Si una tarde cualquiera nos detenemos en el centro de la capital, podremos ver que la concentración de personas en la capital es muy alta. Esto no es ningún secreto. Luego, si nos alejamos del centro hacia el resto del país vemos que la cantidad de personas va siendo cada vez menor. Otra vez el agua tibia, ¿no?
Aquí va algo tal vez diferente: esta situación ocurre tanto en las ciudades de Costa Rica como a nivel mundial. Las ciudades representan solo un 3% del planeta, pero ahí vive el 54 % de la población. Para el 2030 un 60% de la población mundial vivirá en áreas urbanas.
¿Qué quiere decir esto? La concentración y la densidad de las personas en las ciudades aumentará y con esto las soluciones para satisfacer las necesidades de sus habitantes tendrán que replantearse. Este aumento y densidad de personas en las ciudades presentan un gran reto, pero a la vez una gran oportunidad para replantear soluciones para zonas urbanas.
Como las ciudades concentran entre el 60 y 80% del consumo energético y el 75% de las emisiones de carbono (según la ONU), si se plantean soluciones sobre eficiencia energética o reducción de emisiones de carbono en ellas, se estará resolviendo más de la mitad de esta problemática.
Los problemas en las ciudades impactan nuestra salud, bienestar y calidad de vida. Nos impactan de distintas maneras y en distintas escalas. El qué tan eficientes seamos resolviendo estos retos, se verá reflejado en nuestras vidas. La pregunta es: ¿seremos capaces de crear un vínculo común de humanidad y de metas compartidas para resolver estos problemas que nos impactan a todos?
Los problemas en las ciudades afectan la calidad de vida de los ciudadanos todos los días, desde el más joven y hasta el más viejo. Al movernos de un extremo de la ciudad al otro podemos ver cómo nos impactan estos problemas a nosotros mismos, al respirar aire contaminado, al pasar en presas, al no tener un sistema de transporte público conectado que facilite la movilidad de las personas.
El planteamiento de estas soluciones no vendrá –ni debe venir– desde un grupo pequeño de individuos. Debe haber una ciudadanía activa, que genere propuestas, acciones y demande transparencia en la información y datos abiertos.
Cada uno de nosotros causamos impactos en el ambiente que a su vez impactan nuestras vidas. Para poder crear el tipo de ciudades en el que queremos vivir, es necesario el involucramiento activo ciudadano en los procesos para la toma de decisiones. Es tiempo de tomar responsabilidad de nuestras propias acciones. El tipo de ciudades en las que viviremos serán el resultado de nuestras acciones - o falta de ellas-.
La autora es Co-fundadora de Costa Rica Limpia