Con la conformación de su gabinete, el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, parece estar ceñido en cumplir con una de sus alarmantes promesas de campaña : renovar la industria del petróleo.

Los nombres que ha propuesto Trump para dirigir la Agencia de Protección Ambiental y el Departamento de Energía son acérrimos opositores de estas instituciones, mientras que su candidato para la Secretaría de Estado, Rex Tillerson, dirige ahora la petrolera más grande de Estados Unidos.

De este modo, las decisiones en energía renovables, combustibles fósiles y cambio climático –incluyendo acuerdos y movimientos internacionales– serán tomadas por políticos y empresarios que han negado el calentamiento global por años.

Con elecciones de gabinete como la de Scott Pruitt como director de la Agencia de Protección Ambiental (EPA en inglés), los esfuerzos de Trump por combatir las políticas climáticas de Obama quedaron en evidencia.

Pruitt niega la existencia del cambio climático –a pesar de la exhaustiva evidencia– y demandó a la EPA, junto con otros procuradores generales de varios estados, por las estrictas regulaciones de la agencia ambiental en plantas eléctricas. Estas regulaciones cumplen con el propósito de disminuir emisiones de gases de efecto invernadero.

Sin embargo, la movida más afirmativa Trump la dio este 13 de diciembre cuando anunció la elección del CEO de la empresa petrolera ExxonMobil, Rex Tillerson, como su secretario de estado.

Esto significa que el principal encargado de las relaciones internacionales del país norteamericano será un ejecutivo petrolero que lleva 40 años trabajando en ExxonMobil.

Si bien en años recientes Tillerson ha establecido que cree que el cambio climático requiere de medidas serias, su elección podría amenazar los esfuerzos por mitigar gases de efecto invernadero tanto doméstica como mundialmente por parte de la administración de Obama.

Renovación de combustibles fósiles

El año pasado, después de agresivas políticas climáticas mundiales para mitigar gases de efecto invernadero, como lo fue el Acuerdo de París, la industria de los combustibles fósiles se debilitó mucho.

Por un lado, los precios del petróleo cayeron en todo el mundo (aunque no como resultado del Acuerdo de París). Por otro, las inversiones en energía limpia fueron más del doble de las inversiones en combustibles fósiles según un reporte de Bloomberg y el Programa Ambiental de las Naciones Unidas.

Trump, sin embargo, busca revitalizar a la industria de los combustibles fósiles para supuestamente empleos. ¿Cómo planea hacerlo? Librando a las compañías petroleras de regulaciones, como la ley Clean Power Plan, que las obligan a reducir sus emisiones de carbono.

“Voy a eliminar todas las regulaciones innecesarias y asesinas de trabajo que están ahora en los libros. (...) Esto también incluye deshacerse del Clean Power Plan de la EPA, el cual el gobierno mismo estima que cuesta 7.200 millones de dólares al año”, declaró el presidente electo en un discurso el 15 de setiembre de este año.

Su plan, además, incluye el uso de esta industria en la política exterior, como ya se evidenció con la elección de su canciller, Tillerson. En su página web se lee: “declarar la dominancia energética americana es una meta económica estratégica y de política exterior”.

Movilización por el clima

Naturalmente, el controversial anuncio de secretario de estado del país norteamericano despertó indignación en la comunidad científica. Es por esto que un grupo de 500 científicos de San Francisco se movilizaron el mismo 13 de diciembre por la tarde para protestar la elección de Trump.

El mensaje de los científicos es claro: a levantarse por la ciencia.

“Este es un momento aterrador. Hemos visto en las últimas semanas cómo las riendas del gobierno federal se le están entregando a la industria de los combustibles fósiles”, externó la profesora de historia de la ciencia en Harvard, Naomi Oreskes, en su discurso.

Además de ellos, otras organizaciones, como The Climate Mobilization, han llamado a defender la lucha contra el cambio climático y la mitigación de gases de efecto invernadero. Esta organización, incluso, envió una carta abierta al partido demócrata para que se movilicen a favor del clima.

"Si Trump intenta retroceder en la protección del medioambiente y el cambio climático, se topará con una maraña de gente organizada que lo combatirá en los tribunales, en el Congreso y en las calles", advirtió a AFP Michael Brune, director ejecutivo de Sierra Club, una de las organizaciones ambientalistas más grandes de Estados Unidos, con 2,4 millones de integrantes.

Tras la elección de Trump, grupos ambientalistas como el Sierra Club, Greenpeace y han recibido más donaciones que de costumbre, una señal de que cierto sector quiere otro camino para el país.

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