Los líderes de casi dos centenas de los países del mundo se reunirán en Alemania del 7 al 16 de noviembre para hablar sobre cambio climático y, según el especialista Harald Fuhr, podemos esperar un inminente camino hacia la economía limpia.
Fuhr es politólogo y economista de la Universidad de Potsdam en Alemania y sostiene que reducir la huella ambiental en el globo podría, al mismo tiempo, abrir nuevos mercados en la economía.
Lejos de ver la acción contra el cambio climático como un obstáculo, el politólogo alemán opina que este nuevo mercado está lleno de oportunidades y asegura que los políticos como Donald Trump no pueden evitar este cambio.
El catedrático alemán conversó con Ojo al Clima en agosto sobre el impacto del cambio climático en la política tanto a nivel de gobiernos locales como en las negociaciones entre países.
-¿Cuáles han sido los logros de las negociaciones climáticas hasta el día de hoy?
Creo que el logro más importante ha sido que todos los países participantes finalmente llegaron a un acuerdo y este básicamente dice que tenemos un problema que tenemos que tratar.
Que todos se pongan de acuerdo no es fácil. Cada país tiene problemas muy diferentes y necesidades muy diferentes. Ponerlos de acuerdo sobre un problema mundial creo que es un logro muy importante.
-No obstante, de cara a la próxima COP está el tema de Estados Unidos dejando el Acuerdo de París. ¿Cómo se van a desenvolver estas negociaciones con ellos de lado?
Hay que diferenciar entre el gobierno de los Estados Unidos y los ciudadanos de los Estados Unidos. Creo que Estados Unidos tiene altas capacidades para la investigación del cambio climático y ha empujado esta agenda de forma ambiciosa en las últimas décadas.
Hay que diferenciar entre el gobierno de los Estados Unidos y los ciudadanos de los Estados Unidos. Creo que Estados Unidos tiene altas capacidades para la investigación del cambio climático y ha empujado esta agenda de forma ambiciosa en las últimas décadas.
Por otro lado, tenemos un gobierno que se rehúsa a asumir compromisos tanto internacionales como nacionales porque creen que puede afectar negativamente el crecimiento económico y el nivel de empleo.
-¿Esta salida podría retrasar las negociaciones?
Tal vez podría ser un retraso temporal pero mucho puede pasar en los próximos años. Yo veo dos niveles: la sociedad que es muy consciente del problema y quiere tomar acción y los políticos jugando con otros grupos de interés como el petróleo.
Cada vez más el nivel de los ciudadanos va a tomar la agenda y el gobierno va a tener que ajustarse.
-¿Sería cierto que la mitigación del cambio climático reduciría la economía?
Sería otra economía que introduce nuevos puestos de trabajo y nuevos productos y eso es una máquina gigantesca de nuevas inversiones. Es un cambio de un sistema al otro y estamos justamente entre los dos sistemas.
Es como el cambio del vapor al carbón, luego hubo un pequeño cambio a la energía nuclear y ahora a una energía renovable con otros productos. Ahora se vive la transición con todos los problemas que surgen.
-Hay varios estudios que analizan el impacto que el cambio climático podría tener en la migración. ¿Serviría esto para generar nuevas olas de políticos como Trump?
Sí, definitivamente. La población no puede quedarse en lugares donde hay sequía o inundaciones permanentes. La gente sale porque no quiere vivir en este ambiente.
Esto va a crear nuevas olas de migración y va a crear problemas en la integración y el manejo de la migración. Si no se maneja bien, puede crear olas nuevas de populismo. Puede crear problemas de competitividad sobre los migrantes.
En Europa ya se está calculando cuáles podrían ser los efectos del cambio climático en África subsahariana.
-¿Como una especie de preparación...?
Sí. Claro, también se puede ver el potencial. Por ejemplo, hay un proyecto para producir electricidad en el Sahara con paneles solares que podría ser una fuente masiva de empleo.
Marruecos, por ejemplo, ya tiene grandes instalaciones solares y exporta energía solar. Esto hay que multiplicarlo en esa área. Si no se hace nada, uno seguramente va a tener que manejar con millones de personas desplazándose.
Usted ha expresado la necesidad por reducir emisiones especialmente en las zonas urbanas. ¿Son estas zonas las principales responsables de nuestras altas emisiones?
Los centros urbanos contribuyen alrededor de un 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero. En vez de preocuparnos por países, nos deberíamos preocupar por cambiar el patrón de desarrollo urbano y hacer que las ciudades limiten sus emisiones.
De hecho, ya hay un montón de estas iniciativas a nivel urbano y muchas de estas grandes ciudades aprenden entre ellas. Hay una competitividad positiva porque cada una quiere ser más verde.
- ¿Sería más factible, entonces?
Los gobiernos locales actúan menos políticamente que los gobiernos nacionales y se preocupan por su propia comunidad y su propio sector privado. Tenemos, por ejemplo, en los Estados Unidos una clara resistencia en contra de la salida de París y las ciudades dicen “no, nosotros vamos a cumplir”.
Tenemos, por ejemplo, en los Estados Unidos una clara resistencia en contra de la salida de París y las ciudades dicen “no, nosotros vamos a cumplir”.
Si ellos se mueven es significativo. Yo he dicho esto antes: no importa mucho lo que Finlandia hace pero si México DF o Sao Paulo, que tienen el doble más de gente, reducen sus emisiones esto tiene un efecto.
(Sin embargo) tiene que coordinarse. Ciudades como Berlín o Lima son gobiernos locales pero tienen íntimas relaciones con el gobierno federal y están muy ligadas a la política nacional. Hay que coordinar el nivel nacional con el nivel subnacional.
Sería una revolución en la política internacional: cuando los gobiernos están casi paralizados, los gobiernos subnacionales se mueven.