Resistente, ligero y económico. Esas características hicieron que el plástico extendiera su uso después de la II Guerra Mundial y se convirtiera en el material por excelencia de la vida moderna.

Sin embargo, su ritmo de producción siempre fue más rápido que la capacidad de los territorios para gestionar los residuos y reciclar los materiales, lo que desembocó en un problema de contaminación tan extendido que se han detectado plásticos en las nubes, las fosas oceánicas e incluso en el cuerpo humano. Y, al producirse a partir de derivados del petróleo (y también del carbón), el plástico es responsable del 5,3% de las emisiones mundiales de carbono.

Es por ello que, en 2022, la Asamblea de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente (UNEA, por sus siglas en inglés) adoptó la resolución 5/14 que dio inicio a las negociaciones para acordar un Tratado Mundial sobre los Plásticos, el cual debía quedar listo este 1 de diciembre al concluir la quinta ronda de negociaciones (INC-5) en la ciudad de Busan (Corea del Sur).

No obstante, y tras una semana de reuniones, la INC-5 finalizó sin acordar un tratado en medio de posiciones encontradas por parte de los países, aunque sí con la promesa de continuar negociando tomando como base el texto propuesto por la presidencia y con miras a reunirse nuevamente en 2025.

Pieza de la campaña Cap Plastic Now en el periódico Financial Times de Corea, país sede de la INC-5. (Foto: IISD/ENB - Kiara Worth)

Negociaciones polarizadas

Unos días antes de la INC-5, investigadores de la Universidad de California Berkeley y la Universidad de California Santa Bárbara publicaron un estudio sobre cuatro políticas que permitirían eliminar más del 90% de los residuos plásticos y evitar el 30% de las emisiones de carbono asociadas a este material al año 2050.

El estudio, publicado en la revista Science, menciona que una de las políticas es obligar a que los nuevos productos se hagan con un 40% de plástico reciclado postconsumo. La segunda política es reducir la producción de nuevos plásticos a los niveles de 2020; mientras que la tercera es invertir sustancialmente en la gestión de residuos. La cuarta, y última política, consiste en imponer una pequeña tasa sobre los empaques plásticos.

Este paquete de políticas también aportaría beneficios a nivel climático, ya que se reducirían las emisiones de carbono asociadas al material en un 30%, lo que vendría a ser lo mismo que retirar 300 millones de vehículos a gasolina de las calles en un año.

En cambio, si las cosas siguen el curso actual, las emisiones relacionadas con el plástico crecerán un 37% por sobre los niveles de 2020 hasta alcanzar 3,35 gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente en 2050 (esto es igual a casi 9.000 plantas de gas natural operando durante un año o la energía usada por más de 436 millones de hogares en un año).

“Estas cuatro políticas no son en absoluto la panacea para resolver el enorme problema de la contaminación por plásticos”, declaró Neil Nathan, uno de los autores, a AFP. “Pero si se aplican de manera simultánea, reducirían la cantidad de residuos plásticos mal gestionados en un 91% cada año, hasta 11 millones de toneladas en 2050, frente a los 121 millones de toneladas que se producirían en la misma fecha si no se hiciera nada”.

De hecho, si no se toman acciones, los investigadores calcularon que el consumo anual de plástico aumentará también un 37% entre 2020 y 2050, mientras que la contaminación plástica será casi el doble durante ese mismo período.

“Espero sinceramente que todos los Estados miembros se unan en solidaridad -con un sentido de responsabilidad por las generaciones futuras- para abrir un nuevo capítulo histórico finalizando un tratado sobre la contaminación por plásticos”, dijo el mandatario coreano Yoon Suk Yeol al iniciarse la INC-5, el pasado 25 de noviembre.

El embajador ecuatoriano Luis Vayas Valdivieso, quien funge como presidente de las rondas de negociación, mostró el mismo espíritu: “Aprovechemos cada herramienta del multilateralismo, cada gramo de creatividad y cada momento de diálogo para superar nuestras diferencias y elaborar un tratado tan ambicioso como lo permita nuestra voluntad colectiva”.

Plenaria de cierre de la INC-5 en Busan, Corea del Sur. (Foto: IISD/ENB - Kiara Worth).

Una semana más tarde, las declaraciones de Vayas evidenciaban el difícil ambiente que se vivió en las salas de negociación:

“Varias cuestiones críticas aún nos impiden lograr un acuerdo general. Estas cuestiones no resueltas continúan siendo espinosas y hará falta más tiempo para resolverlas de forma eficaz”.

Se pretende que el tratado sobre los plásticos sea un instrumento internacional jurídicamente vinculante. Por ello, y como viene siendo usual en los procesos de Naciones Unidas, el acuerdo debería darse por consenso, es decir, todos los países deben de estar de acuerdo.

En este caso, el proceso de negociación evidenció la existencia de dos grupos cuyos intereses, al final, no pudieron conciliarse. Uno de ellos, integrado por una mayoría, aboga por un acuerdo que contemple todo el ciclo de vida del material y, por tanto, limite la producción de nuevos plásticos, prohíba ciertos químicos que son dañinos para la salud ambiental y humana, y también acabe con los plásticos de un solo uso. De hecho, 85 países –entre ellos, Costa Rica- apoyan la declaración Stand up for Ambition.

“Estamos aquí porque se han encontrado microplásticos en las placentas de mujeres sanas. Estamos criando una generación que literalmente empieza su vida contaminada, antes de su primer aliento”, dijo Juan Carlos Monterrey Gómez, representante de Panamá, en un aplaudido discurso, en el que también acusó a los negociadores de “pasar de puntillas por la verdad, al dejar de lado la ambición e ignorar la urgencia que exige actuar”.

El segundo grupo, más pequeño, está compuesto por países productores de petróleo, entre ellos, Rusia, Arabia Saudita e Irán, los cuales son productores de materias primas dirigidas a la producción de plásticos. Su postura es que el texto del tratado solo debe contemplar el reciclaje y la gestión de residuos.

“Nuestra presencia aquí refleja un compromiso sincero en combatir la contaminación por plástico”, se defendió el representante de Kuwait en nombre del grupo de países opuestos a un acuerdo que contemple reducir la producción de plástico.

“Pero debemos expresar nuestra preocupación por la forma en la que se ha llevado a cabo esta negociación”, agregó durante la plenaria. Asimismo, el diplomático consideró que los delegados se habían excedido al pedir que se redujera la producción. “El objeto de este tratado es acabar con la contaminación por plástico, no con el plástico en sí”, enfatizó. “No hemos oído ninguna propuesta sobre qué podría sustituir al plástico”.

En declaraciones dadas a AFP, un diplomático europeo comentó que este grupo de países petroleros recurrió a la táctica del “abuso del poder de veto” para obstruir las negociaciones. Y, en conferencia de prensa, una decena de países manifestaron su descontento por ello.

“Estamos preocupados por la obstrucción continua de determinados países productores de petróleo”, declaró la ministra francesa de Energía, Olga Givernet.

No fue la única. Horas más tarde, durante la plenaria, también lo haría la jefa de la delegación ruandesa, Juliet Kabera: “Expresamos nuestra viva preocupación por los llamados incesantes de un pequeño grupo de países a eliminar del texto unas disposiciones vinculantes esenciales para que el tratado sea eficaz”.

“Somos sinceros, somos honestos y estamos dispuestos a cooperar”, dijo el representante iraní Masud Rezvanian Rahaqi. “Pero no queremos ser culpados de bloquear las negociaciones con tácticas sucias”.

Los otros dos grandes productores de plástico, Estados Unidos y China, se mantuvieron al margen. Tampoco participaron en la conferencia de prensa donde se urgió por una mayor ambición.

La inmensa mayoría de delegados aquí quieren un tratado ambicioso”, dijo Monterrey. “Si no hay reducción de producción, no hay tratado. No podemos dejar que unas pocas voces muy ruidosas echen por tierra el proceso”, añadió.

Cuatro activistas de Greenpeace Internacional impiden que un petrolero, anclado en Seosan (Corea del Sur), cargue productos petroquímicos destinados a la producción de plástico. (Foto: Greenpeace Internacional).

El lobby petrolero

Mientras se desarrollaban las negociaciones, activistas de Greenpeace abordaron el sábado un buque frente a la costa coreana. Su objetivo: llamar la atención sobre la necesidad de lograr un tratado para frenar la contaminación por plásticos.

Haber abordado precisamente un buque petroquímico no pareciera ser una casualidad. Buena Alba (nombre de la embarcación) se encontraba anclado frente al complejo Hanwha TotalEnergies, en la ciudad de Seosan, para recoger propileno, un material usado para fabricar plásticos.

La intención de los activistas era “quedarse para continuar poniendo presión a los negociadores para que resistan frente a la interferencia de la industria del petróleo y los petroquímicos en la negociación”, comentó un portavoz de la organización a AFP.

La presencia de grupos de presión de la industria fósil viene en aumento en las rondas de negociación del tratado de plásticos. Aunque no se cuenta con el dato más reciente para INC-5, el Centro de Derecho Ambiental Internacional (CIEL) alertó sobre un aumento de lobistas de la industria química y los combustibles fósiles entre INC-3 e INC-4.

En total se acreditaron 196 lobistas a INC-4, eso representó un aumento del 37% con respecto a los 143 lobistas inscritos en el INC-3. En Ottawa, ciudad donde se desarrolló INC-4, el número de grupos de presión superó al de delegados de la Unión Europea y al de las delegaciones de los 87 países más pequeños juntos.

Aunque las compañías no están autorizadas a acreditarse como negociadores, los lobistas pueden participar como profesionales asociados o representantes dentro de delegaciones nacionales. De hecho, 16 de estos lobistas se acreditaron como parte de delegaciones de nueve países durante INC-4.

¿Por qué buscan participar en estas negociaciones? Los plásticos se derivan principalmente de productos petroquímicos. De hecho, el plástico representa el 12% de la demanda mundial de petróleo y el 8,5% de la de gas.

“El 99% de los plásticos proceden de combustibles fósiles. A medida que avanza la transición energética y disminuye la demanda de combustibles fósiles en los sectores de la energía y el transporte, las industrias químicas y petroleras ven en los productos petroquímicos, incluidos los plásticos, su tabla de salvación para mantener su modelo de negocio”, destaca CIEL.

Se prevé que la producción petroquímica y plástica sea uno de los mayores motores del crecimiento de la demanda de petróleo hasta 2050.

Limitar la producción de plástico amenaza estos ingresos, razón por la cual el sector del petróleo y el gas así como los países productores de plástico suelen resistirse a compromisos firmes en un tratado que limitaría o reduciría la fabricación de plástico. Cabe señalar aquí que no todos los países productores de petróleo y gas están en contra de un instrumento jurídicamente vinculante fuerte, pero sí lo están todos los grandes países productores de plástico”, señala el Centro de Ciencia y Medio Ambiente (CSE) de la India en el reporte titulado: Negociaciones sobre el Tratado Mundial del Plástico.

Para la Alianza Global para Alternativas a la Incineración (GAIA), el que se contemple el ciclo de vida del plástico en el tratado, dado a que se regularía desde la producción del material hasta su eliminación, representa una amenaza para esta industria porque se estarían regulando los petroquímicos de donde salen los polímeros.

Esta es la razón, según GAIA, por la que los petroestados argumentan que la contaminación por plásticos comienza sólo en la fase de desecho.

“El plástico no se convierte en contaminación, el plástico es contaminación desde el momento de la extracción de los combustibles fósiles”, señala esta organización.

Durante décadas, las industrias y los gobiernos que obtienen beneficios del aumento de la producción de plástico han utilizado la gestión de residuos como estrategia para distraer a los responsables políticos y a la opinión pública de la necesidad de reducir el plástico en su origen. El proceso del tratado sobre el plástico no puede ser otro ejemplo de este ciclo devastador. Por mucho dinero y tiempo que dedique la comunidad internacional a la limpieza, la mejora del reciclado, la gestión de residuos y otras medidas, cuanto más plástico se produzca, más difícil será que estas medidas de control de daños sigan el ritmo”, manifiesta GAIA.

Por lo pronto, los delegados abandonan Busan sin saber la fecha y la ciudad donde continuarán las reuniones. La INC-5 finalizó diciendo que las negociaciones se reanudarán en 2025.

Recicladores abogan por reconocimiento laboral

Se calcula que entre 20 y 34 millones de personas trabajan como recicladores en todo el mundo, desempeñando un papel crucial en la recuperación de material reciclable. Actualmente sólo se recicla 9% del plástico a nivel global y más de la mitad es gracias a los recicladores.

Si bien, en 2022, una resolución de Naciones Unidas reconoció la “importante contribución” de estas personas, estos trabajadores anhelan ser mencionados en el tratado sobre plásticos, ya que esto allanaría el camino para el reconocimiento legal de su oficio en las legislaciones nacionales.

Los trabajadores reclaman, entre otras cosas, una mejor cobertura de salud, lo cual es prioritario en una labor donde se está expuesto a menudo a sustancias tóxicas.

“No contamos con el apoyo de los gobiernos”, se quejó Johnson Doe, ghanés de 39 años y reciclador desde los 16 años. “Si un tratado menciona a los recicladores, entonces tendremos una existencia legal”, agregó.

Su inquietud, así como la de otras 460.000 personas, fue llevada a la INC-5 por la Alianza Internacional de Recicladores.

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