La resiliencia climática en ciudades
Aunque nuestro país se ha comprometido a ser carbono neutral y reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero de manera significativa para contribuir al cumplimiento de metas y esfuerzos internacionales de reducción de emisiones, hay un tema muy importante del que aún no se habla mucho en el país: la resiliencia al cambio climático.
Se ha hablado mucho menos aún de cómo podemos preparar nuestras ciudades para sobrellevar los cambios y los impactos que este fenómeno traerá consigo.
¿De qué hablamos? Según la Fundación Rockefeller, la resiliencia urbana se define como la capacidad de individuos, comunidades, instituciones, negocios, y sistemas dentro de una ciudad de sobrevivir, adaptarse y crecer, a pesar de factores crónicos de estrés o de shock que experimenten.
Estos factores pueden ser de todo tipo, por ejemplo económicos (crisis, guerras), climáticos (sequías, inundaciones, olas de calor), o sociales (inseguridad, violencia, salud, vivienda, desempleo).
Dentro de un contexto climático, nuestras ciudades son hoy en día vulnerables a inundaciones, a olas de frío y de calor, a la escasez de agua para consumo humano, al incremento de enfermedades como el dengue y el zika, al colapso de infraestructura deficiente, entre otros.
Incluso se plantea el reto de tener que recibir migrantes o desplazados climáticos, personas que por los impactos del clima, deben dejar sus hogares y trasladarse a otros sitios como las ciudades.
¿Qué tan preparadas están nuestras zonas urbanas para enfrentar y sobreponerse a estos retos? ¿Han identificado nuestros gobiernos locales aquellas áreas donde su localidad es especialmente vulnerable? ¿Se están desarrollando estrategias locales de adaptación y resiliencia al cambio climático?
Todas estas son preguntas que debemos responder. No nos sirve mucho ser un país “verde” o C-Neutral si nuestras ciudades se inundan y los puentes se caen cuando llueve, mientras la ciudadanía no tiene agua para tomar.
El cambio climático es real y ya está sucediendo, no lo podemos detener, pero sí podemos adaptarnos y verlo como una oportunidad para mejorar nuestra infraestructura, nuestra planificación y nuestras decisiones para vivir mejor. Hagámoslo.
La autora es directora del Centro Para la Sostenibilidad Urbana
