Viticultores de todo el mundo, afectados cada vez más por las sequías o las inundaciones, llamaron esta semana a la unidad contra el cambio climático, no solo para proteger su producción sino también para cumplir con los objetivos del acuerdo de París.
Reunidos en el salón francés Vinexpo, uno de los más importantes del mundo, los principales actores del sector quieren alentar la biodiversidad o crear cepas más resistentes frente a un fenómeno global.
"Podríamos crear un grupo a nivel mundial de todos los viticultores para luchar por la reducción de los gases de efecto invernadero (...) y hacer un cambio que sería seguido por otras empresas", pidió Miguel Torres, presidente de la española Bodegas Torres, asegurando que el sector necesita "grandes cambios".
Los incendios en Australia o Chile, o las heladas tardías en Francia a finales de abril –todos éstos países productores de vino— ilustran las consecuencias del cambio climático, que se irán agravando, según John Holdren, decano de la facultad de Ciencias del Medio Ambiente de Harvard,
El científico apunta a que, a diferencia de otros sectores, los "dirigentes influyentes" del mundo conocen muy bien el vino. "Si podemos hacerles comprender que sus grandes vinos están en peligro tendremos mucha influencia en esta cuestión", asegura.
Incluso si las temperaturas no aumentan tanto como predicen los científicos, también serán perjudiciales para los viñedos. "Las vides son plantas muy sensibles, como un termómetro", recuerda Gaia Gaja, copropietaria del dominio Gaja en el Piamonte (Italia), conocido en todo el mundo.
Los expertos apuntan a que el aumento de las temperaturas puede hacer que los vinos sean cada vez más potentes pero menos complejos en aromas, con tasas de alcohol de hasta 16 o 17 grados y una falta de acidez que perjudica al sabor.
Variedades recuperadas.
Tras el acuerdo del clima de París, varios viticultores han tomado iniciativas para actuar contra el cambio climático.
Es el caso de las acciones colectivas de varios viñedos en el valle de Napa, en California, o de las Bodegas Torres en España, que invirtieron 12 millones de euros en investigación para intentar transformar el dióxido de carbono que producen, reciclar el agua o reducir un 25% de su consumo energético.
El cambio climático también ha llevado a recuperar variedades de uva como el 'petit verdot' en Burdeos (Francia) o el cinsault en Líbano, que hasta ahora difícilmente llegaban a la maduración.
Otra de las consecuencias del calentamiento global es el cambio de la geografía del vino, con regiones vinícolas que desaparecen y otras que se crean nuevas.
En esta perspectiva las Bodegas Torres, que también tienen viñedos en Chile, están comprando tierras en el sur del país, cerca de los lagos. Por su parte el champán Taittinger ha invertido en Inglaterra para producir vinos efervescentes.
Algunos productores también están experimentando con cepas más resistentes a la sequía, aunque la calidad todavía no es suficiente para elaborar grandes vinos.
Es el caso de Gaia Gaja, que intenta hacer "viñedos resilentes": en sus tres viñedos en Italia ha dejado de utilizar productos químicos y cultiva además hierba, plantas leguminosas o cebada entre las hileras para contener la humedad y favorecer la biodiversdad.
Una auténtica revolución que la joven viticultora describe como un cambio de modelo; "En estos quince últimos años nuestro trabajo ya no es cuidar los viñedos sino cuidar la vida", apostilla.