Con el objetivo de determinar la calidad de vida dentro de la Gran Área Metropolitana (GAM), y con más de 30 rutas de avistamiento diferentes, se realizó el primer conteo de aves del proyecto Transición hacia una Economía Verde Urbana (TEVU).
Por unas horas, más de 300 personas en los alrededores de la GAM se desconectaron de su rutina y se dedicaron a observar aves, conectándose más con la naturaleza y sensibilizándose sobre la importancia de cuidar la avifauna, pero también percatándose de los impactos de la degradación urbana y la crisis climática.
El conteo se realiza en esta época del año debido a la migración de las aves desde el hemisferio norte hacia el hemisferio sur, por lo que se pueden observar más especies.
En abril de 2023, cuando las especies migren de nuevo hacia el norte, también se realizará otro conteo.
Reverdecer la ciudad
En San Pedro de Montes de Oca, por ejemplo, el conteo se realizó en las instalaciones deportivas de la Universidad de Costa Rica (UCR). Desde las 6 a.m., los participantes -binoculares en mano- estaban listos para buscar a los pájaros en sus horas más activas.
Para un novato, esta puede ser una experiencia difícil al principio, ya que los binoculares pueden ser complicados de usar si no se tiene experiencia e identificar las especies requiere conocer algunas de sus características de forma previa. Sin embargo, la recompensa y la paz que la actividad ofrece supera ese esfuerzo.
Un total de 37 especies fueron observadas en este sector de la UCR, como es el caso de ibis verde, el cuatro ojos y reinita amarilla. A nivel general, se contabilizaron 292 especies, entre estas se encuentran el pinzón cafetalero, la pava negra y la lora de nuca amarilla, las cuales están en peligro de extinción.
“Han cambiado las condiciones climáticas, lo cual ha potenciado la aparición de ciertas especies pero también ha desplazado a otras de sus hábitats. Un ejemplo de esto es el ave come maíz”, señaló Pablo Muñoz, biólogo de la Organización para Estudios Tropicales (OET).
Durante el trayecto, los participantes pudieron adentrarse en el bosque con tal de encontrar más aves. Inclusive, los asistentes observaron el estado del río Torres durante el conteo.
El río Torres abarca los cantones de San José, Goicoechea, Montes de Oca y Tibás. Tiene una longitud de 26 kilómetros y actualmente funciona como corredor biológico interurbano, permitiendo que distintas especies lo atraviesen y sea un espacio seguro para estas.
Precisamente, los bosques alrededor de los ríos urbanos son prioritarios en las labores de mejoramiento del paisaje mediante el reverdecimiento. TEVU, por ejemplo, trabajará en ello con 20 gobiernos locales en los próximos cinco años, ya que se pretende restaurar 2.000 hectáreas.
Ese esfuerzo de restauración tiene un doble propósito: mejorar el hábitat de las especies y ayudar a las ciudades en el proceso de adaptación al cambio climático, ya que la cobertura forestal brinda servicios como captura de carbono, así como regulación térmica e hídrica, entre otros.
En este sentido, TEVU trabajará con las municipalidades de Paraíso, Oreamuno, Cartago, La Unión, Curridabat, Montes de Oca, Goicoechea, San José, Tibás, Belén, Flores, Santo Domingo, San Pablo, Heredia, Alajuela, Santa Bárbara, Barva, San Rafael, Desamparados y Alajuelita.
¿Por qué aves?
El Programa de Monitoreo Ecológico de las Áreas Protegidas y Corredores Biológicos de Costa Rica (PROMEC-CR), que pertenece al Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC), parte de la premisa que al conservar los niveles de organización más alto (como los paisajes) es posible también conservar todo lo que se encuentra dentro de esa unidad más amplia, por ejemplo: comunidades de especies, especies y diversidad genética.
En otras palabras, si se conserva un bosque como unidad también se está conservando a las especies que viven en este. Por ello, la presencia o ausencia así como la abundancia de ciertos grupos de organismos -como plantas, animales y hongos, entre otros- los hacen buenos bioindicadores del estado de esa unidad de conservación.
Aquí es donde entran a escena las aves. Estas son una buena elección a la hora de hacer monitoreo porque, por un lado, pueden ser censadas a grandes escalas. Y, por otro lado, su ocurrencia y abundancia es influenciada por las características del hábitat.
Esa relación directa con su hábitat hace que algunas especies sean buenas bioindicadoras, esto bajo el supuesto de que la respuesta de estas especies puede ser representativa al resto de la fauna presente en la unidad de paisaje.
Además, las aves son fáciles de observar y son atractivas para las personas, propiciando que se realicen actividades educativas y recreativas como los conteos.
Muñoz comentó que el conteo de aves puede brindar un diagnóstico de lo que se está haciendo bien y también lo que se está haciendo mal en términos de manejo. En este caso, y según el biólogo, no se trata de señalar lo malo sino utilizar la información recolectada para mejorar y solucionar los problemas que se detecten.
En este sentido, el monitoreo permite analizar cuáles se encuentran en peligro y también identificar dinámicas que suceden en las ciudades. Algunos pájaros, por ejemplo, son dispersores de semillas y cumplen un rol importante en la regeneración de los bosques, mientras que las áreas verdes -en términos de cambio climático- son esenciales para la captura y fijación de carbono tanto en la biomasa (vegetación) como en el suelo.
Entender el estado de salud de los ecosistemas en las ciudades, a su vez, revela la calidad de vida de quienes habitan en ellas, ya que de las personas dependen de la naturaleza para respirar, también para proveerse de materias primas y medicamentos, entre otros servicios ecosistémicos.
“A través de conteos de aves podemos saber qué ocurre con las aves, especialmente las más vulnerables y podemos predecir que nos puede ocurrir a nosotros y cómo eso puede afectar nuestra calidad de vida”, comentó Mariela Chinchilla, comunicadora del proyecto TEVU.
Asimismo, estas actividades representan una oportunidad para involucrar a quienes viven en las ciudades. Les ofrece una opción de esparcimiento gracias a los bosques que se encuentran en las zonas urbanas, donde incluso pueden ver los animales que viven en estos. También se propicia la educación ambiental al dar una perspectiva cercana sobre lo significa cuidar la naturaleza.
“Hay dos ejes en el conteo como tal. El primero es el acercamiento de la comunidad a la avifauna y los recursos dentro del GAM. El segundo es el fin académico para levantar una línea base de especies reportadas en la GAM para usos futuros del proyecto TEVU”, explicó Muñoz.