Si implementa correctamente el Plan Nacional de Descarbonización, Costa Rica podría generar en el sector transporte ganancias netas de hasta $20.000 millones para el año 2050. Es decir, para este sector, los beneficios superarían los costos a largo plazo.

Así lo señala un estudio del Banco Interamericano para el Desarrollo (BID), publicado el pasado 2 de diciembre. De acuerdo con la publicación, lograr cero emisiones netas en el 2050 brinda “sustanciales oportunidades económicas y de desarrollo” para América Latina.

En el caso de Costa Rica, las ganancias en el sector transporte serían por el tiempo ahorrado en congestión. El Plan Nacional de Descarbonización, plantea que el transporte público sería la “primera opción de movilidad” para el 2050.

“(La ganancia) viene principalmente de tiempo ahorrado en las congestiones. San José es una ciudad muy congestionada. Eso reduce la productividad de los trabajadores”, dijo a Ojo al Clima uno de los autores del estudio, Adrien Vogt-Schilb.

Cada año, el congestionamiento vial le costaría hasta un 3,8% del PIB a Costa Rica, según estimaciones del Estado de la Nación 2018

En promedio, según ese informe, quienes se desplazan de un cantón a otro invierten una hora y 18 minutos en presa durante la tarde y una hora y 12 minutos en la mañana todos los días. 

El estudio señala que otras fuentes de ganancia a largo plazo serían menores costos operativos (cargar un “tanque lleno” en un vehículo eléctrico cuesta alrededor de ¢4 mil), menores impactos en la salud y menos accidentes (al aumentar el transporte público).

Vogt-Schilb incluso aseguró que aumentar el transporte eléctrico podría bajar los costos de la electricidad, ya que, actualmente, Costa Rica genera más electricidad de la que consume y eso termina en cobro a los usuarios.

El presidente Carlos Alvarado adelantó algunos de los beneficios de la descarbonización durante su discurso en la PreCOP25, reunión de cambio climático celebrada en Costa Rica en octubre.

El punto está claro: la ambición ambiental no sólo es éticamente correcta con la presente y las futuras generaciones, sino que es rentable”, dijo Alvarado en ese momento.

“Económicamente lograble”

Esos beneficios superarían los costos “inicialmente más altos” de aumentar el transporte eléctrico en el país y de obras de transporte público como el tren eléctrico, señala el estudio. 

“Llegar a cero emisiones netas es económicamente lograble por dos razones. Primero, el costo de tecnologías clave —como baterías para transporte eléctrico y energías renovables— está cayendo rápido. Además, ahora sabemos que trae beneficios netos”, dijo el economista del BID.

La estación del Atlántico servirá como la estación central para las líneas del tren eléctrico.(Créditos: Casa Presidencial)

El estudio del BID, según explicó Vogt-Schilb, se basó primero en las preocupaciones de expertos locales sobre riesgos de la descarbonización. Con base en eso, a través de experimentos computacionales, consideró miles de escenarios diferentes. 

Con los modelos computacionales, pueden definir bajo qué condiciones —como precio de la gasolina, costo de las baterías para vehículos eléctricos, aumento poblacional y éxito de la reforma de los buses— el plan es rentable.

Bajo las condiciones establecidas por el plan, la descarbonización generaría ganancias. No obstante, en caso de imprevistos, el estudio del BID genera sugerencias para mantener la rentabilidad en diferentes escenarios, dijo el economista.

Objetivos ambiciosos

Pero descarbonizar una economía no es tan fácil como suena: Costa Rica deberá deshacerse de la mitad de sus carros para el 2040 (21 años) y deberá lograr que, para el 2035 (en 16 años), más de 1500 buses eléctricos estén funcionando, según el Plan Nacional de Descarbonización.

Por esto, al plan “hay que verlo con cautela”, aseguró en febrero, Jairo Quirós, investigador de la Universidad de Costa Rica y colaborador en la elaboración del plan. 

De acuerdo con la directora de la División de Cambio Climático del BID, Amal-Lee Amin, este tipo de medidas son necesarias para cumplir con el Acuerdo de París y el resto de los países de América Latina tendrán que asumir compromisos similares.

“Es muy importante actualizar las contribuciones de cada país para que lleguen al 2020 con mayores ambiciones. Estos acercamientos a largo plazo ayudan a aumentar los compromisos en el corto plazo”, dijo Amin.

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