Los actores relacionados con el transporte y la energía en el país están empezando a mover piezas con miras a saltar hacia una electrificación del transporte del país, una idea que lleva años en cocción y con poco avance, pero que finalmente parece estar cuajando.

Conforme avanza en la Asamblea Legislativa un proyecto para incentivar diferentes modalidades de transporte eléctrico –tanto para particulares como la movilidad pública– las señales se sienten en instituciones de gobierno, el sector importador y las empresas encargadas de proveer electricidad.

“Este proyecto fue presentado en setiembre; que haya sido dictaminado en menos de ocho meses le da una velocidad importante. En Plenario creo que el objeto es que salga este año”, explica Marcela Guerrero, una de las dos proponentes del expediente 19.744.

De prosperar el Proyecto de Ley de Incentivo y Promoción para el Transporte Eléctrico, que recién fue aprobado de manera unánime por la Comisión de Gobierno y Administración de la Asamblea, declararía de interés público todas las modalidades de transporte eléctrico.

Esta iniciativa propone una serie de beneficios fiscales (como la eliminación del impuesto de ventas, consumo y aduanas para estos vehículos) y de otro tipo para promover esta tecnología.

Sus proponentes esperan que esto cambie radicalmente el panorama eléctrico en el país, que todavía está en una etapa embrionaria y con poco apoyo institucional.

“Ahora nos va a tocar un proceso de evangelización”, explica Guerrero.

Durante décadas, mientras Costa Rica ha gestado una hazaña inédita en su generación eléctrica mediante un sistema de fuentes renovables casi único en el mundo, lo ha ido borrando con el codo por los atrasos en la flotilla vehicular.

Actualmente, el sector transporte hace que 71% de nuestra energía venga de combustibles fósiles, mientras que la energía eléctrica de fuentes renovables apenas alcanza una parte de la energía consumida en el país.

Sin embargo, las condiciones del país lo hacen un buen lugar para introducir estas tecnologías.

“Si usted va a países donde se genera (electricidad) con combustibles fósiles, usted sustituye la gasolina por electricidad pero la electricidad la produce quemando", apunta  explica Javier Orozco, director de Planificación Eléctrica del Instituto Costarricense de Electricidad.

En el caso de Costa Rica, que el sistema eléctrico es noventa y pico porciento renovable, usted sí está cambiando del consumo de combustibles fósiles a fuentes renovables”, detalla el funcionario.

Con él coincide la viceministra de Energía, Irene Cañas, quien explicó que “por las condiciones que tiene la matriz eléctrica, tiene todo el sentido del mundo migrar”.

Existen otros impactos más allá de la emisión de gases de efecto invernadero y asociados al transporte impulsado por motores de combustión interna.

El transporte en Costa Rica consume la mayor parte de energía, casi en su totalidad combustibles fósiles.(Créditos: Katya Alvarado)

Según un estudio del Banco Mundial, el impacto económico promedio en salud por contaminación del aire en nuestro país asciende a 210 mil millones de colones, los gastos en salud representan el 1,1% del PIB (2011).

Mientras, el transporte genera una tercera parte de todas nuestras emisiones de dióxido de carbono y consumió $1.400 millones en combustible que debió ser importado.

La iniciativa no pretende cambiar la realidad en un día, sino generar las condiciones políticas para que esta transición sea posible. Incluso, la gran mayoría de sus condiciones fiscales estarían vigentes solo los primeros cinco años o hasta llegar a 100.000 vehículos eléctricos.

En la actualidad, el país está cerca de contar con 1,4 millones de vehículos.

“En quince años, mientras la población solo creció un 23%, la flota vehicular se duplicó, y en ese proceso fue mayoritaria la participación de los automóviles privados, responsables de más de la mitad de las emisiones contaminantes”, señala el Estado de la Nación 2015.

Instituciones

La Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL) fue una de las primeras en incursionar en esta tecnología y cuenta con una flotilla de 27 vehículos eléctricos. Uno de ellos es un autobús de 53 pasajeros.

Para suplir a esta flotilla interna y también para ofrecer el servicio a particulares que tienen un vehículo recargable, la CNFL instaló un centro de recarga en sus instalaciones de Anonos.

El centro de recarga tuvo un costo de $10.000 ($2.500 por cada uno de los dos puntos y $5.000 por la obra civil) explicó el encargado de transporte eléctrico de la Compañía, Alan Blanco.

La entidad planea instalar durante este año un segundo centro de recarga en su sucursal metropolitana, ubicada 200 metros al sur de la Catedral Metropolitana. Otros cuatro puntos más están planeados para el 2017.

“Si la ley pasa, esto puede crecer exponencialmente, que es el comportamiento que hemos visto en otros países”, dice Blanco sobre las posibilidades de crecimiento de la tecnología.

Blanco explica que sus vehículos cuentan con batería que se cargan con 16 kilowatts/hora (kw/h), una unidad de energía. Cada kw/h cuesta ¢120 al público general y con una carga completa un vehículo puede desplazarse hasta 160 kilómetros.

El ICE también está tratando de armar un proyecto para introducir un parque demostrativo de vehículos eléctricos, confirmó Orozco.

“Esos 100.000 vehículos no aparecen de la noche a la mañana. No todos vamos a cambiar instantáneamente”, apuntó el funcionario para explicar que el ICE está preparado en términos de la generación eléctrica que fuera necesaria.

El texto del proyecto, que ya fue consultado con las agencias importadoras de vehículos, detalla que la intención es tener una flotilla eléctrica actualizada.

“Los importadores de vehículos híbridos recargables y eléctricos ofrecerán los modelos más recientes y actualizados del mercado, así como los accesorios y repuestos”, se lee en el texto.

Publicado originalmente en Semanario Universidad.

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