En Paquera y Cóbano, un grupo de vecinos juntó dos de las grandes fuerzas de la naturaleza: el agua y el sol. A partir de este mayo, siete acueductos comunales (Asadas) de la zona utilizan la energía que produce un sistema de paneles solares para bombear agua hasta sus abonados.
Hasta ahora, las Asadas destinaban aproximadamente un 70% de sus ingresos al pago de electricidad, en su mayoría para el sistema de bombeo de agua. Ahora esperan ahorrar hasta la mitad de su factura.
“Reducir costos le permitirá a las ASADAS realizar inversiones de mejora, que beneficien la actividad económica de la zona”, señaló en un comunicado Virginia Reyes, coordinadora del proyecto que instaló el equipo y capacitó a las asociaciones.
Otras ocho Asadas de Nicoya recibirán un sistema de paneles en los próximos meses. Estos son síntomas del nuevo episodio en la vida energética de Costa Rica: el amanecer de la energía solar.
Desde que el Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) dio luz verde a la generación en casas, comercios e industria, hace poco más de un año, 353 nuevos sistemas como el de las Asadas se ha conectado a la red del país, según datos de esta cartera.
Ahora, una casa o comercio puede instalar paneles solares y, lo más importante, mantenerse conectado al sistema de las empresas distribuidoras de energía. Esto permite a los hogares costarricenses generar electricidad desde sus techos y al mismo tiempo tener el respaldo de la red nacional.
“¿Qué nos hemos dado cuenta? Que en este primer año, quienes más se han incorporado a la generación distribuida ha sido el sector residencial”, explica la viceministra de Energía, Irene Cañas.
Aunque técnicamente el decreto 39.220, que entró en vigencia el 6 de abril del 2016, autoriza la generación distribuida, en la práctica ha dado el banderazo de salida para los paneles solares.
¿Qué es, exactamente, la generación distribuida y por qué la gente la relaciona con paneles solares? Esta es la generación eléctrica por medio de pequeñas fuentes lo más próximas posibles a los consumidores; puede hacerse con pequeñas turbinas eólicas o centrales de biomasa que queman residuos agrícolas, pero el método más común es paneles solares.
¿En las casas?
Mientras caían los precios de los paneles solares, una duda recurrente entre los consumidores de energía era si en algún momento sería posible abastecerse completamente con electricidad generada en cada residencia.
Aunque no hemos llegado a ese punto (y todo indica que no necesariamente deberíamos apuntar hacia eso) la generación en casa es ahora posible.
Ciertamente, la generación distribuida y la instalación de paneles solares no son un fenómeno nuevo en Costa Rica. Entre 2010 y 2015, el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) lanzó un proyecto piloto para estudiar cómo podría comportarse el sector en el país; este programa sirvió como trampolín para la actividad en el país.
El piloto del ICE permitía instalar cualquier tipo de generación renovable cerca del lugar de consumo y algunos usuarios optaron por incluir plantas de biomasa o torres eólicas, pero la mayoría optó por solar.
En febrero de 2015, la institución dio por terminado el piloto (manteniendo las condiciones para quienes ya estaban adentro) luego de que sumar más de 10 megavatios (MW) de capacidad instalada entre varios centenares de abonados.
Como referencia, la planta geotérmica Miravalles I tiene una capacidad instalada de 55 megavatios y el Proyecto Hidroeléctrico Reventazón puede generar unos 315 MW.
Sin embargo, con el cierre del plan piloto y mientras varias entidades estatales resolvían diferencias de criterio, el país perdió la única opción para que los consumidores generaran su propia electricidad.
“Esto puso a todas las empresas del sector casi fuera de trabajo hasta nuevo aviso”, explica Carolina Sánchez, secretaría de la Junta Directiva de la Asociación Costarricense de Energía Solar (Acesolar), que agrupa a la industria.
Finalmente, tras un fallo de la Procuraduría General de la República en junio, el Minae firmó en setiembre del 2015 el decreto que autoriza la generación distribuida en el país y seis meses después la norma aparecía en La Gaceta.
Salvando una larga lista de tecnicismos, el reglamento dice que ahora todas las distribuidoras deben permitir a los consumidores instalar sistemas de generación, como los paneles solares. Durante el plan piloto del ICE, solo los abonados a esa institución podían hacerlo.
¿Qué debe hacer un consumidor si quiere instalar paneles en su casa? Pedirle a su empresa de distribución un registro de cuánto ha consumido, mes a mes, en el último año.
Con eso, puede acercarse a una empresa de paneles solares o a Acesolar para que estudien su caso. También puede usar la aplicación en línea BACsolar.cr, que calcula los costos que tendría un sistema fotovoltaico en una zona específica.
Hacer la mate
Pero todavía falta un detalle, dicen dos especialistas de la Escuela de Ingeniería Eléctrica (EIE) de la Universidad de Costa Rica: el cliente también debe analizar, con ayuda de un experto, cómo se comporta durante el día el consumo de electricidad.
“Debido a la nueva regulación, ya no solo necesitamos saber cuánto se consume, sino también cuándo”, dice Jairo Quirós, investigador y docente de la EIE y uno de los cerebros detrás de la aplicación BACsolar.
Quirós y su colega Gustavo Valverde, quien también participó en la aplicación, explica que los sistemas fotovoltaicos tienen una mayor rentabilidad cuando la mayoría del consumo ocurre durante horas en que haya luz solar. Un caso típico es una oficina donde los empleados entran por la mañana y salen antes de que oscurezca.
Pero en hogares o comercios donde la mayoría del consumo es de noche, la decisión no es tan clara. ¿Por qué? Porque parte de la generación diaria debe inyectarse a la red y extraerse más tarde, en una ecuación algo diferente.
La energía que no se consume inmediatamente en el hogar o comercio, va a la red de la empresa distribuidora. Si la persona necesita energía cuando sus paneles no están produciendo, puede recuperar parte de la energía que depositó en la red, pagando una pequeña “tarifa de acceso”.
“En teoría, estos 20 colones (que cuesta en promedio la tarifa de acceso a la red, por cada kilowatt hora) están pagando a los distribuidores por los costos fijos de la red”, dice Valverde.
Pero no toda la electricidad que entra se puede retirar. El artículo 34 del reglamento del Minae establece que el cliente solo podrá retirar hasta el 49% de la energía total generada por su sistema, aunque no tiene que hacerlo el mismo día o el mismo mes, ya que puede usarlo durante los meses siguientes de un periodo anual (el año calendario del contrato del tiempo); después de eso el sobrante de energía le queda a la empresa.
Dependiendo a quién se le pregunte, ese 49% tiene funciones diferentes. Según la viceministra de Energía, se puso para proteger al usuario; mientras que los investigadores de la UCR interpretan que el Minae quería fomentar el consumo inmediato.
Es uno de los puntos más disputados del reglamento y uno de los más complicados de entender, dicen todas las partes involucradas, pero en tanto no haya un cambio en la normativa es un elemento fundamental del sistema.
“Tres doctores (en ingeniería) nos tuvimos que sentar juntos para descifrar el reglamento”, confiesa Quirós.
Pero los especialistas explicaron que un experto puede estudiar el sistema de un cliente con relativa facilidad, de modo que pueda recomendarle cuál es la mejor opción para su casa, comercio o industria.
A mayor escala
Los 353 clientes que tiene ahora la energía distribuida en Costa Rica apenas representan una pequeña fracción de la capacidad instalada del país. En conjunto, no superan los 4 MW en el primer año de operación del reglamento, según datos del Minae.
Pero es un primer paso, reconocen los expertos consultados. Para mirar hacia adelante, el país necesita poner un norte claro a sus ambiciones en generación distribuida: ¿para qué la queremos en Costa Rica?
Otros países se aprovechan de este sistema para delegar parte de la carga de la generación renovable a los ciudadanos, en un intento de hacer más limpia su electricidad. Dado que solo una cuarta parte de la generación del mundo viene de fuentes limpias, la solar es muy atractiva.
Pero en Costa Rica la generación eléctrica ya es baja en carbono. ¿Qué buscamos, entonces?
“Nosotros lo hicimos con un objetivo que es tener ahorros y darle más competitividad a la industria”, dice Cañas, aunque reconoce que todavía los industriales dudan sobre el sistema.
La viceministra dice que esperan recoger datos durante los primeros años del programa para entender cómo se comporta la energía solar en Costa Rica y hasta cuánto pueden incorporar más sistemas fotovoltaicos en la matriz eléctrica.
Esto porque las autoridades temen que si el país depende mucho de la energía solar, necesite al mismo tiempo fuentes de respaldo como embalses o plantas de combustibles fósiles para usar en días con poca radiación.
Los expertos de la UCR tienen una respuesta para esa pregunta, al menos desde un punto de vista de la estabilidad de la red. El equipo del EIE diseñó un mecanismo que permite analizar un circuito (una unidad geográfica de las empresas de distribución) y empezar a probar casi en tiempo real cómo se comportaría ante nuevos sistemas fotovoltaicos.
Lo que hallaron es que no depende necesariamente de cuántos clientes hay en toda la red con paneles (el reglamento del Minae prohíbe pasar del 15% de todo el consumo del circuito) sino que el factor decisivo es si hay muchos clientes concentrados.
Para que las distribuidoras puedan determinar esto, la EIE está creando una serie de herramientas de uso libre para que estas empresas (el ICE, la Compañía Nacional de Fuerza y Luz, las empresas de servicios públicos y las cooperativas) puedan comprender mejor cómo se comporta su red.