Podría decirse que existen dos interrogantes clásicas sobre la utilización de vehículos eléctricos de batería en el siglo XXI. ¿Están al alcance de nuestro presupuesto? ¿Podré mantener mi rutina sin preocuparme si la carga alcanzará para llegar a mis destinos?
Un grupo de investigadores tiene las respuestas: sí y sí. Ya nos vamos quedando sin excusas para postergar la transición.
En un nuevo estudio publicado hoy, investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en inglés) analizaron si los vehículos eléctricos de batería –a pesar de su limitado rango de manejo y el costo actual– pueden tener un impacto positivo en las metas de cambio climático de Estados Unidos.
Con base en datos satelitales y analizando doce ciudades estadounidenses, los científicos determinaron que los vehículos eléctricos actuales cumplen con nuestras demandas de transporte en 87% de los días en que usamos actualmente un vehículo de gasolina o diésel. En los restantes días (el otro 13%) los investigadores señalan que deben existir mecanismos como vehículos compartidos que puedan ofrecer alternativas.
De hacer el cambio, las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con transporte en Estados Unidos bajarían un 30%. Esto porque los motores de combustión interna, al quemar gasolina o diésel, liberan gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global.
Los investigadores determinaron que, aunque todavía una gran parte de la electricidad estadounidense viene de petróleo, carbón y gas natural, esta transición tendría un efecto positivo en la reducción de emisiones. Una mejoría mayor al 30% se lograría si esa matriz eléctrica incorpora más fuentes renovables, como solar o eólica, por lo que Costa Rica sería un buen candidato para el uso de vehículos eléctricos.
“Nuestra investigación muestra que existe un potencial para reemplazar casi 90% de los vehículos particulares”, explicó a Ojo al Clima Jessika Trancik, investigadora del MIT y una de las autoras del estudio.
¿Cómo llegaron a esta conclusión? Los científicos analizaron dos grandes bases de datos: una tomada de encuestas de transporte en todo Estados Unidos y otra que analiza los patrones de manejo en carretera con base en datos de GPS. Durante cuatro años usaron estos datos para generar un modelo que les permitiera entender mejor la situación.
Con las encuestas de transporte determinaron promedios para el uso de los vehículos. En la imagen inferior, los viajes están agrupados en las barras grises según la cantidad de millas en promedio por cada día. Se puede ver que la mayoría de los viajes en vehículos en las ciudades analizadas requiere menos de 50 millas diarias (cerca de 80 kilómetros).
Con los datos de GPS, los científicos analizaron los patrones de manejo y determinaron cuántas millas rendiría una carga promedio de un Nissan Leaf 2013, un vehículo promedio que utilizaron como referencia. Dependiendo de los hábitos del conductor, una sola carga duraría entre 50 kilómetros y 100 millas (en el gráfico es la línea azul).
La línea punteada ubicada a la izquierda del gráfico marca marca la línea de 74 millas (casi 120 kilómetros) que en promedio puede recorrer ese vehículo y que cubriría el 87% de los días en que se utiliza el carro particular actualmente. Solo cierto tipo de usuarios que recorren usualmente grandes distancias o ciertos viajes en fechas especiales (como vacaciones o feriados) estarían fuera del rango.
“Una parte crítica para que esto funcione será ofrecer alternativas como vehículos de combustión interna en modalidad de compartidos para los días de alto consumo energético”, explica Trancik, sobre el 13% de días faltante.
La científica además explicó que si las baterías logran mejorar al ritmo que esperan ciertas autoridades estadounidenses, el rendimiento de los vehículos eléctricos por cada carga aumentaría (la línea roja en el gráfico superior).
Sobre la capacidad de poder comprar los vehículos, los investigadores analizaron los diferentes costos asociados a comprar un automóvil, incluyendo su valor de compra, el mantenimiento y el combustible.
Así, concluyeron que el costo total de vida útil –un concepto que agrupa todos los costos asociados al vehículo durante su vida útil– del vehículo eléctrico de batería que analizaron es inferior al de 87 vehículos de combustión interna que existen actualmente en el mercado estadounidense. Algo similar aplicaría para modelos parecidos, dijo la investigadora.
Una diferencia importante es el pago inicial: en los vehículos eléctricos representa cerca del 80% del costo total durante la vida útil, mientras que en automóviles que utilizan gasolina es solo 50%, con el mantenimiento (20%) y el costo del combustible (30%) ocupando el resto.
La científica publicará pronto otra investigación comparativa sobre estos vehículos, en el Laboratorio Trancik del MIT, un grupo de trabajo que analiza la factibilidad de que nuevas tecnologías limpias sean utilizadas en el día a día de las personas.
“La transición hacia energía limpia solamente ocurrirá si los consumidores –en este caso los ciudadanos particulares que compran vehículos– están dispuestos a adquirir tecnologías limpias”, señala la científica.
En Costa Rica.
Trancik fue clara en que una matriz eléctrica con menos combustibles fósiles (como la que actualmente tiene Costa Rica, donde más del 95% de la electricidad viene de fuentes limpias) haría el transporte eléctrico todavía más eficiente para reducir las emisiones.
El sector transporte es todavía la fuente más importante de gases de efecto invernadero del país, con cerca de 38% de las emisiones totales y el gráfico a continuación, tomado del informe que hizo el país a la Convención Climática en 2015, lo detalla.
Por esto, funcionarios y especialistas han alertado durante años que el país necesita atender la contaminación de su flota vehicular y una solución es la electrificación.
“En el caso de Costa Rica, que el sistema eléctrico es noventa y pico por ciento renovable, usted sí está cambiando del consumo de combustibles fósiles a fuentes renovables”, señaló en mayo Javier Orozco, director de Planificación Eléctrica del Instituto Costarricense de Electricidad.
El ministro de Ambiente y Energía, Édgar Gutiérrez, también respaldó la idea de un transporte eléctrico para el país en una entrevista realizada en enero. Este estudio viene a consolidar esa idea.
“Para un uso normal del carro, el estudio muestra que sí alcanza la batería. Vos podés cargar tu carro en la noche, hacés todas las vueltas en un día normal”, explicó Verena Arauz, especialista en transporte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Arauz explicó que los viajes promedio diarios en Costa Rica están cerca de 25 kilómetros, muy por debajo del rango del estudio.
Incluso con viajes dentro del Gran Área Metropolitana que podrían considerarse largos funcionan los 120 kilómetros que ofrecería un vehículo eléctrico de batería como el Leaf. Un viaje entre Tres Ríos y Santa Ana recorre cerca de 30 kilómetros y uno entre Desamparados y Barva cerca de 22 kilómetros, por citar dos ejemplos.
Para dar incentivos financieros para adquirir carros, un proyecto legislativo ofrece una serie de ventajas fiscales a los vehículos eléctricos, tanto particulares como los de transporte público de pasajeros.
Sin embargo, la especialista del BID señala que no puede entenderse la electrificación de los vehículos particulares como la solución al transporte del país.
“Si usted quiere resolver el ambiente y las emisiones de CO2, esta es una gran manera, pero si uno quiere resolver un problema de calidad de vida necesita transporte eléctrico colectivo”, señaló Arauz, quien coordina el Proyecto Movilidad Urbana Sostenible en San José del BID.
Para la experta, la solución al transporte en el país pasa por cambiar la mentalidad con respecto al transporte público e iniciar una transformación donde se modernice, pero también pase a tecnologías eléctricas.
“Es una cuestión de tener bien claras las prioridades: si estamos hablando a nivel político no se puede decir que transporte público es un problema complicado de resolver y mejor apostarle a los carros eléctrico”, dijo Arauz..