Cuando se está en medio de una inundación, ciertamente, en lo que menos se piensa es en la menstruación. Es algo que suele invisibilizarse. Sin embargo, la gestión adecuada de este proceso biológico forma parte del derecho a la salud de la mitad de la población mundial.

En este sentido, la equidad menstrual —entendida como la provisión adecuada de servicios de salud e higiene que sean asequibles, accesibles y seguros— debe estar cada vez más presente en la gestión de riesgo, máxime que los eventos meteorológicos y climáticos se intensificarán con cada grado adicional que se incremente la temperatura media del planeta.

“No hace falta un evento extremo para que haya afectación”, dijo Carlos Picado, jefe de la Oficina de Género e Inclusión Social de la Comisión Nacional de Emergencia (CNE). “En la cotidianidad de un país como el nuestro, que llueve constantemente, hay que preocuparse por los eventos que ocurren de manera frecuente. Un periodo de lluvias a veces genera iguales pérdidas que un huracán”, continuó.

En cuanto a los más afectados, Picado fue claro: “los pobres y las personas en condición de vulnerabilidad”. “Esto debido a que los recursos son limitados y las poblaciones están menos equipadas para dar respuestas adecuadas”, especificó Emma Moore en su tesis de maestría en la Universidad de Columbia (EE.UU.), en la que analiza los efectos del cambio climático en la salud menstrual de mujeres y niñas de zonas rurales de países de renta baja.

Las toallas de tela se han convertido en una alternativa reutilizable para gestionar la menstruación. No obstante, su uso también implica acceso a agua.(Créditos: Mayela López)

Cambio climático acrecienta desigualdades

Actualmente y, según el Banco Mundial, más de 500 millones de mujeres y niñas en el mundo carecen de acceso a productos de higiene menstrual, así como de instalaciones adecuadas para la gestión de su menstruación, como servicios sanitarios privados y seguros que cuenten con acceso a agua potable.

“Te puedo decir que conocemos de casos en que las chicas con quienes trabajamos no tienen acceso a agua. Y uno piensa que eso no pasa en Costa Rica o que solo pasa en lugares muy alejados de San José y no es así. Lo otro es que la imposibilidad de acceso a toallas no solo es por un asunto económico, también es porque no hay dónde comprarlas, porque estas chicas viven en lugares muy alejados”, comentó Marysela Zamora, directora de Nosotras Women Connecting, organización que aboga por la justicia menstrual.

“Las mujeres y las niñas se ven obligadas a caminar varios kilómetros para acceder a agua limpia durante la menstruación, enfrentándose a un mayor riesgo de violencia sexual y de género durante el trayecto y a complicaciones de salud. Sin acceso a agua limpia y suministros sanitarios, las mujeres y las niñas a menudo faltan al trabajo o a la escuela debido a los síntomas de la menstruación, lo que obstaculiza sus oportunidades de desarrollo profesional y socialización”, destacaron Desmond Alugnoa, Trevor Cousins y Mayumi Sato en un artículo publicado en The Lancet.

En un contexto de emergencia estas situaciones se agravan. “El acceso a productos de salud menstrual, los espacios privados, los métodos de eliminación y las instalaciones de agua potable, saneamiento e higiene a menudo se ven interrumpidos; además, las iniciativas de gestión de la salud y el bienestar de la mujer en curso podrían suspenderse debido a la priorización de la provisión de alimentos y refugio en las respuestas de socorro en caso de desastre”, destacaron las autoras de un comentario sobre equidad menstrual y acción por el clima publicado también en The Lancet.

Las personas menstruantes, con tal de gestionar de alguna manera su periodo, recurren a alternativas como trapos, papel higiénico, periódicos e incluso hojas de plátano, lo cual puede poner en riesgo su salud. Incluso, algunas optan por utilizar el producto menstrual más tiempo del recomendado, lo que puede derivar en infecciones.

Una gestión adecuada de la menstruación prevé un cambio de toalla, tampón o copa cada 3-4 horas, para personas con un ciclo regular. “Si se deja más tiempo el dispositivo que se está usando, esa humedad que queda en la vagina puede favorecer la aparición de ciertos tipos de bacterias y estas pueden provocar infección, lo que puede comprometer desde la piel hasta la vagina”, explicó Rita Peralta, ginecóloga del Hospital Calderón Guardia y profesora de la Universidad de Costa Rica (UCR).

El cambio climático lo que viene es a amplificar estas barreras que ya existen, que además son estructurales. Sabemos que además hay barreras de violencia basada en género. A veces solo se piensa en los insumos y no se piensa en toda esta reproducción de violencia, todas estas barreras que tienen que ver con normas sociales de género que se siguen reproduciendo. Entonces, no podemos solo dar insumos, necesitamos tener toda esta conversación adicional”, dijo Carolina Barboza, asistente técnica en temas de derechos a la salud sexual y reproductiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).

Lo mencionado por Barboza trae a colación otro aspecto: la gestión segura de la salud y la higiene menstruales debe incluir a todas las personas menstruantes que se identifiquen como transgénero, no binarias y con otras identidades de género, quienes a menudo experimentan barreras adicionales y discriminación.

“Al reconocer las perspectivas de salud planetaria de la menstruación, las sociedades no solo pueden reducir las desigualdades menstruales, sino también apoyar a las mujeres, las niñas y las personas transgénero y no binarias como participantes activas en la sociedad y agentes de cambio en la mitigación del cambio climático y la adaptación al mismo”, se lee en el comentario publicado en The Lancet.

Planes de emergencia

ONU Mujeres urge a los países a incorporar la equidad menstrual en sus planes de emergencia para, así, garantizar tanto la provisión y distribución de suministros de higiene como condiciones sanitarias adecuadas y seguras en los albergues.

En cuanto a la provisión de productos, CNE incluyó las toallas sanitarias dentro de la lista de artículos que se provee a las personas que se relocalizan en albergues. El Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU) también reparte un kit sanitario.

“El INAMU insiste mucho en ser parte del proceso de atención de la emergencia. Ellas preparan los kits y nos los mandan para que nosotros los repartamos o ellas generan procesos de visita para entregarlos y así apoyar en la tarea de explicarle a algunas mujeres que no saben cómo usarlos”, comentó Picado. “Eso se suma a la coordinación que hacemos con la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) y el Ministerio de Salud. Buscamos siempre la presencia del personal sanitario”, añadió.

Por el momento, los albergues solo proveen toallas sanitarias desechables. Pero, según Picado, la dinámica de compras que maneja CNE durante la emergencia facilita la adquisición de productos que se consideren necesarios. “Los comités de emergencia tienen la posibilidad de acceder a créditos. Nosotros autorizamos y ellos hacen compras específicas cuando lo requieren. Los albergues están administrados y supervisados por estos comités de emergencia y en la conformación de estos hay representantes del Ministerio de Salud. Si hay alguna recomendación en ese sentido, pues no hay ningún inconveniente para brindar esa atención”, explicó.

Esa disposición posibilitaría, a futuro, incluir productos como tampones, toallas reutilizables o copas menstruales, ya que todas las personas gestionan su menstruación de forma diferente. “Hay mujeres que requieren utilizar tampones, toallas de tela o copas menstruales debido a que son alérgicas a las toallas desechables o el calor que también tiene que ver con la crisis climática les genera irritación. Ahí es donde tenemos que ubicar las diferentes realidades de las personas menstruantes para poder suplirlas de la mejor manera”, señaló Barboza.

En cuanto a las donaciones, los productos de higiene menstrual no suelen estar presentes en las campañas de recolección. Aunque, cada vez más, hay grupos que se esfuerzan por proveer de toallas a los albergues. En este sentido, Picado abogó por una coordinación ordenada y eficiente; más bien, recomendó que las personas que así lo deseen donen dinero a las cuentas oficiales de la CNE para que los comités puedan invertir ese dinero en los artículos que se necesitan.

En cuanto a las condiciones de los albergues, según Picado, el tema de provisión de agua potable está previsto e incluso incorporado en los manuales de atención humanitaria. “Hay pautas muy claras respecto a la cantidad de agua que requiere una persona por día y ese criterio lo utilizamos a la hora de seleccionar el albergue”, dijo el funcionario y agregó: “¿Cuál es el problema? A veces nos enfrentamos a que hay 200 personas en un salón comunal y este apenas cuenta con dos sanitarios y no tiene duchas. Entonces, nos toca correr”.

Según Picado, CNE está trabajando en un proyecto que les permitirá identificar edificios que puedan utilizarse como albergues y, con este fin, se realizarán mejoras. “Funciona así: los comités de emergencia hacen un inventario de los edificios que pueden utilizarse como albergues. El Ministerio de Salud, con presencia en el territorio, va y hace una inspección, lo califica sanitariamente y dice si puede o no ser utilizado como albergue. Después se piensa en las mejoras para acondicionarlo”, explicó.

Con el dinero provisto por el Banco Mundial, se intervendrán 33 edificaciones ubicadas en lugares con mayor incidencia de eventos. No obstante, la CNE está incidiendo en los cantones para que aquellos edificios nuevos se diseñen ya pensándose como salones multiuso, con miras a ser empleados como albergues a futuro.

La copa menstrual es otra alternativa para gestionar la menstruación.(Créditos: Mayela López)

 Visibilizar y actuar

Mientras la menstruación sea un tema tabú, más difícil será incorporarla en los esfuerzos de acción climática, entre ellos, la gestión de riesgo.

“Necesitamos poder hablar de la menstruación de manera clara y directa. Y si estamos hablando de cambio climático, aún hay muchas preguntas que hay que poner sobre la mesa. Es una prioridad de agenda, porque el cambio climático está acá y porque tenemos cada vez más migraciones forzadas. Las mujeres necesitan poder gestionar su menstruación de manera digna”, expresó Zamora.

Para Cindy Quesada, ministra de la Condición de la Mujer, el Plan Nacional de Acción sobre Igualdad de Género en la Acción Climática (Decreto Ejecutivo N°44053) declarado de interés público— va precisamente en esta línea. Posiciona la gestión de riesgo bajo una sombrilla más amplia que engloba otros aspectos desde una perspectiva de género para, así, también dar solución a los problemas estructurales que provocan desigualdad. Además, el plan busca visibilizar el aporte que realizan las mujeres.

“Es fundamental el traslape que hay con la participación de la mujer, no solo en la atención de las emergencias, en los mecanismos de alerta temprana, en los albergues, en la movilización… Hay que pensar en la posición de la mujer dentro de toda la dinámica de gestión de riesgo. Las mujeres siempre han llevado la batuta en las situaciones de emergencia y en las redes locales”, declaró Quesada.

 Este artículo fue elaborado con apoyo de LatinClima, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y el Centro Científico Tropical (CCT) por medio de la iniciativa Historias que cuentan cambios.

Recientes

Busqueda

Seleccione un autor
Suscríbase a nuestro boletín!
Únase a nuestro boletín informativo para obtener las noticias y actualizaciones más recientes de Ojo al Clima.