Los productores que habían implementado acciones de adaptación vieron cómo su esfuerzo de años vino a ser recompensado en el 2024, ya que los preparó adecuadamente para enfrentar El Niño. Esas medidas preventivas ayudaron a que los impactos de la sequía no fueran tan graves en comparación a otros eventos vividos en el pasado.

El Niño oficialmente inició en julio del 2023 y se extendió hasta abril del 2024. En el agro, sus impactos se vieron en cuanto a las plagas, las enfermedades, el pasto seco y el aumento de las temperaturas.

Las altas temperaturas y la baja disponibilidad de recurso hídrico se potencian cuando ocurre este fenómeno climático. Sin embargo, en el 2024 hubo finqueros que lograron resultados positivos debido a acciones preventivas enfocadas en la protección de suelos, un mejor manejo del agua y tecnologías para proteger a las plantas de las altas temperaturas a las que se enfrentaron.

Además, instituciones como el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (Catie) y Fundecooperación colaboraron con los productores para que estuvieran capacitados y así pudieran minimizar las afectaciones a sus cultivos y animales.

Glenn Jampol, dueño de la Finca Rosa Blanca, comentó que la cereza del café se ve afectada si no está todo perfectamente sincronizado entre las floraciones y los niveles de humedad así como los niveles de azúcar. (Foto: Fabián Hernández)

Protegiendo el grano de oro

El café es el producto por el que más se reconoce a Costa Rica a nivel mundial, pero al mismo tiempo es uno de los que más sufre cuando ocurre El Niño, ya que el aumento de la temperatura trae consigo un incremento de las plagas y enfermedades, lo que complica el trabajo de los cafetaleros.

Glenn Jampol, presidente de Finca Rosa Blanca en Santa Bárbara de Heredia, señaló que utilizaron una cámara climatizada para guardar el café verde seco a una temperatura y humedad definida. Esto les permitió mantener los granos sin problemas.

En Finca Rosa Blanca se practica la permacultura, por lo que las plantas de café reciben la sombra de los árboles nativos sembrados en la finca. El haber optado por la permacultura es lo que permite, durante la estación seca, proteger las plantas de la evaporación, además de que permite tener un suelo saludable para el cultivo, lo cual ayuda a la captura de carbono.

En el caso de las fincas que utilizan químicos, el sistema de riego por goteo es una alternativa que ayudó bastante a resolver el tema de las condiciones secas propiciadas por El Niño, debido a que es una técnica altamente eficiente y de rentabilidad inmediata.

Fincas que cuentan con bosque o sistemas combinados de cultivo/potrero con árboles tienen mayores posibilidades de adaptación ante el cambio climático. (Foto: Miriet Ábrego)

Ganadería de leche 

En el Catie tienen una finca comercial que cuenta con lechería. Esta ganadería se ubica en Turrialba, donde también se vieron expuestos a las dificultades que provocó El Niño.

Sin embargo, el Catie hizo una apuesta hace 20 años con buenos resultados. Gracias al mejoramiento genético, la finca cuenta con animales adaptados al trópico, por lo que lidian mejor con el calor. Aunque no llega a ser una solución definitiva, les ha ayudado bastante para no ver perjudicada la producción. 

El otro desafío cuando se presenta El Niño es el agua. Alejandro Molina, administrador de la finca comercial del Catie, comentó que cuentan con un pozo perforado del que pueden retirar agua para el ganado de carne. Fue así como hidrataron a los animales durante los seis meses de condiciones secas.

Para proveer de agua a la lechería y el ganado asociado a esta, cuentan con una red de tuberías que permite que las vacas tengan acceso constante a los bebederos durante el día.

Por otro lado, Molina mencionó que tuvieron problemas para fertilizar el pasto debido a que el ciclo de cultivo se vio alterado por el verano tan extenso que hubo. Aun así fueron capaces de resolver el forraje con suplementos para el crecimiento de este.

El mayor problema al que se enfrentaron fue el aumento de las temperaturas, ya que la producción de leche de cada vaca se puede ver afectada. Según Molina, existen estudios que señalan que, por cada medio grado de temperatura rectal sobre los 38,5°C normales de una vaca lechera, esta puede dejar de producir entre uno y tres kilogramos (kg) menos de leche.

“Registramos temperaturas rectales de 40°C en vacas lecheras, estamos hablando de que estaban 1,5°C por encima de lo normal. Si pensamos en que por cada medio grado se produce un kilogramo menos, son 3 kg de leche menos por vaca, eso quiere decir que son 300 kg de leche menos y si eso lo multiplica por ₡400 resulta en que se reciben ₡120.000 menos por día”, explicó Molina.

A pesar de esto, la merma en la producción de leche no es la única afectación para las vacas. El calor provoca que los animales busquen regular su temperatura corporal de dos maneras: consumiendo más agua o buscando sombra. 

En el caso de la finca del Catie, las vacas optaron por dejar de comer para permanecer en la sombra y evitar el sobrecalentamiento, lo que les ayudó a reducir el estrés por calor. Vale decir que esta es una finca agroforestal, es decir, ha implementado la presencia de árboles para dar sombra, así como cercas vivas.

Molina indicó que cuando el calor estresa a las vacas su sistema inmunológico se debilita y aumenta la posibilidad de contraer enfermedades que ellos llaman “oportunistas”. Estas son enfermedades que siempre están latentes a la espera de que los animales se debiliten y durante esta época es el ambiente idóneo para manifestarse.

El último desafío que Molina mencionó se refiere a la inseminación de las vacas, ya que –en condiciones calurosas– esta disminuye debido al estrés al que están sometidos los animales.

“El mayor problema que se da cuando hay estrés por calor se relaciona con la fertilidad de las vacas, ya que el estrés produce que algunas hormonas se liberen en el animal, las cuales son antagonistas de las hormonas que van a promover que un animal quede preñado”, explicó Molina.

Uno de los problemas del aumento de las temperaturas que se dio en la finca del Catie fue a la hora de servir el agua a las vacas, ya que todas se acercaban al mismo tiempo y algunas veces botaban los bebederos por la desesperación del calor. (Foto: Miriet Ábrego)

Ganadería de engorde

Otra actividad agropecuaria que se vio amenazada por los efectos de El Niño fue la ganadería de engorde. Los pastos secos y las altas temperaturas causan una disminución en el peso de las vacas, lo cual afecta la producción ganadera.

Ricardo Umaña, dueño de la finca El Cenízaro, se dedica a la ganadería de engorde en la zona de Turrubares. Comentó que, en años anteriores, sus dos mayores problemas fueron el pasto seco y tener que llevar el ganado al río para tomar agua, porque ese gasto energético hacía que perdieran peso.

Al tomar esto en cuenta, se preparó para este evento de El Niño y ahora cuenta con un tanque de 11.000 litros de agua y además sembró pasto de corte por si venía un “verano muy fuerte”. Adicionalmente, le dio caña de azúcar a su ganado como recurso energético para así complementar la alimentación de sus vacas durante la estación seca.

A pesar de que el sistema para repartir agua desde su reservorio aún no está terminado, Umaña indicó que le ha ayudado bastante para mantener saludable al ganado. Además, le dio tranquilidad debido a que las vacas ahora pueden tomar agua cuando lo deseen, lo que reduce su gasto energético y la pérdida de peso.

“El no tener que sacar el ganado para beber agua y que pueda hacerlo a la hora que quiera sin desplazarse mucho es para mí un éxito. Me costó un montón, porque todo el material lo trajimos a caballo y a puro hombro, pero, bueno, para mí valió la pena”, exclamó Umaña.

Por otro lado, el finquero aclaró que, a pesar de que tenía que transportar a las vacas al río Turrubaritos, cuando empezó a manejar la finca que le heredó su papá, el problema más grande fue el pasto seco y, con ello, el manejo de los pastizales.

“Cuando empecé aquí fue cuando ocurrió El Niño del 2016 y fue muy duro. No estaba preparado y la finca tenía solamente cuatro o cinco apartos (potrero cercado). Ahora tengo cerca de  40 apartos con pasto mejorados, entonces eso hace que el verano para mí no sea tan difícil”, comentó el ganadero.

Para resolver el problema del pasto seco, Umaña decidió utilizar dos estrategias: la primera, y más sencilla, fue hacer ensilados de pasto de corte. De esta manera, logró guardar alimento, el cual le puede durar hasta cinco años.

“Lo utilizo cuando viene el verano o se me enferman animales y hay que cuidarlos un poco. Aunque esté lloviendo o sea de noche, puedo echarles pasto porque está cerca del corral, lo tengo ahí guardado, no tengo que ir a cortarlo ni a jalarlo”, aclaró Umaña refiriéndose a los ensilados.

La segunda solución que implementó fue cuidar el suelo por medio del pastoreo racional. Esta es una técnica que se basa en hacer apartos para que el ganado se concentre en un solo lugar y no dañe todo el pasto al mismo tiempo. La idea es rotar al ganado diariamente entre los apartos. En el caso de El Cenízaro, la finca cuenta con 32 apartos de 2.500 metros cuadrados, aunque el objetivo de Umaña es llegar a tener 120.

“Ese aparto es para las 24 horas, entonces la vaca se echa ahí y ella sabe que, al no poder caminar, lo que va a hacer es comer y aprovechar el pasto. Cada 24 horas uno las rota en los diferentes potreros, entonces el animal todos los días come bien sin haber pisoteado todo el terreno”, explicó Umaña.

Estos apartos también funcionan para que las vacas no salgan a caminar por toda la finca, la cual mide 38 hectáreas. Debido a que a estos animales les gusta caminar, al hacerlo al sol, pierden peso y al mismo tiempo destruyen todo el terreno, comentó el ganadero.

Apoyo institucional ante El Niño

Para enfrentar El Niño, Fundecooperación buscó ayudar a los productores agropecuarios con distintas capacitaciones y fondos especiales para mantener sus fincas

Según Marianella Feoli, directora ejecutiva de Fundecooperación, se identificaron los lugares donde el verano se iba a extender para analizar las medidas que se debían tomar.

Para este evento de El Niño, Feoli mencionó que se elaboró un plan de dos etapas: la primera se dedicó a la sensibilización de los agricultores y ganaderos, mientras que la segunda etapa se abocó a realizar capacitaciones para enfrentar el problema una vez que ya lo conocían. “La primera etapa fue de sensibilización y capacitación para entender de qué se trataba y cómo les iba a afectar El Niño. La siguiente etapa fue responder al ‘bueno, ¿qué hago al respecto?’ La idea no era asustar, sino buscar soluciones y tomar acción”, mencionó.

Todas las capacitaciones realizadas por entes privados fueron pagadas por la misma cooperativa, las cuales catalogaron como un éxito, ya que esperaban realizar actividades con una asistencia de 50 personas y llegaron hasta el doble en más de una ocasión.

A partir de estas reuniones, Fundecooperación logró contactar con los agricultores y ganaderos para asegurarse que, con estos conocimientos, hubiese un riesgo menor a la hora de brindarles los fondos para combatir los efectos de El Niño.

Feoli resaltó que las acciones preventivas frente a eventos climáticos son rentables de cara al futuro, debido a que, si se realizan los ajustes sobre la marcha, puede resultar mucho más caro que la inversión inicial que se hace antes de que ocurran estos eventos. Esa, precisamente, es la clave detrás de la adaptación.

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