El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, anunció este martes la designación de André Correa do Lago como presidente de la trigésima Conferencia de Naciones Unidas sobre el Clima (conocida como COP30) que tendrá lugar del 10 al 21 de noviembre en la ciudad amazónica de Belém do Pará.

Correa do Lago es el actual Secretario de Clima, Energía y Medio Ambiente del Ministerio de Relaciones Exteriores, nombrado desde marzo de 2023. Entre 2011 y 2013 se desempeñó como jefe negociador de Brasil en las cumbres climáticas auspiciadas por Naciones Unidas, y también lideró a la delegación en Río+20 (2011-2012). Fue embajador en Japón (2013-2018), en la India (2018-2023) y acreditado también en Bután (2019-2023).

Organizaciones de la sociedad civil, como Observatorio del Clima, reconocen en Correa do Lago a un “diplomático experimentado con profundo conocimiento de las negociaciones multilaterales”.

“Lula ha tomado la decisión correcta al nombrar a André Correa do Lago. El embajador cuenta con el respeto de la comunidad climática internacional y un profundo conocimiento del proceso multilateral. Sin embargo, la presidencia de la COP30 es una tarea difícil, y Lago necesitará todo el apoyo de Lula y una articulación sin fisuras con la ministra Marina Silva para hacer avanzar la agenda en el año más difícil de la historia para la diplomacia climática”, dijo Claudio Ângelo, responsable de Política Internacional de Observatorio del Clima.

En la misma línea de pensamiento se ubica Caetano Scannavino, quien es coordinador de Projeto Saúde & Alegria: “André se enfrenta no solo a un planeta, sino a una papa caliente. Es el décimo aniversario del Acuerdo de París, en medio del regreso de Trump, una ultraderecha en ascenso, un multilateralismo en declive y unas COP recientes que han hecho pocos progresos. Es una misión difícil que requerirá todo nuestro apoyo. Y André lo tendrá, porque ante este contexto desfavorable, el reto va más allá de liderar una COP: será necesario movilizar corazones y mentes para contrarrestar este poderoso movimiento negacionista”.

Asimismo, las expectativas son altas. “La elección del embajador André Corrêa do Lago, con su carrera diplomática y alineamiento con la agenda ambiental, representa un esfuerzo positivo pero aún no garantiza lo que realmente esperamos: la centralidad de los pueblos indígenas en las discusiones sobre el clima”, declaró Toya Manchineri de la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Amazonia Brasileña (Coiab).

“Como COP en la Amazonía es esencial que nuestra voz, como guardianes históricos de los bosques, esté en el centro del debate. Sin esto, cualquier progreso será superficial, ya que la crisis climática exige soluciones construidas con aquellos que viven y protegen el bosque y defienden el clima todos los días”, continuó.

Brasil promete una COP histórica

Desde su cuenta en X, el mandatario brasileño escribió: “Haremos una COP30 histórica por un futuro más justo y sostenible para nuestro planeta”.

En la COP30, la diplomacia brasileña impulsará un aumento de la ayuda financiera de los países desarrollados hacia los países en desarrollo para apoyarlos en su transición energética, un objetivo no cumplido de la COP29, realizada en Bakú (Azerbaiyán) en 2024.

Y también incluirá en el debate la “cuestión de la adaptación”, un tema que gana preponderancia en la agenda brasileña tras las inundaciones sufridas en Rio Grande do Sul y los incendios forestales en El Pantanal.

Vale recordar que Brasil viene de liderar, en el 2024, el G20 desde donde abogó por reformar las instituciones financieras mundiales y reestructurar la deuda para poner fondos a disposición de las naciones en desarrollo que luchan por hacer frente a los retos climáticos.

Asimismo, la agenda país de la potencia suramericana busca alinear acciones en conservación y clima, pero a la vez muestra una alta dependencia a los combustibles fósiles. Y mientras resuelve sus bemoles, le tocará presidir la COP30, precisamente la que marcará los 10 años desde el Acuerdo de París y en la que los países presentarán sus nuevos compromisos de reducción de emisiones, que deberán ser más ambiciosos que los anteriores, con plazo de ejecución al 2035.

“La COP 30 no puede ser una conferencia más, sino un punto de inflexión. El embajador André Correa do Lago aporta una combinación poco común de experiencia diplomática y visión para llevar el Acuerdo de París del papel a la realidad. Su liderazgo será fundamental para convertir la ambición mundial en resultados factibles y mensurables”, dijo Natalie Unterstell, presidenta del Instituto Talanoa.

¿Es tiempo de los BRICS?

El anuncio de la designación de André Correa do Lago como presidente de COP30 fue antecedido por la decisión de Donald Trump, al asumir por segunda ocasión como presidente de Estados Unidos, de retirar a esta nación del Acuerdo de París. No es la primera vez, ya la había retirado durante su primer mandato (2017-2021) y su sucesor, Joe Biden, volvió a incluirla en el tratado en 2021 cuando asumió como mandatario.

Aparte de firmar una carta notificando a Naciones Unidas sobre su decisión de abandono del tratado, proceso que demorará un año, también anunció que su administración declarará una “emergencia energética nacional” para ampliar significativamente la explotación de petróleo y gas, principal fuente de los gases de efecto invernadero que incrementan el calentamiento del planeta y aceleran el cambio climático.

China, cuyo liderazgo en vehículos eléctricos y energías renovables se consolidó en 2024, manifestó preocupación por la decisión estadounidense. En boca de Guo Jiakun -portavoz chino del Ministerio de Relaciones Exteriores- manifestó que “el cambio climático es un desafío común al cual está confrontada toda la humanidad y ningún país puede permanecer insensible o resolver el problema por sí solo”.

China y Brasil forman parte de los BRICS, un bloque de países emergentes que desde 2010 viene haciendo contrapeso al grupo de países desarrollados conocido como G7. Lo terminan de conformar: Rusia, India, Sudáfrica, Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán. Justamente, otro BRICS --Sudáfrica-- presidirá este año el G20.

De hecho, Brasil preside actualmente el grupo. “Los BRICS vienen para construir, no vienen para desmejorar las cosas”, aseguró Eduardo Saboia, el responsable diplomático brasileño para el grupo, en declaraciones dadas a AFP. “Tenemos tantas cosas para hacer entre nosotros (...). No hay un foco en otros países, otros líderes", añadió.

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