La Asamblea Mundial de la Salud, celebrada del 27 de mayo al 1 de junio en Ginebra (Suiza), reconoció que el cambio climático es una amenaza inminente para la salud mundial y, por ello, aprobó una resolución que aborda la necesidad de que los sistemas sanitarios sean más resilientes. 

En específico, la resolución pide a los países que amplíen los esfuerzos existentes para combatir el cambio climático, lo que incluye priorizar las consideraciones sanitarias en la política climática, reducir las emisiones de carbono en los sistemas sanitarios e integrar las medidas de contaminación del aire en las estrategias tanto de salud como de clima.

También se pide a los gobiernos participar activamente en la Alianza para la Acción sobre el Cambio Climático y la Salud (ATACH), una plataforma dirigida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el intercambio de conocimientos y mejores prácticas así como para la colaboración en pro de sistemas de salud sostenibles.

Asimismo, la resolución solicita a la OMS que elabore un Plan de Acción Mundial sobre Cambio Climático y Salud que sirva de guía a los países. Por su parte, los gobiernos deberán evaluar sus vulnerabilidades y oportunidades de adaptación, así como mejorar la recopilación de datos sobre impacto sanitario del cambio climático e integrarlos en los sistemas existentes de alerta temprana así como otros sistemas de información.

La propuesta fue realizada por Países Bajos y Perú, y contó con el apoyo de una coalición internacional de 37 países, entre los latinoamericanos estuvieron Barbados, Brasil, Colombia, Chile, República Dominicana, Ecuador, México, Panamá y Uruguay.

La aprobación de dicha resolución da seguimiento a la Declaración de los EAU sobre Clima y Salud de la COP28, respaldada por 148 países en la pasada Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático realizada en la ciudad de Dubái, Emiratos Árabes Unidos, en 2023.

“Este es un momento políticamente significativo, que realmente indica que el mundo se está tomando en serio esta interconexión. Lo que necesitamos ver ahora es que las medidas prácticas se apliquen con la misma seriedad para que los gobiernos puedan contener y estar preparados para gestionar los retos sanitarios inducidos por el clima”, dijo Aggrey Aluso, director de África de la Red de Acción contra las Pandemias.

Sin mención a combustibles fósiles

El sector salud es responsable de alrededor del 5% de las emisiones mundiales. En otras palabras, si todo el sistema sanitario fuese un país, este sería el quinto mayor emisor.

Sin medidas de mitigación, esas emisiones podrían triplicarse para 2050, alcanzando 6 gigatoneladas por año. La quema de combustibles fósiles, con fines eléctricos y transporte, es la principal fuente de emisión del sector (responsable del 84% del total).

De allí que urge descarbonizarlo, no sólo para evitar que siga contribuyendo al calentamiento sino también para hacerlo más eficiente. La transición hacia energías limpias y renovables, por ejemplo, no sólo disminuiría la huella de carbono sino que también reduciría los costos operativos de los hospitales y centros de salud al evitarse la compra de combustibles fósiles.

Asimismo, se estaría contribuyendo a disminuir la carga de morbilidad producto de la contaminación del aire. Vale recordar que la contaminación atmosférica, causada en gran medida por la quema de combustibles fósiles, es responsable de 7 millones de muertes evitables al año.

Además, al descabonizarse, el sector también está generando resiliencia. Una evaluación de los riesgos físicos de 200.000 hospitales de todo el mundo reveló que más de 16.000 correrán un alto riesgo de cierre total o parcial por fenómenos meteorológicos extremos de aquí a finales de siglo, la mayoría de estos se encuentran en países de renta baja y media.

Ahora bien, aunque la recién aprobada resolución insta a ampliar los esfuerzos existentes en materia de acción climática, el texto no menciona la principal causa del calentamiento. “La resolución no menciona cómo los combustibles fósiles están provocando la crisis climática, ni la necesidad de una transición justa hacia energías renovables como imperativo de salud pública”, cuestionó Rosie Tasker, quien se desempeña como Enlace de Aire Limpio en la Alianza Mundial Clima y Salud.

“Entre las muchas medidas que debemos adoptar para hacer frente al cambio climático, es primordial adaptarnos a él y, al mismo tiempo, reducir las emisiones y la dependencia de los combustibles fósiles. Esto puede tener resultados enormemente beneficiosos para la salud: aire más limpio, centros urbanos más habitables, mejor acceso a la energía y menor dependencia de los volátiles mercados energéticos internacionales”, complementó Marina Romanello, directora de Lancet Countdown.

“Aunque la resolución aborda el impacto humano, las vulnerabilidades de género y la contaminación atmosférica, necesitamos hacer más hincapié en acabar con el uso de combustibles fósiles y centrarnos en el impacto del clima en las amenazas pandémicas y los brotes de enfermedades”, afirmó Eloise Todd, fundadora de la Pandemic Action Network.

Con respecto al Tratado sobre Pandemias, que estaba siendo negociado en la misma reunión, la Asamblea Mundial de la Salud acordó dar un año más. Tras dos años de negociaciones, aún persisten obstáculos para lograr el consenso y el texto sigue sin evidenciar la conexión entre salud, cambio climático y pérdida de biodiversidad.

Desastres y salud mental

Presentada por Costa Rica y 20 países más, la Asamblea Mundial de la Salud también aprobó una resolución para reforzar la preparación ante emergencias sanitarias en caso de desastres, incluidos los relacionados a cambio climático.

Esta resolución pide a los países que aumenten sus esfuerzos en la preparación y gestión ante desastres mediante evaluaciones de riesgos, inversiones en sistemas de salud resilientes y coordinación entre los departamentos gubernamentales, los sectores social e industrial y las comunidades así como la colaboración fronteriza.

De hecho, los países deberán garantizar que estos esfuerzos estarán basados en enfoques de reducción de riesgos, mitigación de riesgos y desarrollo de la resiliencia de los sistemas sanitarios, esto último encaminado hacia una Cobertura Sanitaria Universal, y se orienten hacia la atención primaria de salud, “permitiendo la prestación sostenida de servicios sanitarios esenciales durante y después de los desastres”.

Precisamente, la gestión de riesgo forma parte de las acciones de adaptación al cambio climático y en este punto es donde clima y salud hacen intersección. La transición energética relacionada a la resiliencia es otro punto de cruce.

La resolución pide elaborar y aplicar políticas y programas que den prioridad a las inversiones orientadas a mejorar la seguridad, la accesibilidad y la resiliencia de las instalaciones sanitarias, “en particular garantizando que estén situadas de forma segura, construidas adecuadamente y puedan seguir funcionando durante las emergencias y después de ellas, reducir al mínimo las interrupciones de la prestación de servicios sanitarios esenciales y proteger la vida de los pacientes, el personal sanitario y asistencial y la comunidad”.

Centros de salud que sean capaces de producir su propia electricidad a partir de fuentes renovables y limpias estarán en mejores condiciones de operar cuando la red de distribución eléctrica y los caminos se vean afectados por los desastres.

Asimismo, y relacionado en parte al tema de desastres, la Asamblea Mundial de la Salud aprobó una resolución para reforzar la salud mental y el apoyo psicosocial en todas las fases de las emergencias.

Promovida por 24 países –entre ellos: Chile, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, México y Perú-, la nueva resolución reclama servicios de salud mental integrados, de calidad y accesibles a todas las personas, particularmente a aquellas que se encuentren en zonas de riesgo.

Asimismo, se insta a los países a aplicar el Plan de Acción Integral de Salud Mental 2013-2030 de la OMS, incorporando la salud mental y el apoyo psicosocial a las actividades de preparación, respuesta y recuperación en situaciones de emergencia.

La resolución además subraya la necesidad de inversiones a largo plazo en servicios comunitarios y coordinación intersectorial para mejorar el acceso a la atención. También destaca las necesidades de salud mental de los trabajadores humanitarios, a menudo expuestos a graves tensiones.

También encomienda a la OMS que preste apoyo técnico, facilite la coordinación interinstitucional, mejore la capacitación y garantice la integración de la salud mental y el apoyo psicosocial en los marcos de preparación y respuesta ante emergencias.

Por último, entre 2025 y 2031, se dará seguimiento a esta resolución mediante informes anuales a la Asamblea Mundial de la Salud, lo que se espera garantice la rendición de cuentas.

¿Para qué sirven las resoluciones?

Las resoluciones son uno de los principales instrumentos de los que disponen los países miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para orientar las acciones de esta y así abordar los retos sanitarios emergentes o persistentes, fijar objetivos o solicitar la elaboración de orientaciones técnicas.

Dependiendo del actor, así son sus repercusiones. En el caso de los gobiernos, las resoluciones proporcionan un marco de compromisos jurídicamente no vinculantes para ayudarlos a alinear sus políticas y programas a nivel nacional con el contexto internacional, esto ayuda a estar en "la misma página" en cuanto a la priorización, lo que a su vez permite fomentar la cooperación y la inversión.

Las resoluciones también pueden centrar más la atención en determinados temas y proporcionar herramientas útiles para que las autoridades nacionales fomenten medidas más ambiciosas o rápidas, mediante cambios en las leyes, las políticas y los presupuestos.

En el caso de la OMS, las resoluciones configuran el mandato de la organización y orientan sus prioridades.

En cuanto a otras organizaciones internacionales, las resoluciones constituyen un punto de referencia para quienes deseen colaborar con la OMS en temas específicos. También pueden catalizar nuevas colaboraciones entre organismos para así ampliar la acción.

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