Aunque hay nuevos detalles, la esencia del nuevo informe científico de Naciones Unidas es la misma que sabemos hace tres décadas: la actividad humana está generando cambios destructivos, enormes y en ocasiones irreversibles en los mares y capas de hielo.
Esa es la conclusión general de un nuevo informe de Naciones Unidas que llama a la humanidad a reducir más rápidamente las emisiones de CO2.
Sin embargo, también hay muchos datos nuevos: el aumento del nivel del mar podría ser peor de lo que pensábamos, cada vez hay más "permafrost" descongelándose en las zonas polares y más personas de zonas costeras están en peligro de lo que creíamos.
El reporte empezó a prepararse en 2017 y fue liberado esta semana, luego de que 103 especialistas alrededor del mundo leyeran más de 7.000 estudios para "resumir" todo lo que la humanidad sabe sobre cómo el cambio climático impacta los océanos y la criosfera (las zonas congeladas del planeta)
Subida del nivel del mar, pequeñas islas amenazadas de sumersión, glaciares que desaparecen... Algunos de los impactos devastadores del cambio climático ya son "irreversibles", subrayó el grupo de expertos sobre clima de la ONU tras reunirse durante cinco días en Mónaco.
El anuncio viene dos días después de la cumbre climática de Nueva York, en la que no se obtuvieron los resultados esperados por los defensores del medioambiente.
El informe subrayó que aplicar medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero podría suponer una gran diferencia. Reduciendo las emisiones, los cambios nefastos en el océano no se detendrían repentinamente, pero se ralentizarían.
“Si reducimos las emisiones drásticamente, las consecuencias para las personas y sus medios de subsistencia todavía constituirán todo un desafío, pero puede que sean más fáciles de gestionar para las personas más vulnerables” dijo en un comunicado de prensa Hoesung Lee, Presidente del IPCC, el ente de científicos y científicas encargado de publicar este reporte.
De esta manera, "habría más posibilidades de conservar los ecosistemas y permitiría ganar tiempo", subraya la climatóloga Valérie Masson-Delmotte, que participó en la redacción del documento de 900 páginas.
Ganar tiempo para, por ejemplo, prepararse a la subida de las aguas que favorece las tormentas y las olas gigantes. ¿Cómo? Construyendo diques alrededor de las grandes megalópolis costeras como Nueva York o anticipando el desplazamiento inevitable de algunas poblaciones, sobre todo de los pequeños Estados insulares que podrían volverse inhabitables para finales de siglo.
"Centenares de miles de millones de dólares"
El ritmo de crecimiento del nivel de los océanos fue 2,5 veces más rápido a principios del siglo XXI que en el siglo XX y continuará aumentando.
Los especialistas coincidieron en que este es un problema social y de modeo de desarrollo. No es un "problema técnico o medioambiental. No podemos poner una tirita encima para que desaparezca", según otro autor del informe, Bruce Glavovic, de la Universidad Massey de Nueva Zelanda. Esto "redefinirá los litorales del mundo enero, ahí donde se concentran las poblaciones".
En estas costas, construir protecciones podría reducir el riesgo de inundaciones de una entre 100 a una entre 1.000, pero costaría "entre decenas y centenares de miles de millones de dólares anuales", según el informe.
Estas protecciones serán sin embargo más eficaces en las megalópolis costeras (como Nueva York) que en los grandes deltas agrícolas o los pequeños estados insulares (como Tuvalu), que de todas formas tampoco tendrán los recursos financieros para realizar esas obras.
En total, según el informe, más de 1.000 millones de personas vivirán de aquí a mediados de siglo en zonas costeras poco elevadas, especialmente vulnerables a las inundaciones y a otros eventos meteorológicos extremos amplificados por la subida del nivel del mar y el desarreglo climático.
Los impactos vendrán pronto. Incluso en un mundo con un calentamiento de 2 ºC, que es el límite máximo planteado en el Acuerdo de París, muchas megalópolis y pequeñas islas se verían golpeadas de aquí a 2050 por un evento extremo al menos una vez al año, en vez de una vez cada 100 años como hasta ahora.
El mundo se comprometió en 2015 en el Acuerdo de París a limitar el calentamiento a muy por debajo de los 2 ºC, e incluso a 1,5º C respecto a la era preindustrial (cerca del 1850), reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con las actividades humanas.
Los océanos, que cubren más del 70% de la superficie terrestre, absorbieron alrededor de una cuarta parte de estas emisiones y 90% del calor suplementario generado por el CO2 producido por el hombre. Y con consecuencias palpables: alza de la temperatura del mar, acidifiación, pérdida de oxígeno.
“Los océanos del mundo y la criosfera han ‘absorbido el calor’ fruto del cambio climático durante decenios, y las consecuencias para la naturaleza y para la humanidad son graves y de gran alcance”, apuntó Ko Barrett, Vicepresidenta del IPCC
"Promesas demasiado débiles"
Estos cambios provocan impactos en cadena en los ecosistemas de los que depende el hombre, como en los arrecifes coralinos vitales para muchas especies de peces, así como en las regiones montañosas, cuyas poblaciones dependen del agua de los glaciares.
Este informe adoptado por los 195 Estados miembros del IPCC es el cuarto informe científico de la ONU en un año para alertar de los impactos del cambio climático y plantear soluciones de remediarlo o al menos limitarlo.
Pero pese a las pruebas científicas incontestables y a la movilización de millones de jóvenes en las calles del mundo entero la semana pasada, los dirigentes mundiales reunidos en Nueva York el lunes no estuvieron a la altura de la urgencia climática, según los defensores del medioambiente.
"Con las promesas demasiado débiles de los Estados, tenemos más posibilidades de hacer saltar por los aires el banco del casino de Montecarlo que de limitar el calentamiento a + 1,5 ºC", comentó Stephen Cornelius, de WWF.
Los compromisos internacionales actuales, si se respetaran, conducirían a un mundo a +3 ºC.
El IPCC afirma además en su informe que los océanos también pueden ofrecer soluciones para ayudar a reducir las emisiones, sobre todo en cuanto al desarrollo de energías renovables.