Franz Tattenbach, ministro costarricense de Ambiente y Energía, ha estado ligado a las conferencias sobre cambio climático desde la COP2, realizada en Ginebra (Suiza) en 1996.

Hoy, en la COP29, que tiene lugar en Bakú (Azerbaiyán), no sólo funge como jefe de la delegación de Costa Rica sino que, a pedido de Mukhtar Babayev quien es el presidente de la conferencia, también lo hace como co-facilitador del tema de adaptación junto al ministro irlandés Eamon Ryan.

Y la tarea encomendada a ambos no es menor. El Acuerdo de París estableció una Meta Global de Adaptación para que los países puedan “mejorar la capacidad de adaptación, fortalecer la resiliencia y reducir la vulnerabilidad al cambio climático, con miras a contribuir al desarrollo sostenible y garantizar una respuesta de adaptación adecuada en el contexto del objetivo de temperatura” (Artículo 7.1).

En la COP28, los países acordaron objetivos temáticos y otros relacionados a implementación. En esta COP29, se debe trabajar en los indicadores que permitirán medir los avances y estos deben quedar listos en 2025.

En nombre de Babayev, Tattenbach y Ryan dirigen las consultas bilaterales y multilaterales para avanzar con el Programa de Trabajo Emiratos Árabes Unidos-Belém, que es el espacio donde se trabajan estos indicadores.

¿Por qué es tan importante contar con indicadores sólidos? La calidad de los indicadores está relacionada al financiamiento y los recursos dirigidos a la adaptación, para que estos se inviertan en acciones que aumenten la resiliencia, eviten el ‘maquillaje verde’ y para que los fondos lleguen a quienes están en primera línea, incluidos los agricultores, los pueblos indígenas y las comunidades locales.

Y esto, en un planeta cada vez más caliente y azotado por los impactos del cambio climático, implica sobrevivencia, principalmente la de los territorios más vulnerables, donde se ubica Centroamérica y, por ende, Costa Rica

“Hay un impacto que vamos a enfrentar y es el 1,5°C de calentamiento global. Hoy estamos en 1,2°C”, dijo Tattenbach desde Bakú, a través de un comunicado. “Por eso es tan importante insistir en contar con mecanismos financieros de adaptación y de pérdidas y daños”, agregó.

¿Cuánto dinero se necesita?

Actualmente, y según el Informe sobre la brecha de adaptación 2024, el déficit de financiación para la adaptación se calcula entre $187.000 y $359.000 millones anuales. En pérdidas y daños, se necesitarán $395.000 millones al 2025, pero los países desarrollados solo han comprometido poco más de $700 millones.

En esta COP29, el tema principal es el financiamiento. De hecho, los países deben ponerse de acuerdo en el Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG, por sus siglas en inglés), el cual reflejará el compromiso de movilización de recursos que harán los países desarrollados –responsables históricos de la crisis climática- a las naciones en desarrollo –menos responsables pero más afectadas- para que puedan mitigar y adaptarse al cambio climático.

En cuanto a la cifra, un informe del Grupo Independiente de Expertos de Alto Nivel sobre Financiación Climática calculó que deberá ser $1 billón al año para 2030 y deberá aumentarse a $1,3 billones en 2035.

Lamentablemente, en el texto de negociación más reciente se propone una cifra de $250.000 millones anuales. La cantidad propuesta es más de dos veces superior al compromiso actual de $100.000 millones para el periodo 2020-2025, pero representa apenas el 25% de las necesidades de financiamiento de los países en desarrollo.

“Los $250.000 millones ofrecidos por los países desarrollados es un escupitajo a la cara para naciones vulnerables como la mía”, reaccionó Juan Carlos Monterrey Gómez, negociador panameño, en la red X.

“La propuesta es totalmente inaceptable”, declaró el negociador keniano, Ali Mohamed, presidente del grupo africano. “No se puede esperar que aceptemos un texto que muestra tal desprecio hacia nuestro pueblo vulnerable”, se lee en un comunicado de la Alianza de Pequeños Estados Insulares (AOSIS, por sus siglas en inglés).

Los países del G77+China habían exigido al menos $500.000 millones anuales para 2030.

Urgencia

“No es solo una necesidad medioambiental, sino también económica”, señalan los autores del informe sobre financiación climática.

Costa Rica ofrece un ejemplo sobre este punto. Durante su intervención, en un evento paralelo organizado por el Fondo Monetario Internacional (FMI), Tattenbach manifestó que los costos asociados al cambio climático sobre el Producto Interno Bruto (PIB) de Costa Rica, podrían superar el 3% del PIB al finalizar esta década.

De allí, “la importancia de fortalecer tanto la inversión pública como privada para garantizar un desarrollo económico sostenible y resiliente”.

En este sentido, los Bancos Multilaterales de Desarrollo (MDBs, por sus siglas en inglés) facilitan el flujo de capital hacia proyectos que promuevan la resiliencia climática. En el caso de Costa Rica, estos fondos han permitido reparar puentes, carreteras, escuelas y ayudar a los agricultores.

Pero, todos estos esfuerzos deben responder a planes de adaptación suscritos dentro de las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés), cuyas actualizaciones se deberán presentar en 2025, donde los esfuerzos de adaptación se comuniquen con las acciones de mitigación.

Por ejemplo, y según Tattenbach, “la transición hacia una matriz energética renovable ha habilitado un ambiente atractivo para la inversión en adaptación, lo cual ha fortalecido la resiliencia del país para enfrentar el cambio climático”.

Y una herramienta que es clave para la adaptación son los Planes de Ordenamiento Territorial Sostenible, también conocidos como Planes Reguladores. Sus pautas orientan “en la consecución de un desarrollo ordenado y responsable del territorio, así como para garantizar que las comunidades se adapten de manera efectiva a los efectos del cambio climático”.

A pesar del ambiente álgido en que se encuentran las negociaciones en Bakú, Tattenbach tuvo un mensaje para su contrapartes en otros países: “Por eso debemos dar pasos positivos en esta COP para adaptación, como parar la deforestación y seguir disminuyendo el uso de combustibles fósiles, porque si no le va a salir muy caro pagar por las pérdidas y daños”.

Costa Rica se adhiere a declaración sobre acción climática en turismo

Adoptada en la COP29, Costa Rica se sumó a los firmantes de la Declaración de Bakú sobre la Intensificación de la Acción Climática en el Turismo, la cual busca integrar al sector turismo en la agenda climática global.

En este sentido, los países firmantes se comprometen a reducir las emisiones y promover prácticas sostenibles en este sector, que es responsable del 8% de las emisiones globales.

Para el caso de Costa Rica, y según el ministro Franz Tattenbach, se debe acelerar la implementación de los Planes Nacionales de Adaptación (NAPS) en el sector turístico, con el objetivo de fortalecer la resiliencia ante los impactos del cambio climático.

Asimismo, Tattenbach destacó la importancia de la descarbonización de la industria turística y promovió la adopción de iniciativas verdes que contribuyan a la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad.

Esta es la primera conferencia en que los ministros de ambiente y turismo conversan sobre cambio climático.

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