsella canceló este año al DJ I Hate Models tras enterarse de que llegaría en jet privado. Muchos eventos ahora alientan a sus asistentes a utilizar medios de transporte más ecológicos.
We Love Green lanzó una asociación con la Federación Francesa de Ciclismo para organizar caravanas de bicicletas este año, y dijo que el 14% de los espectadores llegaron en bicicleta, a pesar del clima inclemente, frente al 8% del año pasado.
Jets privados
Pero hay límites en cuanto a lo que se puede hacer. Cuando Taylor Swift actuó en París en mayo, el ayuntamiento reconoció que hubo un aumento en las llegadas de jets privados a los aeropuertos locales.
Los operadores de jets privados han aprovechado eventos masivos como los festivales o el torneo de fútbol Euro 2024 para reforzar su negocio.
"Cuando viajas a un evento increíble como el Euro 2024, lo último que quieres es que tu experiencia se arruine por un vuelo retrasado", justificó recientemente el operador de jets privados KlasJet.
Tan solo queda esperar a que "un día Elon Musk y sus amigos del sector tecnológico inventen autobuses eléctricos para las giras", según declaraciones de la cantante islandesa Björk a AFP.