Con apenas 12 kilómetros cuadrados, el cantón de Belén es una de las zonas que concentra más emisiones de gases de efecto invernadero por habitante del país.
La zona industrial y de comercio destaca por haber emitido el equivalente de casi 16 toneladas de dióxido de carbono por persona durante el 2017: casi cinco veces lo generado por un habitante de San José y una cifra similar a las emisiones per cápita de un ciudadano en Rusia en el 2012.
Los datos se desprenden del esfuerzo realizado por seis municipalidades para medir, por primera vez, su impacto en la generación de gases como el dióxido de carbono, el metano o el óxido nitroso, principales responsables del calentamiento global (vea infografía en páginas 4 y 5).
Medir la huella
La información, presentada este 27 de julio ante la Dirección de Cambio Climático del Minae, la Cooperación alemana para el desarrollo GIZ y el Centro para la Sostenibilidad Urbana (que colaboraron en el proceso de realización de los estudios), reveló la huella de carbono de las zonas de Belén, Desamparados, Golfito, La Unión, Monteverde y San José, en un proyecto que espera repetirse cada tres años y extenderse a otros cantones del país.
El estudio de las municipalidades midió las emisiones de sus edificios, construcción, del transporte por carretera, ferroviario y de la aviación, además de las aguas residuales y los residuos sólidos generados en la zona. También valoró las emisiones generadas en el sector agrícola y ganadero, y terminó contabilizando cuántos gases de dióxido de carbono, metano, u óxido nitroso se emitieron durante el 2017.
Finalmente, las municipalidades convirtieron todos sus datos en una sola medida (llamada dióxido de carbono equivalente), para saber qué impacto tendrían sus diferentes tipos de gases comparados con el efecto de una tonelada de dióxido de carbono en la atmósfera: el gas más abundante entre todos los emitidos por el ser humano.
San José y Belén a la cabeza
Así, los 320.000 habitantes de San José (y su población flotante) son responsables de haber emitido 1.100.000 toneladas de dióxido de carbono; es decir, tres toneladas y media por persona.
Para imaginar el impacto, cada tonelada puede compararse con un cubo de casi ocho metros por cada lado, responsable de “atrapar” algunas frecuencias de radiación solar y de enviarlas de vuelta a la tierra, calentando más el planeta. Más de la mitad de esa contaminación generada salió de las muflas de los vehículos en carretera.
Aunque las emisiones totales de Belén son menores, el impacto calculado por habitante es mucho mayor al de San José. El año pasado, la zona generó 410.000 toneladas de dióxido de carbono: casi 16 toneladas por persona.
A diferencia de San José, la principal fuente de contaminación en Belén proviene de la construcción y la industria, según afirmó Esteban Salazar, experto ambiental y funcionario de la municipalidad del cantón.
“Tenemos una zona industrial muy compleja. Aquí hay empresas que producen para Centroamérica y el Caribe, y hay plantas grandes que hacen procesos muy masivos”, aseveró.
De hecho, la municipalidad del cantón hizo un esfuerzo adicional por medir las emisiones de esos procesos y productos industriales.
“La información sobre los gases refrigerantes es una incógnita completa. No hay registros completos, y muchos de ellos tienen un potencial de calentamiento de hasta 32.000 veces, comparado con el dióxido de carbono”, dijo Salazar a Ojo al Clima.
Con esa información, la municipalidad ya alista estrategias para disminuir las emisiones que identificaron, de la mano con el sector empresarial. Por ejemplo, valoran implementar un programa de capacitación para las empresas sobre el uso de refrigerantes y calderas, además de un sistema de certificaciones locales ambientales.
Para Katy VanDusen, coordinadora de la Comisión hacia la Resiliencia al Cambio Climático en Monteverde (Corclima), ese tipo de información es clave para conocer cómo pueden disminuirse las emisiones en su distrito, el cual tiene emisiones per cápita similares a las del promedio nacional. Su comunidad empezó a desarrollar sus inventarios por iniciativa propia, antes de que el Gobierno les tocara la puerta.
Con encuestas a los vecinos, consultas a las gasolineras sobre sus ventas y a partir de los datos de la municipalidad, lograron identificar que las tres principales fuentes de emisiones de la zona son el transporte, la ganadería y el gas LPG, una información que resultó sorpresiva para los vecinos y que permitirá prevenir posibles incidentes.
“Queremos buscar cómo podríamos eliminar las fugas del gas LPG. En Centroamérica, se usa una válvula que tiene muchas fugas. Tenemos que reemplazarlas con válvulas de rosca, y así también disminuir los riesgos de incendios” indicó VanDusen a Ojo al Clima.
La Comisión tiene un plan para recoger la basura orgánica (desde donde se genera la mayoría del metano) y convertirla en compost para comercializarlo. También están listos para una ruta eléctrica hacia la zona, con más de cinco puntos de recarga para vehículos eléctricos en cada una de las rutas que se dirigen al distrito turístico.
Al otro extremo del país, en Golfito (que generó 118.000 toneladas de CO2 el año pasado), los planes son diferentes, pero adecuados a la información que ya dispone la municipalidad.
“Nuestra propuesta busca conformar carreteras completas que tengan aceras y ciclovías; reestructurar el transporte que está actualmente tanto público como privado; y fomentar el uso del carro compartido, el uso de la bicicleta y caminar por las calles, para que podamos migrar del uso de vehículo hacia una mayor conciencia ambiental”, expresó Juliana Madrigal, ingeniera ambiental de la municipalidad.
De hecho, las emisiones del sector transporte son el principal enemigo común de las comunidades. En San José, Desamparados y La Unión, más de la mitad de las emisiones fueron generadas por ese sector.
Para Carlos Manuel Rodríguez, Ministro de Ambiente y Energía, la participación de actores municipales es vital para poder lograr los objetivos de descarbonización del país.
“Es una prioridad para avanzar en los procesos de descarbonización y resiliencia del país. Las municipalidades son socios clave para lograr los procesos transformacionales en materia de movilidad sostenible, gestión de residuos y electrificación del transporte”, afirmó el jerarca sobre la iniciativa que pretende replicarse a otros cantones y repetirse cada tres años.
El proyecto piloto forma parte del Programa País Carbono Neutralidad 2.0 de la Dirección de Cambio Climático, y contó con la colaboración de la Cooperación alemana para el desarrollo, GIZ y el Centro Para la Sostenibilidad Urbana (CPSU). La iniciativa se financió con fondos de la Iniciativa Climática Internacional (IKI) del Ministerio Federal del Medio Ambiente, Protección de la Naturaleza y Seguridad Nuclear del Gobierno de Alemania.