Desde el 2014, el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) ha egresado a 145 estudiantes de su programa de Reparación y Mantenimiento de Vehículos Eléctricos e Híbridos. En otras palabras, al año se gradúan, en promedio, 24 mecánicos automotrices como técnicos en reparación y mantenimiento de vehículos –tanto automóviles como motocicletas– en estas dos nuevas tecnologías.
Son personas que ya trabajan en talleres con vehículos de combustión interna, quienes actualizaron sus conocimientos en preparación a las nuevas demandas del mercado, las cuales vienen a afianzarse con el Plan Nacional de Descarbonización, el cual promueve la electrificación del transporte liviano como uno de sus ejes de acción.
“Cada vez más, la formación técnica profesional lo que va a hacer es retener el empleo. El caso de los talleres mecánicos es ejemplo de ello porque va a llegar el momento en que sentirán una presión al ver que, si no se actualizan, no van a tener la capacidad de reparar vehículos eléctricos y se van a quedar fuera del mercado”, comentó Andrés Valenciano, presidente ejecutivo del INA.
Según datos de la Unidad Financiera de Bloomberg, Costa Rica es el tercer país de Latinoamérica con más vehículos eléctricos per cápita.
Si bien aún la formación no es masiva, actualmente solo una de las sedes imparte el programa, ya la institución está invirtiendo en equipo e infraestructura para extenderla a los cinco centros donde opera el Núcleo de Mecánica de Vehículos: Alajuela, Uruca, Liberia, San Carlos y Pérez Zeledón.
“Tenemos conocimiento de una empresa turística dedicada a alquilar carros que va a cambiar toda su flota a eléctricos. Eso implica que nos vamos a encontrar vehículos eléctricos de rent a car por todo el país. Los carros eléctricos y las motos eléctricas estarán más presentes en las calles de todas las ciudades, en todos los cantones. Por eso necesitamos formar personas en todas las regiones”, comentó Javier Bonilla, director del Núcleo de Mecánica de Vehículos del INA.
Visionarios
Todo empezó en 2010 con investigación. En ese momento se realizó un estudio de prospección tecnológica, basado en la metodología del Servicio Nacional de Aprendizaje Industrial (Senai) de Brasil, cuyos resultados revelaron que el 70% de las empresas importadoras de vehículos nuevos estarían trayendo carros eléctricos para el 2025.
“Hemos estado dándole seguimiento al tema y hemos visto que los resultados de este estudio efectivamente son cercanos a la realidad que estamos viviendo hoy en día”, comentó Bonilla.
Según las proyecciones realizadas por los investigadores, el INA debía estar preparando nuevos técnicos en vehículos híbridos y eléctricos para el 2013.
Empezaron capacitando a sus docentes y, en el 2012, se diseñó el programa que consta de 258 horas de capacitación distribuidas en tres módulos. También se acordaron los requisitos de ingreso: la persona debe ser egresada del programa de mecánica autotrónica del INA o presentar certificados de cursos considerados base. De no cumplir estos dos requisitos, entonces la persona debe realizar pruebas de conocimiento en determinados temas.
El otro requisito es estar laborando en un taller de reparación de vehículos. De hecho, los cursos se imparten en la noche para darle oportunidad a los mecánicos para actualizarse.
Existen diferencias muy marcadas entre tecnologías y de allí la necesidad de contar con formación técnica a nivel formal. “Para poner un ejemplo: en el momento de una colisión, las personas que llegan a atender la emergencia deben estar preparadas. No pueden llegar y empezar a cortar latas, como se hace en un vehículo con motor convencional, porque podrían sufrir una descarga eléctrica”, ilustró Bonilla.
De hecho, la seguridad ocupacional debe trabajarse diferente, ya que los mecánicos están lidiando con voltajes mayores a los 330 voltios. Por ello deben utilizar guantes especiales, las áreas de seguridad deben estar delimitadas y tener bancos aislados donde puedan trabajar con las baterías.
Si bien un vehículo eléctrico podría tener menos partes, este consta de una serie de componentes electrónicos que un carro convencional no tiene. De hecho, la comunicación entre los sistemas es diferente entre tecnologías.
“Los híbridos son mucho más complejos porque, aparte del motor de combustión interna, trae un sistema independiente que se combina con el motor eléctrico”, explicó Bonilla.
Actualmente, y según datos del INA, la cantidad de vehículos híbridos y eléctricos existentes en el país ronda las 1.200 unidades, pero la tendencia va en crecimiento. Cuando ese número llegue a las 5.000 unidades, la necesidad de técnicos será mayor y, por eso, el instituto se está preparando para modificar los requisitos de ingreso; además, está actualizando el plan de estudios para adaptarse a las nuevas exigencias del mercado. Eso incluye prever la formación para trabajar con vehículos eléctricos que utilicen celda de combustible de hidrógeno.
“Estamos tomando las medidas para que, a partir del 2021, todos los programas de formación tengan un módulo específico de diagnóstico de vehículos eléctricos. Como el programa dura dos años, los egresados del 2023 ya van a llevar ese valor agregado”, manifestó Bonilla.
“Este proceso de descarbonización posiciona a la formación técnica no como una opción B, sino como parte de una estrategia de desarrollo país. Esto nos da la oportunidad de levantarle aún más el perfil a los técnicos del INA”. Andrés Valenciano, presidente ejecutivo del INA.
Transición justa
Con la adopción de medidas para mitigar el cambio climático, como sustituir el carbón por fuentes energéticas renovables o reemplazar los vehículos de combustión interna por eléctricos, una parte de la fuerza laboral perderá su empleo.
La transición justa dimensiona esa realidad social de la descarbonización de la economía y promueve planes para reducir el impacto de esa migración tecnológica, a la vez que crea valor y nuevas oportunidades laborales.
Para ello, el proceso de transición justa debe asegurar una adecuada y accesible infraestructura de capacitación. Esta debe proveer de nuevas destrezas y herramientas a los trabajadores para desempeñar una nueva labor.
Si bien mucho del conocimiento adquirido en la industria basada en combustibles fósiles aún es útil y se puede extrapolar a las nuevas tecnologías, se debe entrenar a las personas para realizar un trabajo diferente. El término en inglés utilizado para denominar este proceso es reskilling.
“Efectivamente, el programa del INA sigue la línea de la transición justa y responde a una tendencia global que se le llama ‘enverdecimiento de la Educación y Formación Técnica Profesional o EFTP’. La transición hacia nuevas tecnologías verdes –desde la movilidad eléctrica hasta la generación eléctrica y la adopción de paquetes tecnológicos en agricultura– requiere de personas con formación técnica para dar acompañamiento”, comentó Valenciano.
Asimismo, el presidente ejecutivo del INA añadió: “Es bajo ese amplio paraguas en que la institución se mueve, reconociendo la necesidad de formar y dar competencias para que la gente se pueda insertar en el nuevo mercado laboral. Se trata de dar movilidad horizontal hacia sectores donde se presenta mayor crecimiento”.
En este sentido, el tiempo es clave para asegurar el éxito de la transición. De esta manera, a los trabajadores no los toma por sorpresa y pueden prepararse. Las medidas tomadas por el INA desde 2010 viene a ser ejemplo de ello.
“Eso posibilitó que ya existan en el país talleres que cuentan con técnicos formados en reparación de vehículos eléctricos e híbridos. Más recientemente, de hecho, se está impartiendo un curso para técnico en reparación de bicicletas eléctricas, que es otro nicho que es importante porque es una forma de movilidad que es ambientalmente sostenible y está en crecimiento”, señaló Valenciano.
Empleos verdes
En el Núcleo de Mecánica de Vehículos son cada vez más las mujeres que optan por la formación técnica y la electrificación del transporte está abriendo nuevos espacios de participación a las mujeres en carreras técnicas relacionadas a ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas o STEM (por su acrónimo en inglés).
“Un vehículo eléctrico no tiene tanta parte mecánica, pero sí es complejo en su parte eléctrica y electrónica. Las mujeres, al ser más minuciosas, ahí es donde se manifiestan mejor. En los híbridos se integra la parte mecánica y eléctrica, ahí también resultan muy buenas”, comentó Marvin Lépiz, profesor del INA con 22 años dedicado a la docencia, quien agregó que enseñar a grupos mixtos de estudiantes enriquece el trabajo en el aula, ya que los diferentes puntos de vista aportan en la solución de problemas y fomentan la colaboración entre géneros.
“Yo le digo a otras mujeres que quieran entrar a estudiar mecánica que lo intenten, que sí se puede lograr. No le voy a decir que es fácil, siempre hay gente que tiene comentarios machistas y le dicen a uno que no se puede. Pero véame a mí: yo soy delgadita y la gente a veces piensa que no tengo suficiente fuerza para aguantar una moto, pero sí la tengo”, manifestó Nicole Lizano, quien cursa el técnico en mecánica de motos y cuadraciclos.
Además, la electrificación del transporte abre nuevos nichos de mercado y amplía las opciones de empleabilidad. Así lo estimó Tatiana Fallas, compañera de curso de Lizano, quien consideraría a futuro especializarse en motos eléctricas como una forma de explorar nuevas oportunidades laborales.
Asimismo, los docentes del INA siguen investigando en procura de nuevos modelos didácticos. Por ejemplo, bajo la dirección de Edgardo Ash, hace cinco años se construyó un carro eléctrico desde cero, utilizando partes de automóviles viejos. Se sumaron los docentes de estructuras metálicas y se empleó láminas de tetrapak para el techo del vehículo.
“Este tipo de proyectos son muy interesantes porque se aplica un criterio de economía circular que implica darle valor a un material que ya cumplió su primera vida útil y vuelve a entrar al proceso, en lugar de botarlo”, dijo Bonilla.
Bajo el liderazgo de Fabián Chávez y Mario Abarca, estudiantes y docentes se dieron a la tarea de transformar un vehículo convencional, marca Ford Festiva (modelo 88), al que se le quitó el motor de gasolina y se sustituyó por uno eléctrico.
“Esto abre una oportunidad para personas que están enamoradas de su carro y quisieran transformarlo en eléctrico o no tienen los medios para comprar un vehículo nuevo. Por el momento, los kits eléctricos son muy caros, pero conforme las empresas empiecen a cotizar más entonces bajarán los precios. Ahorita esa posibilidad no está en el mercado, por el tema de precio y porque se requiere legislación que permita transformar vehículos convencionales; también se requieren regulaciones para saber qué hacer con los motores diésel y gasolina que se estarían desechando”, señaló el docente Gerson Mora.
Para Valenciano, todos estos esfuerzos pretenden alinear la formación técnica profesional con los objetivos de descarbonización que se planteó el país, no solo en transporte liviano sino también en generación eléctrica basada en fuentes renovables y agricultura.
Por ejemplo, el INA está trabajando en formar técnicamente a personas del área agropecuaria para que estas puedan dar asistencia a los finqueros en la ejecución de las Acciones de Mitigación Nacionalmente Apropiada (NAMA, por sus siglas en inglés), máxime que –aparte de los actuales NAMA en café y ganadería– se proyectan nuevos en caña de azúcar, banano y arroz.
Asimismo, y según Valenciano, se ha fortalecido el centro de agricultura orgánica, ya que una de las medidas para reducir las emisiones de carbono en el sector agrícola pasa por dejar de emplear fertilizantes nitrogenados.
“Ahora estamos trabajando muy de cerca con la Cooperación Alemana GIZ en el tema de refrigerantes, porque queremos capacitar a más gente en el manejo de refrigerantes naturales desde el núcleo eléctrico del INA, el cual tiene un papel muy importante que desempeñar para ayudar al país en esa transición. Eso nos pondría muy a la delantera en toda la región”, destacó Valenciano.
El Instituto también cuenta, desde 2017, con un Laboratorio de Energías Renovables que capacita a técnicos en la instalación, reparación y mantenimiento de equipos fotovoltaicos, termosolares y eólicos destinados a la generación eléctrica.
Además, este laboratorio cuenta con simuladores que permiten realizar diagnósticos de consumo y, a partir de estos, profesores y estudiantes pueden diseñar sistemas energéticos eficientes. Este es un servicio que se le puede ofrecer a empresas.
“Para cualquier inversión que se quiera hacer con fondos aportados por bancos internacionales o incluso desde el sector privado, una de las preguntas que hacen es si se cuenta con el personal técnico debidamente capacitado para reparar, dar mantenimiento y soporte. Esa es una de las ventajas que tiene Costa Rica al contar con gente capacitada en trabajar con paneles solares y vehículos eléctricos”, declaró Valenciano.
También se cuenta con un programa de eficiencia energética, el cual recurre a la formación dual con empresas. Este es un tipo de modalidad de enseñanza donde los estudiantes combinan la formación brindada por la institución educativa con la puesta en práctica de los conocimientos en empresas. En otras palabras, se busca que las personas aprendan haciendo.
“Cada vez hay más demanda de técnicos que entiendan el tema de la eficiencia energética, ya que este es un tema de interés para las empresas porque se vuelve también un factor competitivo”, indicó Valenciano a la vez que manifestó que muchos de los jóvenes con formación dual terminan contratados por las empresas donde realizaron su práctica.
Inclusividad
Con 55 sedes, el INA está presente en todo el país. Según su presidente ejecutivo, no solo se está democratizando el acceso geográfico a la formación técnica para que aproveche las oportunidades que trae consigo la descarbonización sino que también los cursos que se ofrecen son gratuitos.
Además se cuenta con becas de hospedaje, transporte y alimentación para los estudiantes. “Eso nos permiten ser aún más inclusivos y llegar a personas de todas partes”, detalló el presidente ejecutivo de la Institución.