El fenómeno El Niño, el cual oficialmente inició en julio del 2023 y se extendió hasta mayo del 2024, aumentó drásticamente la temperatura del mar. Como resultado, los arrecifes costarricenses sufrieron un blanqueamiento intenso y una alta tasa de mortalidad en algunas especies de corales.

En Costa Rica, los corales empezaron a mostrar señales de afectación desde marzo del 2023 a causa del calentamiento global. Sin embargo, en otras zonas del mundo se empezaron a sentir aguas calientes hasta julio de ese mismo año, mes en que la Organización Meteorológica Mundial (OMM) anunció oficialmente que se estaba bajo influencia de El Niño.

Según Juan José Alvarado, investigador del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar) de la Universidad de Costa Rica, este es considerado el cuarto evento de blanqueamiento masivo a nivel global.

“Primero hubo uno en 1982-1983, otro en 1997-1998, luego en el 2000-2001 y el último en el 2015-2016. El de 2023-2024 se considera el cuarto, porque el ocurrido en 1982-1983 no fue un evento global, pero sí llamó la atención de la comunidad científica”, indicó Alvarado.

El actual evento de blanqueamiento afectó toda el área marina del país, la cual corresponde al 92% del territorio nacional. Es por eso que, para este reportaje, se analizó lo acontecido en el Pacífico Norte, el Pacífico Sur y el Caribe, zonas donde hay investigadores trabajando en proyectos de conservación y restauración.

Proceso de blanqueamiento y muerte de un coral. (Foto: José Andrés Marín, cortesía Raising Coral)

¿Qué es el blanqueamiento coralino?

Alvarado explicó que los corales viven en simbiosis con un alga llamada zooxantelas, que se encuentra dentro del tejido del coral y realiza fotosíntesis, al igual que cualquier otra planta. Estas algas son responsables del color del coral, ya que contienen pigmentos de diversos tonos.

Cada zona arrecifal tiene su temperatura óptima, generalmente entre los 24°C y 29°C, aunque los corales prefieren el límite superior. Cuando la temperatura supera este rango, la tasa metabólica de las zooxantelas se acelera tanto que, en lugar de producir nutrientes, sus compuestos se vuelven tóxicos para el coral.

“Los corales son organismos vivos tan sencillos que su sistema inmunológico o su sistema fisiológico lo que dice es que hay que liberarlas y suelta todas las microalgas del tejido. Entonces, las saca de su cuerpo y el tejido de coral se ve transparente, por eso uno lo que ve es el esqueleto que es blanco”, explicó el investigador del Cimar.

José Andrés Marín, biólogo de la organización Raising Coral presente en el Caribe, mencionó que, cuando el coral pierde esta alga, también pierde su fuente principal de alimento, aunque sigue siendo capaz de alimentarse. Sin embargo, este proceso de expulsión ocurre debido al estrés que sufre. Si el coral no recupera esta alga en alrededor de un mes y medio, aunque el tiempo varía según la especie, casi siempre muere.

“Es un proceso que en realidad pasa rápido, no es que demora un año. En dos o tres meses, el coral pasa de estar sano a estar blanco y después de eso, en un mes ya podría estar muerto. Por otro lado, también podría recuperarse, y ese es un proceso que dura 3-4 meses”, detalló el biólogo de Raising Coral.

Marín añadió que un coral puede ser resiliente, esto quiere decir que se blanquea, pero no muere. En cambio, si el coral muere, se les llama susceptibles o débiles frente al blanqueamiento.

Un coral puede sufrir de blanqueamiento y no morir; sin embargo, antes de morir pasa por esa etapa de decoloración. También está la categoría de los corales resistentes, los cuales no pierden su color durante el periodo de altas temperaturas.

Juan José Alvarado, investigador del Cimar UCR, aseguró que hay corales que no se blanquearon del todo porque su metabolismo está adaptado a este tipo de temperaturas, a estos se les llama “supercorales”. (Foto: Raising Coral)

Incendios forestales bajo el agua

El impacto de las altas temperaturas en los corales fue evidente en el Pacífico Norte, específicamente en Guanacaste. Según Alvarado, en esta zona hubo arrecifes que murieron. 

Según el investigador, una manera de comprender la situación es imaginando un incendio forestal, sólo que en vez de fuego, es el calor el que está matando a los corales. 

En Guanacaste se empezó a notar signos de aguas muy calientes en julio del 2023, ya que los vientos alisios, los cuales ocurren de diciembre a abril, mantienen bajas las temperaturas del océano. Mientras que lo normal es que la temperatura sea 28°C, en esta temporada se notaron temperaturas de 32°C. 

Alvarado comentó que durante este evento hubo 50% de mortalidad en zonas como bahía Cuajiniquil; mientras que en bahía Culebra hubo arrecifes que se murieron totalmente.

“El arrecife de Sombrero Oscuro se murió, también el arrecife de Jícaro y no hemos visto una recuperación en esos arrecifes. Ahora lo que hay es coral muerto cubierto de algas”, indicó el investigador.

El calor fue tan intenso que incluso en los viveros que tiene el Cimar, dedicados a restauración de corales, hubo una mortalidad del 25%. Este porcentaje no es muy alto, pero tomando en cuenta que es un ambiente semicontrolado es preocupante.

En lo que respecta al blanqueamiento, hubo áreas donde sólo afectó al 30% de los corales y su recuperación fue rápida. Esto se debe a que, una vez que El Niño pasó, las temperaturas regresaron a un rango óptimo, permitiendo que los corales recuperaran las algas necesarias y, con ellas, su color.

“Nos preocupó realmente porque estábamos viendo mucho coral blanco y pensamos que se nos iba a morir un montón en los viveros. Pero, al final, fueron super resilientes, aguantaron y se recuperaron antes de lo que yo hubiera esperado”, añadió Alvarado.

Para contrarrestar los efectos que está teniendo el calor en los corales, el investigador del Cimar indicó que la restauración de corales y la intervención para reproducir aquellos que nunca sufrieron ninguna decoloración es sumamente importante.

“El agua bajó la temperatura un poquito, no bajó demasiado en esos tres meses, entonces, nosotros, al ver que se recuperaron tan rápido, empezamos a hacer intervención en los arrecifes que se murieron y comenzamos a plantar corales de un solo”, aseguró el biólogo marino.

Pacífico Sur se vistió de blanco

En el Pacífico Sur, Raising Coral e Innoceana son las organizaciones que se encargan de vigilar y proteger los corales.

Carlos Mallo, director general de Innoceana, aseguró que el pico de calor del año pasado se dio en septiembre. En ese mes, como no hubo afloramiento de nutrientes, el agua se encontraba totalmente cristalina, por lo que se podía observar un suelo absolutamente blanco.

El blanqueamiento de los corales en Isla del Caño es evidente. (Foto: Sylvain Lambrechts, cortesía Innoceana)(Créditos: Sylvain Lambrechts / Innoceana)

Los investigadores de Innoceana utilizan sensores de temperatura ubicados a distintas profundidades y algunos de ellos llegaron a marcar 31,5°C. Mallo señaló que esto es algo que nunca habían visto ni él, ni su equipo de buceo.

Según los datos de esta organización, en El Chorro hubo una disminución en la cobertura coralina del 46%, mientras que en Cueva de Tiburón fue de 29%. En San Josecito y La Tina fue de 23% y 35%, respectivamente. Pero, además, los investigadores sospechan que desapareció una especie coralina de Isla del Caño.

“Estamos casi seguros que ha desaparecido una especie casi por completo de la isla del Caño, que es un tipo de coral del género Pavona. Ya está muerto y no encontramos esta especie más y hay otra especie del género Gardineroseris que cada vez cuesta más encontrarla”, indicó Mallo.

Según el director de Innoceana, las especies más afectadas fueron Pavona clavus y Gardineroseris planulata, aunque esta última era ya muy difícil de observar antes del evento de blanqueamiento.

Por su parte, Marylaura Sandoval —bióloga de Raising Coral encargada del proyecto en Pacífico Sur— mencionó que hubo especies cuya mortalidad fue mayor al 90%, como las del género Pocillopora; mientras que las especies del género Pavona sufrieron una pérdida de cobertura del 50%.

La investigadora trabaja en el golfo Dulce, a diferencia de Innoceana que se centra más en la isla del Caño. Sandoval comentó que en esta zona las temperaturas subieron a 32°C, similar a lo ocurrido en el resto del Pacífico. Sin embargo, mencionó que hubo días que los reportes indicaron que el agua estaba a 34°C.

“Aquí tenemos dos especies, Pocillopora grandis y Pocillopora verrucosa, ambas fueron las más afectadas y luego Pavona gigantea sería la tercera”, especificó.

Aun así, no todo es malo; ya que Sandoval mencionó que descubrieron una enorme capacidad de los corales para aprender de los eventos de calor a los que sobreviven. “Encontramos que tienen la capacidad de aprender, entonces cuando yo tengo un coral con cierta genética en específico y se viene un evento de estos pero sobrevivió, lo más probable es que en otro evento, él vaya a poder resistir mejor”, aseguró.

Tanto Raising Coral como Innoceana implementaron medidas para proteger a los corales de las altas temperaturas, las cuales pueden ser útiles en el futuro. Por el lado de Raising Coral, los investigadores utilizaron unas estructuras llamadas estrellas para poner los corales a una mayor profundidad, donde el agua es más fría y la radiación solar es menor, lo cual redujo el estrés.

“Estas estructuras venían con toda la diversidad genética que sabemos que tenemos en el vivero, entonces teníamos representantes de todos los genotipos en todos estos sitios para asegurarnos de que no hubiéramos perdido diversidad”, explicó Sandoval.

Innoceana, por su parte, cuenta con un laboratorio para estudiar los corales que resistieron al calor y averiguar si son “supercorales”. De esta manera, podrán propagarlos para aumentar la diversidad genética de cara al siguiente evento de blanqueamiento.

Marylaura Sandoval, bióloga de Raising Coral, mencionó que por varios meses desaparecieron animales invertebrados en el golfo Dulce. A pesar de que los peces resistieron un poco más, aun así se perdió diversidad hasta que se recuperaron los corales. (Foto: Raising Coral)

El Caribe también sufrió

Marín comentó que, en el Caribe, el evento de blanqueamiento se extendió desde Cahuita hasta Manzanillo. En esta zona, la especie de coral más afectada fue Cuerno de alce (Acropora palmata), esto debido a que es una especie susceptible.

“Los cuernos de alce son muy importantes para el arrecife porque son los que más generan complejidad estructural. La complejidad determina qué tan quebrado o irregular es el arrecife y qué tantos huecos, guaridas o hábitats tiene”, explicó. 

En el Caribe, la temperatura óptima del agua para los corales es de 29°C y subió hasta 31°C durante El Niño, al igual que en el Pacífico. Para Marín, no sólo es importante la temperatura, sino también el tiempo que esta permanezca en rangos altos. “No sólo es que aumenta la temperatura, es que la temperatura permanece caliente mucho tiempo. En el Caribe, la temperatura permaneció elevada por casi dos meses”, declaró.

Centrados en el Cuerno de alce, los investigadores realizaron un censo visual únicamente en Cahuita. En este encontraron que murió el 56% de la especie y sobrevivió un 26%, mientras que un 18% fueron colonias que murieron parcialmente, esto quiere decir que más de la mitad de esa colonia se perdió.

“Los arrecifes de nuestro Caribe se están degradando y vienen en declive desde los años 80. Este tipo de evento de blanqueamiento sólo se suma a esa degradación. Entonces, si el arrecife está empezando a recuperarse naturalmente, pero el evento de blanqueamiento lo tira para abajo, al final lo que vamos a tener es una línea en picada”, dijo el biólogo.

Al igual que los demás investigadores, Marín intentó contrarrestar los efectos del calentamiento del agua, pero lo hizo con una estrategia distinta. Él colocó una manta de sarán para hacerle sombra a los corales, pero no puede decir si funcionó o no debido a que no lo hizo cuando comenzó el evento de blanqueamiento, pero planea hacerlo para la próxima vez que esto ocurra. 

Cambio climático

Los investigadores se mostraron preocupados por el futuro de los corales, ya que ven que tanto El Niño como La Niña ocurren con mayor frecuencia y las fases neutras son cada vez más cortas.

“Históricamente, El Niño y La Niña eran algo que no sucedía todo el tiempo, normalmente había períodos de cuatro a siete años entre cada ciclo. Esta vez los estamos teniendo en periodos de dos años. A nivel científico es muy alarmante, porque ni siquiera entendemos qué implicaciones puede tener un cambio tan rápido”, exclamó Sandoval.

Para Marín, el más reciente evento de El Niño fue catastrófico en términos de mortalidad coralina y se prevé que este fenómeno, aunque es natural, se intensifique y sea más frecuente debido al cambio climático.

“Casi todos los eventos de blanqueamiento masivos están relacionados a un evento intenso de El Niño, y ahora se suma el cambio climático. Eso ha pasado varias veces y es la receta perfecta para el blanqueamiento”, finalizó Marín.

Servicios ecosistémicos perdidos

Los corales son muy importantes para mitigar el cambio climático, ya que capturan dióxido de carbono y lo fijan en sus esqueletos. Además, protegen las costas de la erosión al disminuir el impacto de las olas generadas por las tormentas.

Esos no son los únicos servicios ecosistémicos que ofrecen. Juan José Alvarado, investigador del Cimar UCR, mencionó que el turismo se puede ver afectado ya que muchos extranjeros vienen al país con el objetivo de ver arrecifes y al verlos blancos, se decepcionan.

En este sentido, José Andrés Marín —biólogo de Raising Coral— mencionó que es importante que los tour operadores aprendan sobre el blanqueamiento coralino para que puedan concientizar a las personas.

Por otro lado, el blanqueamiento también afecta la cantidad de peces en el mar. Marín comentó que durante el reciente evento de El Niño vio menos peces, pero eso puede deberse también al aumento de la temperatura y no sólo al blanqueamiento de los corales.

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