Atendiendo al llamado de Canadá, 89 bomberos y tres técnicos especialistas de Costa Rica se trasladaron a la provincia de Alberta para colaborar con la mitigación de los incendios forestales, los cuales han arrasado 2,9 millones de hectáreas.
Al igual que los ticos, brigadas de Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica se sumaron a los equipos canadienses que llevan desde julio batallando con el fuego tanto en Alberta como en Columbia Británica.
No son los únicos. Varios estados del oeste de Estados Unidos están lidiando con incendios forestales, matizados por una ola de calor que continúa deshidratando la región a la vez que reporta temperaturas por encima de los 40°C en localidades de California, Arizona, Nevada, Washington y Oregón.
Sólo en California, los bomberos combaten más de 20 incendios a la vez. Entre ellos un megaincendio en el norte, que llevaba 142.000 hectáreas quemadas a finales de julio. Según la agencia Cal Fire, esto lo convierte en el sétimo más grande registrado en este estado.
Asimismo, Alaska está siendo afectada y, hasta hace poco, también lo estuvo Texas, que tuvo que lidiar con el fuego poco después del paso del huracán Beryl que causó destrozos en sus ciudades.
La magnitud de la emergencia propiciada por el fuego fue significativa también en Guatemala y México, lo mismo que lo fue en Chile a inicios de año. Turquía, Portugal, Grecia, Rusia y España también están lidiando con incendios.
Y en el sur de América, el fuego no da tregua a la Amazonía. De hecho, los incendios marcaron un nuevo récord en casi dos décadas en la porción amazónica correspondiente a Brasil. Desde el primero de enero hasta el 13 de agosto de 2024, se contabilizaron 37.835 fuegos en la Amazonía brasileña, lo que representa 111% más que en el mismo período de 2023 (17.912), según datos satelitales del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE). Esta selva tropical sufrió más incendios en el mismo periodo sólo en 2005 (58.475), 2004 (54.589) y 2003 (42.003).
También en Brasil, Sao Paulo vive su peor mes de agosto desde 1998. A la fecha se contabilizan 3.480 focos, más del doble del total del año pasado.
¿Qué está pasando?
En el caso de Canadá y Rusia, los incendios forman parte del ciclo natural de los bosques boreales, donde la mayoría son provocados por rayos. Sin embargo, las condiciones secas y cálidas de los últimos años los están haciendo más grandes, frecuentes e intensos.
Esa combinación de factores ya fue fatal para Canadá en el 2023, cuando el fuego redujo a cenizas 18 millones de hectáreas (cuando lo normal son 2,5 millones al año), cobró la vida de ocho bomberos y desplazó a 230.000 personas. Ese año se rompieron todos los récords que se tenían desde 1989.
Un estudio, realizado por World Weather Attribution (WWA), mencionó que el aumento de las temperaturas y la disminución en la humedad estuvieron detrás de los incendios canadienses del 2023, ambos factores fueron favorecidos por el calentamiento global. Es más, el efecto se vio agravado por precipitaciones inusualmente bajas.
“Las temperaturas más cálidas de las últimas décadas han provocado un alargamiento de la temporada de incendios, así como la aparición de condiciones meteorológicas más graves y frecuentes propensas a los incendios. Estas, a su vez, reducen sustancialmente el contenido de humedad de la vegetación durante un periodo de tiempo más largo a lo largo del año, aumentando la inflamabilidad del combustible, el potencial de ignición y alterando gravemente el comportamiento y la gravedad de los incendios”, se lee en el estudio.
En este sentido, y según WWA, el actual cambio climático antropogénico ha hecho que la temporada de incendios sea 50% más intensa en Canadá.
A esto se suma que la disponibilidad de vegetación de combustión lenta así como suelos ricos en carbono dificultan el control del fuego, lo cual favorece el desarrollo de los incendios zombis, que son aquellos que pueden arder bajo tierra a baja intensidad durante los meses de invierno para volver a encenderse en la superficie en los meses de primavera y verano. Los bomberos canadienses temen que eso esté ocurriendo este año.
California, que parecía estarse reponiendo de una sequía de 20 años tras reportar dos años relativamente húmedos, experimentó un inicio temprano de la temporada de incendios. La vegetación que se había humedecido empezó a secarse rápidamente ante un 2023-2024 caluroso y seco, convirtiendo esa flora en combustible, lo cual facilita la propagación del fuego.
En la sabana del Cerrado, ubicada al sur de la Amazonía, se registraron 13.229 focos de incendios en este primer semestre, batiendo el récord anterior del 2007 (13.214); mientras que los incendios que afectaron en junio al Pantanal –el mayor humedal tropical del mundo ubicado también al sur de la Amazonía— fueron intensificados por el cambio climático, el cual propició condiciones meteorológicas adversas con altas temperaturas, baja humedad y vientos fuertes.
“Las condiciones de calor, sequía y viento que propiciaron los incendios en el Pantanal brasileño en junio fueron 40% más intensas y de 4 a 5 veces más probables (respecto al promedio de un mes de junio) debido al cambio climático”, detalló WWA en un estudio.
“Hemos visto la Tierra batir récords y récords de temperatura. Cada año es el año más caluroso, y esto tiene una sinergia con fenómenos climáticos como las sequías”, dijo Ane Alencar, directora científica del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonía (IPAM Amazonia), a AFP.
De hecho, una sequía azotó la Amazonía entre junio y noviembre del año pasado. Afectó a millones de personas en toda la cuenca, atizó enormes incendios forestales, redujo las principales reservas de agua y causó estragos en la fauna.
El cambio climático favoreció en gran medida esta sequía. Según WWA, el calentamiento global hizo que fuese 30 veces más probable y los científicos advirtieron que la situación empeorará a medida que el planeta se caliente, empujando a la Amazonía a un punto de inflexión.
Si se intensifica la sequía y las temperaturas aumentan en el Amazonas, se podría producir una transición acelerada de selva tropical a sabana, lo que disminuiría su capacidad de almacenamiento de carbono, apuntaron los expertos. Se calcula que la Amazonía puede almacenar más de 100.000 millones de toneladas de carbono, es decir, más del doble de las emisiones anuales.
“Si permitimos que las emisiones de origen humano y la deforestación rebasen el punto de inflexión, se liberarán grandes cantidades de dióxido de carbono y nuestra lucha contra el cambio climático se complicará todavía más”, alertó Regina Rodrigues, profesora de Oceanografía Física y Clima en la Universidad Federal de Santa Catarina, en declaraciones dadas a AFP.
Los científicos compararon el clima actual --que reviste un aumento aproximado de la temperatura de 1,2°C desde la era preindustrial-- con la situación previa al cambio climático. De esta manera constataron que el calentamiento global hizo que la probabilidad de que se produjesen precipitaciones débiles se multiplicara por 10 y de que hubiera una sequía, por 30.
Actualmente, la sequía sólo ocurre una vez cada 50 años, pero con un calentamiento de 2°C, la Amazonía sufriría ese tipo de episodio cada 13 años aproximadamente, según los científicos.
Ese “estrés ambiental”, según Alencar, “genera todas las condiciones necesarias para que cada incendio se convierta en un gran incendio”.
Los incendios en el Pantanal afectaron unas 440.000 hectáreas y se identificaron 3.538 focos desde inicios del año, un incremento de 2.018% sobre el primer semestre del año pasado. Esto representa un aumento de cerca del 40% respecto a 2020, cuando se batieron todos los récords y el 30% del bioma se vio afectado por el fuego.
La preocupación no sólo yace en la cantidad de área quemada sino que el fuego se adelantó, usualmente se hace presente en agosto y setiembre, no en junio. Sólo en el mes de junio se identificaron 2.639 focos, seis veces más que el récord anterior para este mes del año, que data de 2005.
“Este escenario es extremamente preocupante ya que todavía no estamos en el pico de la temporada, que generalmente ocurre en setiembre. Es posible que los incendios forestales de 2024 sean todavía más graves que en 2020”, dijo Filippe L. M. Santos, investigador de la Universidad Évora de Portugal y uno de los autores del estudio de WWA, a AFP.
En Brasil, así como en otros países, los incendios están asociados a las prácticas agrícolas que queman el terreno previo a la siembra. En otros casos, como sucede en Costa Rica, la venganza contra los guardaparques y el vandalismo se encuentran entre las causas.
“Hasta ahora no detectamos ningún incendio causado por rayos, lo que significa que hay gente iniciando incendios”, dijo el mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva en un comunicado.
En otras palabras, el cambio climático favorece las condiciones para que se dé un incendio, pero son las personas quienes encienden la chispa, ya sea de manera intencional o por descuido. Y cuando se enciende la chispa, se desencadenan una serie de efectos que terminan por retroalimentar el fuego.
Un estudio, publicado en Atmospheric Chemistry and Physics, observó que el hollín derivado de los grandes incendios atrapa la luz solar, lo que hace que los días sean más cálidos y secos de lo que deberían ser, por lo que ese calor extra y la aridez pueden crear condiciones favorables para más incendios.
“Parece que estos incendios están creando su propio clima de incendios”, dijo James Gómez, investigador de la Universidad de California – Riverside y autor principal del estudio, en un comunicado.
De hecho, los datos arrojaron que las temperaturas fueron aproximadamente 1°C más cálidas en el día durante los incendios estudiados en California. “Los incendios emiten humo con carbono negro u hollín. Como es muy oscuro, el hollín absorbe la luz solar más fácilmente que las cosas brillantes o reflectantes”, continuó.
El carbono negro u hollín no sólo incrementa directamente las temperaturas, sino que también lo hace de manera indirecta al desincentivar la formación de nubes y las precipitaciones. “Lo que he descubierto es que el carbono negro emitido por estos incendios forestales no aumenta el número de nubes. Es hidrófobo. Menos nubes significan menos precipitaciones, lo que es problemático para los estados o países propensos a la sequía”, explicó Gómez.
Para el investigador, la mitigación de las emisiones de carbono así como el fomento de mejores prácticas de gestión del suelo pueden ayudar a reducir el número de grandes incendios.
Liberación de emisiones
El fuego no sólo tiene un gran impacto en la biodiversidad, la salud de las personas y sus modos de vida, también liberan grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, uno de los principales gases de efecto invernadero (GEI) que causan el cambio climático.
Según el Servicio Copérnico de Vigilancia de la Atmósfera (CAMS), al 15 de julio, las emisiones de carbono derivadas de los incendios forestales en Rusia ya habían superado las emisiones totales de junio-julio estimadas para los dos años anteriores.
Asimismo, CAMS informó que --en la segunda quincena de junio-- varios incendios forestales que afectaron al Círculo Polar Ártico duplicaron con creces el total más alto anterior para el periodo de junio y julio de 2015. Sólo en la provincia rusa de Amur Oblast, las emisiones totales resultantes de incendios se estimaron en 17,2 megatoneladas de carbono.
“Lo que sucede en el Ártico no se queda allí. El cambio en el Ártico amplifica los riesgos globales para todos nosotros”, dijo Gail Whiteman, profesora de la Universidad de Exeter en el Reino Unido y fundadora del grupo de expertos Arctic Basecamp, a AFP. Explicó que el humo emitido por las llamas se deposita sobre el hielo, reduciendo su capacidad para reflejar la radiación solar.
En Canadá, las emisiones totales de carbono de junio-julio (hasta el 15 de julio) procedentes de los incendios forestales en Columbia Británica ascendían a 11,1 megatoneladas de carbono y a 13,2 megatoneladas en Alberta, con lo que las emisiones de 2024 para ese periodo ya se encuentran entre los totales de junio-julio más altos del conjunto de datos de CAMS, aunque muy por debajo de las emisiones de este periodo en el año récord de 2023.
En febrero, CAMS comunicó que los incendios forestales en Sudamérica estaban generando un nivel de emisiones que no se había visto en dos décadas. “Se ha observado una alta intensidad de incendios forestales y emisiones en la selva amazónica del norte, particularmente en el estado brasileño de Roraima, lo que ha llevado a las mayores emisiones de carbono registradas para febrero desde al menos 2003, no sólo para Roraima sino para Brasil en su conjunto”, se lee en el comunicado.
Durante febrero, las emisiones estimadas de Brasil y Venezuela fueron respectivamente de 4,1 y 5,2 megatoneladas de carbono. En cuanto a Bolivia, la cantidad fue de 0,3 megatoneladas.
Alrededor del 80% del carbono generado por los incendios forestales es absorbido por la vegetación que vuelve a crecer la siguiente temporada. El 20% restante contribuye a aumentar la acumulación de CO2 en la atmósfera, alimentando el calentamiento global en una especie de círculo vicioso.
El legado del 2023
Los incendios forestales en 2023 destruyeron casi 400 millones de hectáreas a nivel global, cobraron más de 250 vidas y arrojaron a la atmósfera 6.500 millones de toneladas de CO2, según el Global Wildfire Information System (GWIS).
En Brasil, las hectáreas quemadas fueron 27,5 millones hasta el 23 de diciembre de 2023, por debajo de la media de la década 2012-2022 (31,5 millones de hectáreas), según GWIS. El Pantanal sufrió en noviembre incendios récord, con cerca de 4.000 focos, nueve veces el promedio histórico para este mes, según las imágenes satelitales del INPE.
Se liberaron cerca de 6.500 millones de toneladas de CO2, según GWIS, número que se queda corto frente a 36.800 millones de toneladas de CO2 generadas por la utilización de combustibles fósiles y cemento.
“Los incendios resultaron incontrolables”, dijo Pauline Vilain-Carlotti, doctora en geografía y especialista en incendios, a AFP. “Ya no somos capaces de hacerles frente con nuestros medios humanos de lucha. De ahí la importancia de actuar sobre la prevención”, añadió.
Bomberas forestales se capacitarán para próxima temporada
Un grupo de 66 brigadistas se reunirán en el primer Encuentro Nacional de Bomberas Forestales de Costa Rica, que tendrá lugar este fin de semana.
El propósito de la actividad es generar un espacio de intercambio de conocimientos y experiencias en cuanto al manejo integral del fuego, el cual permita fortalecer el desarrollo de capacidades.
“Este encuentro une, en un mismo escenario, a bomberas que cubren incendios forestales en parques nacionales y las que lo hacen en zonas forestales no estatales. Es una oportunidad idónea para que compartan sus experiencias, sus retos, sus logros y para que unan fuerzas por una mejora conjunta”, dijo Tim Callaghan, director regional de USAID/BHA, en un comunicado.
Costa Rica cuenta con bomberas forestales desde 1986, cuando precisamente dos mujeres fundaron el primer grupo de brigadistas. “No obstante, este es un oficio donde los hombres son mayoría, por lo cual es vital que ellas encuentren espacios donde puedan destacar el valor de sus aportes, inspirarse en acciones de liderazgo y empoderarse para alcanzar escenarios de mayor igualdad en la lucha para proteger los bosques”, agregó Callaghan.
“Los incendios forestales están tomando una dimensión diferente por el cambio climático, que propicia sequías más intensas y condiciones en las que los fuegos forestales pueden crecer con facilidad. Este encuentro permitirá analizar los escenarios presentes y futuros de los incendios forestales en el país y plantear rutas de trabajo para el siguiente quinquenio”, declaró Carlos Isaac Pérez, viceministro de Gestión Estratégica.