El agua es un recurso vital para la vida. No obstante, ¿qué tan importante es este recurso en nuestras actividades de consumo, producción y en las decisiones de inversión a corto, mediano y largo plazo?

En Costa Rica, pese a que nos decimos protectores del ambiente y tenemos un prestigio internacional en ese campo, pareciera que este recurso está en las últimas de nuestras prioridades. En el campo de la gestión integral de cuencas hidrográficas y del recurso hídrico o al menos en la protección del recurso hídrico, nuestra labor es más que deficitaria.

Por más de 30 años no han existido acciones para dejar de usar los ríos para botar la basura, aguas servidas y cloacas. Es decir, en la práctica, a los ciudadanos, funcionarios y políticos, el mantener la calidad del agua no ha sido prioritario; otras decisiones de inversión y de gasto han sido más importantes.

La protección de los mantos acuíferos es esencial, para poder mantener en calidad y cantidad una buena provisión de agua para la población. Sin embargo, veamos lo que no hemos hecho. No se han realizado inversiones para identificar, valorar y predecir con estudios hidrogeológicos de calidad, la situación de los mantos acuíferos; por otra parte, las zonas de recarga acuífera se han deteriorado, se critican las tarifas de agua potable, pese a que compramos botellas de esta, cuyo valor es más alto que el de los combustibles.

Cerca del 60% de las cuencas del país no tiene mediciones para saber cuánta agua se tiene en los diferentes meses del año, siendo un sueño pensar en monitoreo sistemáticos de la calidad del agua.

Se han causado daños a los acuíferos por empresas y personas, se ha buscado eliminar áreas de recarga para hacer construcciones, entre otras. Destruimos las áreas de protección de los ríos y nacientes, pese a que la ley prohíbe, pero se tienen otras prioridades. Pareciera que el valor económico que le damos al agua es muy bajo; encontramos otros costos de oportunidad más altos siempre, pese a que nos llamamos un país verde o ecológico.

La sociedad costarricense tiene la responsabilidad imperiosa de tomar medidas pronto para empezar a subsanar el deterioro de la calidad y cantidad de agua, vitales para el desarrollo y la sostenibilidad de los ecosistemas. Para ello, la primera acción es la internacionalización del valor económico del agua en todas las actividades económicas.

Es decir, un recurso vital como el agua, debe dejar de estarnos subsidiando procesos productivos, disfrute, contaminación y servicios ecosistémicos, para expresarse en un monto razonable de los costos de producción y precio de lo que consumimos, con el objeto de restaurar, proteger y hacer gestión sostenible del agua.

La segunda medida es que los entes responsables de la rectoría, ejecución, supervisión, regulación y ejecución, asuman de forma efectiva su labor para con la sociedad actual y futura. Si esto no se da, más temprano que tarde la factura por deterioro en la cantidad y calidad del agua, será mayor a lo que de forma preventiva podríamos estar haciendo, si invertimos en la protección de cuencas y la gestión integral del agua.

Se requiere con urgencia mejorar la capacidad de gestión institucional de estos entes relacionados con el agua; ello significa invertir recursos para contar con investigaciones, personal y acciones efectivas para conocer, planificar, supervisar y actuar para mejorar y mantener el recurso hídrico.

En tercer lugar, se requiere de una sociedad más activa. Los derechos ciudadanos son importantes, Costa Rica ha desarrollado estos; sin embargo, aparejado a ellos deben estar los deberes, que como miembros de un país debemos tener para con los recursos naturales y el ambiente. En la actualidad, ya no solo es válido ir en contra de, sino, a favor de qué. Es decir, de la beligerancia y lucha en contra de, debemos pasar a hacer, a construir, para proteger el río, el bosque, la comunidad, con el fin de tener una mejor sociedad. Las organizaciones sociales, empresarios y ciudadanos tenemos una importante tarea en ese sentido.

En cuarto lugar, los políticos deben asumir el reto histórico y tener claro que sin recursos económicos para gestionar los recursos hídricos y sin una fuerte voluntad política, estarán dejando de lado la responsabilidad de legar a las próximas generaciones un país más sostenible.

Los efectos del cambio climático, por ejemplo, están en la esquina. ¿Cuáles son las acciones públicas y privadas para adaptarnos a ese fenómeno? Sin duda las acciones deberían empezar con el recurso hídrico.
Démosle el verdadero valor a lo que lo merece, démoselo al agua, para asegurar una mejor sociedad para todos, en especial para quienes aún no han nacido.

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