Naranjo, Costa Rica. La ladera tiene largas hileras de matas de café y, para el ojo no entrenado, parece una finca cafetalera como cualquier otra. En realidad, es un laboratorio.

Estas plantas son parte de un experimento permanente en una de las fincas de Agrícola el Cántaro, en San Antonio de la Cueva, una localidad de Naranjo. Los ingenieros que trabajan para la compañía tienen una decena de variedades diferentes de café, con 200 o 300 plantas de cada una. Durante años, vigilan su desempeño para determinar cuál funciona mejor para sus necesidades.

“Estamos renovando fincas con materiales que son más rústicos, más sanos, más tolerantes a enfermedades, producen más y nos dan una mejor taza”, dice Juan Manuel Sánchez, ingeniero agrícola y presidente de la Finca El Cántaro.

Este pequeño experimento en Naranjo se replica, en diferentes escalas y con complejidades variables, por todo el país. Expertos del Centro Agrícola Tropical para la Investigación y Enseñanza (CATIE), por ejemplo, asesoran a caficultores en Turrialba y en diferentes partes del país, en algunos casos en colaboración con científicos del CIRAD, una organización francesa de investigación en innovación agrícola.

¿Qué persiguen? Una variedad de café que permita adaptarse a las nuevas condiciones que traerá el cambio climático a las fincas costarricenses.

No todas las plantas de café son iguales. De la variedad dependen la tolerancia del cafetal a enfermedades, la cantidad de cuidado que necesitan y los métodos para su cultivo y su cosecha.

De hecho, en Costa Rica se encuentra la Colección Internacional de Café del CATIE, que recopila más de 1.900 variedades diferentes y es la colección de variedad arabica más grande del Hemisferio Occidental. Como esta recopilación es de uso público, puede servir como punto de partida para que organizaciones o investigadores mejoren la planta que utilizan los caficultores.

“Cuando hablamos de mejoramiento de café, estamos buscando variedades que sean más resistentes a enfermedades”, explica Sergio Abarca, especialista en adaptación al cambio climático del INTA.

¿Qué tiene que ver las enfermedades con el cambio climático? Que el calentamiento global crea condiciones idóneas para su esparcimiento. Por ejemplo, los productores de café de Centroamérica vivieron un momento delicado en 2013, cuando las condiciones húmedas y altas temperaturas permitieron a la roya extenderse por el istmo.

Estos episodios obligan a los productores a renovar sus cafetales con nuevas variedades más resistentes a enfermedades, como los llamados híbridos H1o la brasileña obatá.

La finca de Sánchez tienen parcelas comerciales (la siguiente etapa, luego de experimentación) de las variedades marsella, obatá y los híbridos H1.

Sin embargo, estas nuevos tipos de planta piden cuidados diferentes, explica Edgardo Matamoros, ingeniero de El Cántaro. Si los productores no los conocen, puede que perciban que son menos productivos o de menor calidad, porque no saben cómo manejarlos.

Robusta.

Una solución puede venir de la variedad robusta, la segunda de las dos grandes familias del café.

En Costa Rica, su cultivo se prohibió hace tres décadas para priorizar la arábica, más codiciada por los mercados internacionales, pero los murmullos sobre la robusta regresaron en los últimos años a las conversaciones de cafetaleros y expertos.

Las fincas de la montañosa zona de Llano Bonito de León Cortés usan plantas de plátano (banano) como sombra para el café, dentro de su adaptación al cambio climático, mientras que los expertos urgen a diversificar más las especies del grano en Costa Rica.(Créditos: Diego Arguedas Ortiz / IPS)

Justo el año pasado, en octubre, el Congreso Nacional Cafetalero de Costa Rica puso la pregunta sobre mesa: ¿debería abrirse el país a las dos variedades?

La propuesta no alcanzó la mayoría de dos tercios necesarias y primó la decisión que se tomó en 1988. Costa Rica sigue como territorio prohibido para cultivar robusta.

“Los productores temen que baje la calidad y dicen que, si empezáramos a cultivar robusta, nada nos va a distinguir de Brasil”, dice el especialista Abarca, en referencia a la enorme producción cafetalera brasileña, primera potencia del mundo.

En Brasil y en muchos otros países del continente se cultivan ambas variedades. Justo en nuestra frontera norte, las autoridades nicaragüenses autorizaron su cultivo a finales del año pasado.

"La producción de café robusta ha mostrado ser rentable dada su alta productividad, bajos costos de producción y alto potencial para mejorar la prosperidad económica de los productores", dijo a AFP Luis Chamorro, director de orígenes de Grupo Mercon..

Esta empresa planea sembrar 7.000 nuevas hectáreas de robusta en Nueva Guinea, una provincia caribeña, en los próximos años.

Sin embargo, al igual que en Costa Rica, algunos agricultores nicaragüenses también temen que esta autorización (solamente para el Pacífico del país) afecte el renombre del grano nica.

"Si nosotros cambiamos a una variedad que nos va a dañar la caficultura y el prestigio de calidad, ese es un error que no debemos cometer y nos puede salir caro", advirtió a la agencia AFP Leonel López, caficultor de la provincia norteña de Nueva Segovia.

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