La epidemia del coronavirus cortó en seco las marchas y huelgas de los jóvenes militantes contra el cambio climático, pero el movimiento continúa activo en línea, con la esperanza de que esta crisis también sirva para sumar adeptos a su causa.
"Decidimos anular o postergar nuestras grandes manifestaciones. "Es lo que había que hacer", reconoció el miércoles la activista sueca Greta Thunberg en un debate en línea.
"Durante una crisis hay que dejar las cosas de lado y hacer lo que es mejor para la sociedad", agregó en alusión al confinamiento de más de la mitad de la población mundial para frenar la COVID-19.
Días antes de que la epidemia estallara en Europa, Thunberg anuló su presencia en una manifestación por el clima en París por "motivos familiares". La marcha, el 14 de marzo, acabó anulándose en el último momento por el coronavirus.
La parisina debía ser una manifestación más de las que desde hace más de un año protagoniza la sociedad civil en todo el mundo para reclamar a las autoridades que escuchen a la ciencia y actúen para limitar el calentamiento a +1,5 ºC, so pena de consecuencias catastróficas. También estaban previstas marchas y huelgas desde Portugal a Brasil, pasando por Dinamarca y Nigeria.
Sin embargo, "no hemos dejado de actuar, incluso en esta situación", explica a la AFP Vanessa Nakate, una joven activista ugandesa. La huelga escolar semanal, organizada por el movimiento de Thunberg, Fridays For Future, prosigue en línea.
Así, los jóvenes cuelgan fotos y pancartas con eslóganes cada viernes en las redes sociales. En su canal de Youtube, Fridays For Future organiza debates con jóvenes activistas y videos explicativos sobre los desafíos climáticos.
Este viernes, militantes, científicos y artistas intervendrán durante 20 horas en línea en el sitio fridaysforfuture.org/fff24.
Por su parte, el grupo de desobediencia civil Extinction Rebellion, nacido en Gran Bretaña, suspendió sus acciones de bloquear puentes y otras infraestructuras.
En cambio, lanzó una campaña en internet, #LoveandRageinTimesOfCorona (Amor y rabia en tiempos del coronavirus), para que sus militantes de más de 65 países compartan sus experiencias durante el confinamiento.
En La Haya, un grupo de militantes se manifestó simbólicamente: depositaron centenares de pares de zapatos en una plaza con mensajes en favor de la causa contra el calentamiento.
En Francia, los movimientos Alternatiba y ANV-COP21 proponen formaciones, conferencias o bien citan en línea acciones locales de solidaridad.
En Suiza, Layla Outemzabet, del movimiento Fridays For Future, admite que las reuniones entre miembros en línea son "menos eficaces" y que esto les forzó a ser "más creativos". Así lanzaron la petición "Cuidados sanitarios sí, dividendos no" y un centenar de sus militantes participaron en una jornada de ayuda a los agricultores en el campo.
Outemzabet, de 21 años, confía en que las tendencias que parecen reforzarse con el confinamiento, como el consumo local, lleven a muchos a "reflexionar" sobre temas como el clima, la agricultura o la autonomía alimentaria.
"Puede que nuestras reivindicaciones parezcan menos utópicas", confía.
Para Thunberg, el confinamiento es también un buen momento para "informarse": "Cuanto más sepas sobre un asunto, más capaz serás de actuar en el buen sentido", afirma.
Y es que una vez termine el confinamiento, "seguirá siendo necesario que nuestros hijos e hijas salgan a la calle para mostrarnos lo que es evidente: que no tenemos futuro si destruimos el entorno que nos mantiene en pie", afirmó esta semana el papa Francisco.