El científico que descubrió la forma de contabilizar la pesca mundial es un defensor de los océanos y un firme crítico de la pesca industrial. Ahora tenemos un tratado sobre altamar, pero ¿es suficiente?

Por Nicola Jones / Traducido al español por Debbie Ponchner

Daniel Pauly es uno de los investigadores pesqueros más citados del mundo y alguien acostumbrado a causar revuelo. Ha pedido que se prohíban las subvenciones que fomentan la sobrepesca, como las que abaratan el combustible del transporte marítimo o mantienen artificialmente altos los precios de mercado. Y ha comparado la industria pesquera mundial con un esquema Ponzi insostenible: al igual a como los estafadores solo subsisten encontrando nuevos inversores a quienes estafar, afirma, la industria pesquera solo sobrevive encontrando poblaciones de peces no explotadas previamente.

En febrero, Pauly y su colega Rashid Sumaila ganaron el prestigioso Premio Tyler al Logro Medioambiental de la Universidad del Sur de California por sus esfuerzos en pro de la sostenibilidad de los océanos. Los dos, por ejemplo, redactaron una petición a las Naciones Unidas en febrero, antes de una reunión internacional para elaborar un nuevo tratado de altamar, en la que pedían que esas aguas fueran declaradas una enorme zona protegida de la ONU que prohibiera la pesca comercial. El tratado se firmó finalmente el 4 de marzo con gran éxito; incluye una forma de designar zonas marinas protegidas en altamar, pero no va tan lejos como el dúo había pedido en términos de protección de la fauna marina.

Pauly no es ajeno a los conflictos y los tiempos difíciles. Cuenta que, en el despertar de la II Guerra Mundial, su madre lo envió desde Francia a vivir con un matrimonio suizo durante unos meses, pero nunca lo devolvieron. A los 16 años huyó a Alemania, donde terminó sus estudios y se hizo biólogo pesquero. Trabajó en Ghana, Tanzania y Filipinas durante 15 años, y acabó en Canadá, donde en 1999 fundó la iniciativa Sea Around Us en la Universidad de Columbia Británica, en Vancouver. Ese proyecto, descrito en el número de 2023 del Annual Review of Marine Science, pretende cuantificar el impacto de la humanidad en la industria pesquera y buscar las mejores formas de hacerlo en el futuro.

Knowable Magazine habló con Pauly sobre su trabajo. Esta entrevista ha sido editada para lograr más claridad.

¿Cómo empezó el proyecto Sea Around Us?

En 1997, el Pew Charitable Trusts (entonces era una fundación) me invitó a participar en una reunión del tipo: ¿Qué harías si dispusieras de mucho dinero para responder a las preguntas “cómo está el océano” y “cómo podemos mejorar lo que hacemos con el océano”? Había cinco o seis pesos pesados de la oceanografía, y yo. Todos dijeron: Necesitamos más datos (la mayoría de los científicos siempre dicen que necesitamos más datos) y entonces dentro de 20 años se podrá decir algo. Yo fui el último en hablar, y dije: Esto no tiene sentido. La industria pesquera está tomando las muestras del océano por nosotros. Todo lo que tenemos que hacer es documentar adecuadamente la industria pesquera, y entonces podremos extraer información sobre el estado del océano.

Obtuve de Pew unos 1,2 millones de dólares al año, durante 15 años, para hacer esto. Y esa fue la base de todo nuestro éxito. Documentamos la industria pesquera mundial y lo pusimos a disposición del mundo.

Hoy es más difícil, porque no tenemos este tipo de apoyo. Tenemos alrededor de un tercio del dinero, reunido de diversas fuentes.

¿Cómo obtuvo los datos para documentar la pesca?

Básicamente, cada año, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) publica los datos que obtiene de sus países miembros sobre sus industrias pesqueras. Pero los datos sobre capturas son incompletos.

Por ejemplo, Canadá no envía a la FAO las capturas de su pesca recreativa, ni las realizadas por flotas extranjeras en sus propias aguas, ni las capturas descartadas, ni las capturas accesorias —peces capturados por accidente junto a la especie objetivo—. En EE.UU., solo se envían las capturas realizadas en sus aguas federales, a más de tres millas de la costa.

Muchas naciones insulares del Pacífico no informan de las capturas realizadas por los pescadores locales, incluidas las mujeres de los arrecifes, que a menudo alimentan a su población. Esto supone hasta el 80 % de sus capturas, que van a parar a las ollas, pero de las que nunca se informa. ¿Cómo lo sabemos? Lo sabemos porque la Organización Mundial de la Salud publica, por ejemplo, el consumo de pescado. Muchos países no importan pescado, así que deben obtenerlo de sus propias aguas.

Hay algunos países en los que los funcionarios pueden obtener rédito político diciendo que su industria pesquera va bien. Por ejemplo, Myanmar lleva años enviando a la FAO no sus capturas, sino la previsión de lo que espera capturar el año próximo. La cifra aumentaba sin problemas: en 2008 sufrieron un gran huracán que destruyó la mitad de su flota pesquera, pero no apareció en los informes de la FAO.

Las estadísticas chinas son lo peor posible.

Tenemos que arreglar todo esto, llenar los vacíos. A veces encontramos datos en trabajos antropológicos, en estudios de género, en estudios de salud, en cualquier sitio que documente lo que la gente come y hace.

Cada año, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación realiza una estimación mundial de las capturas pesqueras a partir de los datos facilitados por los países miembros (capturas declaradas, línea verde). Pero, por muchas razones, estos datos son incompletos, afirma el biólogo pesquero Daniel Pauly. Él y sus colegas han utilizado otros tipos de datos para obtener cifras más precisas (captura reconstruida, línea azul).(Créditos: Revista Knowable)

Así que usted está rastreando todo tipo de conjuntos de datos para obtener esta información.

Sí. Hicimos un atlas — un esfuerzo en el que participaron 400 personas, amigos y colegas de todo el mundo, que nos ayudaron voluntariamente a reconstruir los datos país por país desde 1950—.

Algunas de nuestras estimaciones por países serán demasiado altas o demasiado bajas. Pero estamos seguros de que el total que obtenemos sumando todas ellas no está lejos de la realidad.

¿Cuál es ese total? ¿Cuál es el total de la pesca mundial?

Creemos que alcanzó su máximo en torno a 1996, con 130 millones de toneladas métricas. En la década de los años noventa todavía había nuevas reservas que podíamos explotar y que nunca se habían explotado. Entonces llegó un momento en que la expansión llegó a un límite. No se podía ampliar más, aunque el esfuerzo pesquero, el número de barcos que tenemos y el tiempo que pasan en el mar es mayor hoy que en los años noventa.

Esos 130 millones de toneladas métricas de pescado proporcionan aproximadamente el 5 % de las calorías que necesita el mundo. Y es quizás el 20 % de la biomasa mundial de peces en cualquier momento. En una industria pesquera sostenible y bien gestionada, normalmente se puede capturar alrededor del 10 % anual de la biomasa existente. Así que las capturas mundiales son excesivas.

¿Cuánto han sufrido los océanos por ello?

No hay una única forma de cuantificar esto con la que todo el mundo esté de acuerdo. Pero si tomamos la abundancia de peces grandes, como los tiburones, se ha reducido en un 70 %. La biomasa de las poblaciones de peces explotadas está disminuyendo prácticamente en todas partes. La población de los océanos está cambiando a una de peces más pequeños.

Hay muy pocos indicadores que sean positivos. Uno podría ser el dinero. El declive del bacalao, por ejemplo, ha permitido el florecimiento del camarón, el cangrejo y la langosta. Y se puede ganar mucho dinero explotándolo; algunas personas ganan más dinero que nunca. Pero el dinero de la pesca se distribuye de forma diferente hoy que en el pasado. Ahora está más en manos de unos pocos barcos industriales, en lugar de estar extendido por todo el panorama.

¿Hay excepciones?

La pesquería de abadejo de Alaska en el Pacífico nororiental es una industria pesquera anómala en el sentido de que está muy bien gestionada. Es una de las industria pesqueras más inteligentes, porque han conseguido mantener la biomasa extremadamente alta, y es estable. No permiten demasiados barcos, así que cada barco gana muchísimo dinero. Es la industria pesquera más rentable del mundo.

Debo mencionar que las pesquerías estadounidenses, en su conjunto, están mejor gestionadas que las de la mayoría de los demás países.

¿Qué papel debe desempeñar la piscicultura en un océano sostenible?

La piscicultura suena bien. Pero ahora mismo, solo Asia obtiene un beneficio neto de la piscicultura. Alrededor del 60 % de la acuicultura mundial está en China. La inmensa mayoría de su producción de marisco son moluscos, como almejas, ostras y demás. Son invertebrados a los que no hay que alimentar, se alimentan solos. Eso es acuicultura de la buena.

Cuando hablamos de acuicultura en Occidente, solemos referirnos al salmón y otros peces carnívoros que hay que alimentar con harina de pescado. Se necesitan entre 3 y 4 kilos de peces pequeños para producir un kilo de salmón. Este tipo de acuicultura consume peces, no los produce. En África Occidental, por ejemplo, las sardinas que la gente solía comer ahora se muelen para exportarlas como harina de pescado.

Las áreas marinas protegidas (AMP) —lugares donde la pesca está legalmente restringida o prohibida por completo— son a menudo promovidas por los conservacionistas, pero combatidas por la industria pesquera. ¿Funcionan?

Sí. Básicamente, si se pesca en una zona determinada, la población se reduce. Si se pesca en exceso, la población se reduce aún más. Si no pescas, la población se recupera. Eso es lo que ocurre. No hay ningún bloqueo conceptual a la idea de que deberían funcionar, y cada vez que alguien hace un estudio de las AMP, funcionan.

Cuando tienes una gran AMP, puedes ver desde el espacio todos los barcos que están pescando justo en el borde: es lo que se llama pescar al límite. La industria pesquera irá al borde de una AMP y capturará muchos peces, y luego irá y se quejará de las AMP. Es ilógico.

En diciembre de 2022, más de 190 naciones se comprometieron a proteger el 30 % de la tierra y el 30 % de los océanos para 2030 (la campaña 30x30). ¿Cómo va eso?

No lo sé. No soy solo yo quien no lo sabe, porque a menudo la gente declara un AMP pero en realidad no protege nada allí. Es solo un “parque de papel”.

Por ejemplo, en Europa existe un sistema de zonas marinas protegidas llamado Natura 2000. Alguien las ha investigado y ha descubierto que estas áreas marinas protegidas en Europa son zonas de exterminio donde la presión pesquera es más fuerte dentro que fuera. No me lo estoy inventando. El concepto francés de zona marina protegida es una zona donde se puede pescar realmente sin restricciones, incluida la pesca de arrastre. Hemos elaborado un índice de “parques de papel” y hemos encontrado las 11 peores AMP del mundo.

El objetivo del 30 % es loable. Pero muchos países cumplirán el requisito del 30 % mintiendo.

Usted ha sugerido prohibir la pesca comercial en altamar, es decir, más allá de las “zonas económicas exclusivas” (ZEE), que se extienden a 200 millas de las costas nacionales. ¿No tendría eso un enorme impacto en nuestro suministro de pescado?

La altamar constituye el 60 % del océano mundial, pero menos del 10 % del pescado que se captura en todo el mundo. Se trata, pues, de una zona inmensa que produce muy poco pescado. Se le presta mucha atención porque es donde pescamos atún y calamares, y demás. Pero, en conjunto, la altamar es un espectáculo secundario.

En particular, casi todas las especies que se capturan en altamar pasan también a las ZEE, donde podrían pescarse. Ahora mismo, el atún lo capturan Japón, Corea del Sur, Taiwán, China, España y dos o tres países más, y eso es todo. Si solo se pudiera pescar en las ZEE, unos 50 países podrían acceder al atún. Aportaría mucha más equidad al mundo.

Si cerráramos la altamar a la pesca, seguiríamos teniendo las mismas capturas, globalmente. Produciríamos muchos menos gases de efecto invernadero si los pesqueros no se alejaran tanto. Tendríamos menos esclavitud en el mar porque todo esto se haría dentro de las jurisdicciones nacionales. Y las poblaciones de peces serían mucho más sostenibles, porque habría una zona muy amplia donde podrían recuperarse.

¿Hay indicios de que esto vaya a ocurrir?

Es una idea que llevará de 20 a 30 años. Pero es como la idea de las zonas económicas exclusivas. Eso empezó con unos cuantos países sudamericanos entre los años cuarenta y sesenta, y en su momento fue motivo de risa: la idea de que una flota no pudiera pescar en aguas costeras sin autorización y sin pagar un canon parecía completamente absurda. Y, sin embargo, en 1982 se ratificó la Convención sobre el Derecho del Mar y las ZEE se convirtieron en la norma del Planeta Tierra. No se puede esperar que esto ocurra de inmediato, pero es una idea a la que le ha llegado su hora.

Los delegados de la Conferencia Intergubernamental de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad Marina de las Zonas Fuera de la Jurisdicción Nacional (BBNJ) acaban de acordar en marzo, tras años de debate, un tratado para altamar. Establece una vía para crear AMP en altamar, pero no llega tan lejos como usted pedía en su carta.

No esperábamos en absoluto que nuestra idea de prohibir toda la pesca en altamar se recogiera en esta ronda: la idea es demasiado nueva. Lo importante es que tenemos un tratado de altamar, que puede modificarse y se modificará más adelante.

Si hiciéramos todo lo bueno —prohibir toda la pesca en altamar, proteger el 30 % del océano en zonas marinas protegidas, prohibir las subvenciones perjudiciales, aplicar normas y cuotas de pesca más estrictas—, ¿cuánto tardarían en recuperarse las poblaciones de peces?

El mar se recupera muy rápido. Las poblaciones se recuperan muy rápido, más que la tierra: pueden reconstituirse en 10 años.

Pero también tenemos que hacer frente al cambio climático.

Sí. Los peces se desplazarán, hacia los polos. Pero el océano se está volviendo cada vez más problemático para los peces porque los océanos se están desoxigenando lentamente. A medida que las aguas se calientan, los peces necesitan más oxígeno, pero el agua es capaz de retener menos oxígeno. Será un desastre si no resolvemos el problema de la emisión de gases de efecto invernadero: el océano será hostil a las formas de vida superiores, eso está claro. Habrá peces más pequeños en unas pocas zonas que sobrevivirán.

Pero no será la pesca la que derrumbe nuestra civilización. Nuestro sistema agrícola se derrumbará: eso es mucho más frágil. La guerra de Rusia contra Ucrania ha ilustrado cómo la incapacidad de unos pocos países para exportar trigo puede desencadenar hambrunas.

Así que ahora mismo, la sobrepesca es el mayor problema para los peces. Pero incluso si hacemos todo lo correcto al respecto...

Si no solucionamos el problema de las emisiones de gases de efecto invernadero, todo será en vano. Sí.

Eso es deprimente.

No es deprimente. Tenemos albedrío, podemos hacer cosas. No somos prisioneros. Podemos salir de este agujero.

Este artículo apareció originalmente en Knowable en español, una publicación sin ánimo de lucro dedicada a poner el conocimiento científico al alcance de todos. Suscríbase al boletín de Knowable en español

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