Desde Río de Janeiro, en Brasil, la Cumbre de Líderes del G20 envió un mensaje a inicios de esta semana que pretendía llegar a la ciudad de Bakú, en Azerbaiyán, donde se está realizando la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Clima (COP29): “Esperamos que los resultados del Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG, por sus siglas en inglés) sean un éxito. Prometemos nuestro apoyo a la presidencia de la COP29 y nos comprometemos a que las negociaciones sean un éxito. También prometemos nuestro apoyo a la presidencia de la COP30, en 2025”.

Sin ofrecer cifras concretas del dinero que se estaría movilizando desde los países desarrollados hacia los países en desarrollo, la declaración reconoce la necesidad de aumentar rápida y sustancialmente la financiación climática procedente de todas las fuentes.

El documento se centra ampliamente en la reforma de las instituciones financieras mundiales y en la estructuración de la deuda para poner fondos a disposición de las naciones en desarrollo que luchan por hacer frente a los retos climáticos.

“Los líderes del G20 han enviado un mensaje claro a sus negociadores en la COP29: no se vayan de Bakú sin un nuevo objetivo de financiación exitoso. Esto redunda claramente en interés de todos los países. Los líderes de las mayores economías del mundo también se han comprometido a impulsar reformas financieras que pongan al alcance de todos los países medidas enérgicas contra el cambio climático. Se trata de una señal esencial, en un mundo asolado por las crisis de la deuda y la escalada de los efectos del cambio climático, que destrozan vidas, paralizan las cadenas de suministro y avivan la inflación en todas las economías”, dijo Simon Stiell, Secretario Ejecutivo de la CMNUCC.

Stiell agregó: “Los líderes han reafirmado que la cooperación mundial es absolutamente esencial, y la COP29 debe mostrar cómo se hace, con un nuevo y ambicioso objetivo de financiación, como pilar central de un paquete equilibrado. También son esenciales nuevos planes climáticos nacionales más sólidos, como señalan los líderes del G20, para avanzar mucho más rápido hacia una economía mundial de energía limpia y resiliente al clima ahora mismo. Las delegaciones del G20 ya tienen sus órdenes de marcha para Bakú, donde necesitamos urgentemente que todas las naciones dejen a un lado las posturas y avancen rápidamente hacia un terreno común en todas las cuestiones”.

Con una protesta simbólica, la Articulación de Pueblos Indígenas de Brasil (APIB) celebró una manifestación pacífica en Río de Janeiro. (Foto: 350.org)

“No podemos dejar para (la COP30 de) Belém la tarea de Bakú”, declaró el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, presidente y anfitrión de la cumbre de líderes. La próxima COP se celebrará en noviembre del 2025 en Belém de Pará, en el corazón de la Amazonía brasileña.

¿De cuánto debería ser el NCQG? Un estudio de Nature Climate Action calcula que los países en desarrollo necesitan entre $1 y $1,5 billones de dólares al año en forma de donación o subvención para cumplir los objetivos climáticos

Un informe del Grupo Independiente de Expertos de Alto Nivel sobre Financiación Climática fue más detallado en los plazos: ese financiamiento deberá ser $1 billón al año para 2030 y aumentarse a $1,3 billones en 2035.

No obstante, el G20 evitó comprometerse con una cifra, tampoco detalló las fuentes de dónde procederá ese dinero, sino que se limitó a decir “todas las fuentes”. Tampoco se señalaron los mecanismos de financiamiento: donaciones, préstamos, canjes de deuda, etc.

Desde Bakú, el presidente del G77+China, Adonia Ayebare, se declaró satisfecho porque el G20 reconociera “la necesidad de aumentar la financiación climática”, pero lamentó que el texto no precise quién debería pagar ese dinero, limitándose a apuntar que deberá proceder “de todas la fuentes”, sin señalar específicamente a la financiación pública.

Para Diego Pacheco, negociador jefe de Bolivia, los países en desarrollo tienen “un objetivo muy claro: el núcleo de las finanzas públicas, que está relacionado con el del Acuerdo de París, que dice que los flujos financieros van de los países desarrollados a los países en desarrollo”.

“Es realmente una locura lo que está ocurriendo aquí, empujando a los países en desarrollo a asumir obligaciones pero evitando cualquier provisión de recursos financieros”, denunció Pacheco en declaraciones dadas a AFP.

La organización 350.org criticó que la declaración del G20 “no hace un llamamiento específico a la financiación pública, basada en subvenciones, que es una demanda integral de los países en desarrollo en las negociaciones en curso”. 

"Las petroleras impiden la transición energética justa y popular", se lee en la manta. (Foto: 350.org)

Combustibles fósiles: el Voldemort del clima

En la saga de libros y películas sobre Harry Potter, los personajes evitaban –por miedo- nombrar al villano por su nombre: Lord Voldemort.

En la declaración del G20, los presidentes reafirmaron su compromiso con el fortalecimiento del multilateralismo y la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), esto a pesar de las actuales desavenencias geopolíticas. Dijeron que incorporarían la decisión del Balance Mundial (GST) en sus nuevos planes nacionales para el conjunto de la economía y todos los gases de efecto invernadero, en consonancia con la trayectoria de 1,5°C como lo establece el Acuerdo de París.

Al respecto, un estudio del Global Carbon Project estima que el mundo debe aspirar a lograr cero emisiones netas de carbono para finales de la década de 2030 si se quiere contener el calentamiento global a 1,5 °C en comparación con finales del siglo XIX.

La transformación de los sistemas energéticos es la vía más contundente para hacerlo. En el comunicado final, el G20 reafirma su compromiso con el Consenso de EAU de la COP28, que pedía a los países que abandonaran los combustibles fósiles y triplicaran las energías renovables.

Sin embargo, el texto no adopta el lenguaje de la “transición hacia el abandono de los combustibles fósiles” acordado en 2023. Aquí es donde se evita mencionar a Voldemort.

“Las señales de la Cumbre del G20 sobre la transición de los combustibles fósiles han sido contradictorias. Triplicar las energías renovables y duplicar la eficiencia energética para 2030, realizar esfuerzos para acelerar la reducción progresiva del carbón y eliminar gradualmente los combustibles fósiles para mediados de siglo fueron algunos de los acuerdos emblemáticos del paquete energético del GST y del Consenso de EAU, acordados por los países en la COP28. Aunque el comunicado del G20 acoge con satisfacción y suscribe plenamente el Consenso de EAU y el texto del GST, omite referencias explícitas a la transición hacia el abandono de los combustibles fósiles. Además, la omisión del texto sobre la reducción progresiva del carbón, siempre presente en los comunicados del G20 desde 2022, fue un descuido significativo”, señaló el think tank E3G en un análisis posterior a la cumbre de líderes.

“Sin embargo, los líderes del G20 no pueden ignorar la realidad: las energías renovables están aumentando, y el carbón, el petróleo y el gas están de prestado”, continúa el texto firmado por E3G.

No nombrar a Voldemort es parte de la estrategia de los países ricos y los petroestados como Arabia Saudita, pero también de Brasil, precisamente el presidente del G20 en este 2024.

"G20: el tiempo se acabó. Actuar ahora o ahogarse". Fue el mensaje enviado por los pueblos indígenas a los líderes del G20 en Río de Janeiro. (Foto: 350.org).

Aunque en el marco de la COP29, Brasil presentó su Contribución Nacionalmente Determinada (NDC, por sus siglas en inglés), con metas de reducción entre 59% y 67% al 2035 con respecto al 2005, lo cierto es que tiene planes para explotar sus recursos petroleros.

El gobierno brasileño proyecta avanzar en la explotación offshore del llamado Margen Ecuatorial, un área marina a 500 km de la desembocadura oceánica del río Amazonas, con reservas potenciales de 10.000 millones de barriles de petróleo e inversiones previstas por casi $50.000 millones de dólares.

“Cuando empecemos a explotar el Margen Ecuatorial, daremos un salto de calidad extraordinario”, declaró Lula en junio de este año, mientras el proyecto está pendiente de una licencia medioambiental. “Queremos hacer todo de forma legal y respetando el medioambiente, pero no vamos a desaprovechar ninguna oportunidad para crecer”, avisó.

Organizaciones ambientalistas han criticado el proyecto petrolífero y advertido sobre el posible impacto en la biodiversidad de la zona, así como para las actividades pesqueras de las que dependen los pueblos costeros de la Amazonía.

La activista indígena Alessandra Korap Munduruku dijo que a su pueblo le “preocupa” que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva esté “a favor de la explotación petrolera en la Amazonía”. “No vale de nada que el gobierno demarque algunas tierras indígenas si al mismo tiempo quiere aprobar el petróleo en el Amazonas”, afirmó Korap a la AFP en una entrevista publicada el pasado 11 de noviembre.

Asimismo, Brasil y Argentina llegaron a un acuerdo para que Brasil importe hasta 30 millones de metros cúbicos diarios de los yacimientos argentinos de gas de esquisto de Vaca Muerta. Este acuerdo plantea interrogantes sobre el compromiso de la región de abandonar los combustibles fósiles.

La ministra de Ambiente de Brasil, Marina Silva, sostiene en sus manos una copia del nuevo plan climático de Brasil. (Foto: UNFCCC)

Ahora le toca a Sudáfrica

El próximo 1 de diciembre, Sudáfrica tomará el relevo de Brasil en la presidencia del G20. De cara al futuro, y según E3G, el país africano podría construir sobre las bases ya establecidas por los suramericanos, es decir, “basarse en los logros financieros de este año y apoyar los avances en materia de mitigación en el camino hacia la COP30, en particular el liderazgo del G20 en la actualización de las NDC a nivel de toda la economía que apoyen la transición hacia un mundo de 1,5 °C”.

“Los líderes del G20 han vinculado de forma crucial el éxito económico a la mitigación del cambio climático y la adaptación al mismo. Esta integración supone un paso importante para que la acción por el clima se integre en la consideración, el pensamiento y las prioridades económicas como norma y no como excepción. En un contexto geopolítico cada vez peor, este compromiso envía una señal positiva de cara al futuro”, argumentó E3G.

Mientras Sudáfrica estará al frente del G20, Brasil asumirá la presidencia de la COP30 y de los BRICS (grupo de países emergentes).

“Dado que Brasil y Sudáfrica mantienen relaciones cordiales -sus esfuerzos diplomáticos comunes resultaron bastante fructíferos en la cumbre de los BRICS de este año-, esperamos ver una estrecha colaboración entre ambos en 2025. Las sinergias entre las agendas del G20, los BRICS y la COP podrían impulsar los avances en materia de descarbonización”, apuntaron los analistas de E3G.

Impuesto a los ultraricos

El G20 también apoyó el establecimiento de mecanismos innovadores para recaudar recursos, como la fiscalidad progresiva. El comunicado incluye explícitamente una referencia a la cooperación para garantizar que las personas con patrimonios muy elevados sean efectivamente gravadas. Un impuesto sobre el patrimonio del 2% puede movilizar $250.000 millones de dólares al año.

“Los Jefes de Estado acordaron colectivamente un amplio apoyo a la imposición fiscal a los particulares con patrimonios netos ultra elevados, reflejando así una decisión tomada por los ministros de Finanzas del G20 en julio. La declaración firmada por los gobiernos del G20 reconoce la necesidad de reformar las normas financieras internacionales y hace hincapié en la responsabilidad de los países más ricos de proporcionar apoyo financiero a los países en desarrollo para que realicen la transición a las energías renovables, pero persisten las dudas sobre la estructura de esta financiación climática”, destacó 350.org en un comunicado.

Durante la presidencia brasileña, se creó Grupo de Trabajo sobre el Clima con el objetivo de hacer las normas más justas para los países en desarrollo y garantizar que se destine más dinero a inversiones en clima y desarrollo sostenible. En este sentido, se habló de planes de inversión conocidos como “plataformas nacionales”, planes de inversión climática cohesionados que pueden integrar el cambio climático en las agendas financieras, económicas y de desarrollo mundiales y abordar las barreras estructurales para fomentar los flujos de capital para la acción climática.

Y, desde allí, se impulsó el programa de reforma financiera internacional.

“Brasil fue a por todas en esta cumbre del G20, presentando una agenda valiente que no se había visto en décadas. Desde tratar temas otrora tabú como gravar a los multimillonarios, hasta abrir las puertas a la sociedad civil más de lo que ningún anfitrión había hecho antes”, comentó Friederike Röder, de la organización Global Citizen, a AFP. “Pero, a pesar de esos esfuerzos, el resto del G20 no aprovechó la ocasión”, añadió.

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