A mediados del 2015, la lluvia era un recuerdo en Santa Cruz de Guanacaste.

“Uno veía que las vacas se enfermaban y se veían más flacas”, dice Hanzel Rosales, vecina de Santa Rosa de Santa Cruz y administradora del acueducto comunal de esa localidad.

Los meses habían pasado y la lluvia no llegaba. En Liberia, por ejemplo, en un mayo normal llueve unos 194 milímetros, según el Instituto Meteorológico Nacional (IMN), pero durante la sequía del 2015, apenas llovió 1,3 milímetros en mayo.

Según recuerda Rosales, el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillado (AyA) les cortaba el agua desde las seis de la mañana para racionalizar lo que quedaba de los mantos acuíferos. En el Instituto recuerdan también estos meses como un período complicado.

“Se nos empezaron a salinizar acuíferos costeros y eso comprometió el abastecimiento de agua en toda la región del Pacífico Norte”, reconoce Manuel Salas, actual gerente general del AyA.

Hoy, tanto Rosales como Salas admiten sentirse más tranquilos gracias al casi terminado acueducto de Nimboyores, que beneficiaría a unas 50 mil personas y abastecería 12 acueductos comunales. Esta obra, según el AyA, ayudaría a combatir la sequía y los impactos del cambio climático en el cantón de Santa Cruz.

Según aseguró Salas, este proyecto cobra aún más importancia ahora que el IMN anunció un nuevo fenómeno de El Niño –de una intensidad más moderada– para este año en Guanacaste.

“Para aquellas comunidades que entran en problemas, nosotros atendemos con camiones cisterna. Al tener (Nimboyores) junto a otros acueductos operando, ya eso nos permite hacer un manejo más efectivo de camiones. No es como en el 2015 que el agua estaba lejos y las condiciones difíciles” mencionó Salas.

De acuerdo con el gerente del AyA, Nimboyores está previsto para comenzar operaciones en marzo, justo a tiempo para la entrada de El Niño.

Lo cierto es que Guanacaste es una de las regiones más vulnerables a los impactos del cambio climático.

Según una investigación del Programa Estado de la Nación, la temperatura en la provincia podría subir hasta 4,5 °C y las lluvias reducirse a la mitad para la segunda mitad del siglo actual.

El AyA espera que este y otros acueductos en planificación servirán para hacerle frente a las condiciones cada vez más áridas.

“Guerra por el agua”

La promesa de Nimboyores es grande: calmar la sed desde Santa Cruz hasta Tamarindo. Naturalmente, esta obra ha enfrentado una férrea oposición de ciertas comunidades que temen la sobreexplotación del acuífero de Nimboyores.

“Yo pienso en los niños, hay que cuidar esa agua para las generaciones futuro”, señaló Jacqueline Ruiz, vecina de Lorena (comunidad aledaña al acuífero) al medio local La Voz de Guanacaste en el 2015.

El acueducto nació en medio del conflicto.

De acuerdo con los planes del acueducto, una buena parte del agua de Nimboyores se va para la costa, para darle apoyo al acuífero de Huacas-Tamarindo, desgastado por la sobreexplotación y la salinización.

“Nosotros somos conscientes de que en la zona costera hay un problema de agua. El AyA se preocupaba solo por que los hoteles tuvieran agua. Nosotros queríamos algo conjunto con las comunidades”, aseguró María Rosa Angulo, líder comunal de Santa Cruz y ex-presidenta del acueducto comunal de Lorena.

El último evento de El Niño dejó enormes afectaciones en Guanacaste y todo Centroamérica.(Créditos: Neil Palmer / CIAT)

De acuerdo con Angulo, la comunidad veía con desconfianza al AyA y temía que usaran el agua de las comunidades para “dársela a los ricos”.

“Se dieron las bases de un conflicto serio. Una ‘guerra por el agua’ relativamente pacífica aunque, en algunos casos, hubo amagues de violencia”, aseguró el gerente del AyA.

Viabilidad social

En medio de esta crisis, la institución llegó a una serie de acuerdos con las comunidades cercanas al acuífero para hacer un uso sostenible del agua.

“El acuífero en este momento está cerrado. Ese fue uno de los acuerdos a los que llegamos con la comunidad. El acuerdo sería que no se iban a dar más permisos (de perforación) y se iba a hacer un uso controlado del agua disponible”, señaló Viviana Ramos, directora de gestión ambiental del AyA.

Tanto el Servicio Nacional de Aguas Subterráneas (Senara) como el equipo de gestión ambiental del AyA han avalado el uso controlado del agua de Nimboyores.

El AyA incluso mantiene un monitoreo constante del cauce del acuífero, en vigilancia de que sus niveles no disminuyan demasiado. Esto, a su vez, era una de las demandas de los líderes comunales.

“Tenemos información que podemos observar y podemos definir qué está pasando. A la fecha mantenemos un control debido a las condiciones de cambio climático. El año más fuerte fue en el 2015”, dijo Ramos.

Para Angulo, quien solía oponerse al proyecto, ahora es importante que estas promesas se apliquen.

“Ya se está trabajando en conjunto con las comunidades. (...) Ya hay un poquito más de confianza pero ahora viene el tema de la protección del acuífero”, señaló la vecina de Santa Cruz.

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