La degradación de la naturaleza; la escasez de recursos naturales y la competencia por los mismos; el rápido desarrollo de tecnologías como la inteligencia artificial (IA); una nueva era de conflictos; desplazamientos forzados masivos en todo el mundo; desigualdades persistentes y crecientes; desinformación, pérdida de confianza en las instituciones y polarización; así como policentrismo y difusión de la gobernanza.

En total, los expertos del Consejo Científico Internacional (ISC, por sus siglas en inglés) identificaron ocho transformaciones críticas que podrían dar lugar a perturbaciones que afectan la salud planetaria, el bienestar humano y el funcionamiento mismo de las sociedades. De hecho, a estas transformaciones las acompañan 18 “señales de cambio” que ya están propiciando múltiples crisis que “se amplifican, aceleran y sincronizan, con enormes consecuencias”.

A esta conclusión llegó el nuevo informe del ISC y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), titulado: Navegar hacia nuevos horizontes. Si bien el documento realiza advertencias, también ofrece herramientas prospectivas que permiten trascender el cortoplacismo y ayudan a los países a identificar tanto oportunidades como riesgos futuros.

“A medida que se intensifican los impactos de las múltiples crisis, ahora es el momento de adelantarnos a los acontecimientos y protegernos de los nuevos retos”, declaró Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA. “El rápido ritmo de cambio, la incertidumbre y los avances tecnológicos a los que asistimos, con las turbulencias geopolíticas como telón de fondo, hacen que cualquier país pueda verse desviado de su rumbo con mayor facilidad y frecuencia”.

En este sentido, los autores recomiendan “adoptar un nuevo contrato social en el que participen diversas partes interesadas, incluidos los pueblos indígenas; dar más voz a los jóvenes; y replantearse las medidas de progreso para ir más allá del Producto Interno Bruto (PIB)”.

Otra recomendación es que los gobiernos cuenten con objetivos e indicadores a más corto plazo que les permitan ser más ágiles en la gobernanza. Introducir herramientas y acciones para reconfigurar los sistemas financieros podría redirigir flujos de capital que, a su vez, podrían ayudar a reducir las desigualdades, erradicar la pobreza extrema y hacer frente a las crisis medioambientales.

“Apoyar una gobernanza ágil y adaptable requeriría un mejor seguimiento y evaluación de las intervenciones. Esto incluye integrar y mejorar el seguimiento del cambio medioambiental y hacer más accesibles los datos y los conocimientos”, se lee en el reporte.

Advertencias

La relación de la humanidad con el medio ambiente se considera como una transformación clave y el cambio climático es ejemplo de ello. La temperatura global sigue incrementándose con proyecciones de 2,1 °C y 3,9 °C para 2100, esto por encima de los niveles pre industriales.

Una “señal de cambio” vinculada a este calentamiento es que microbios antiguos que yacen en el permafrost ártico podrían emerger ante el descongelamiento. “Los investigadores han calculado que cada año podrían liberarse de la criosfera microorganismos antiguos, algunos de los cuales podrían ser patógenos, como consecuencia del cambio climático, con consecuencias para la salud medioambiental, animal y humana. Este fenómeno ya provocó un brote de ántrax en Siberia, que mató a miles de renos y afectó a decenas de personas”, se detalla en el informe.

Otra “señal de cambio” son las nuevas enfermedades zoonóticas emergentes que vienen de la mano del cambio climático y la pérdida de biodiversidad, los cuales dan lugar a “cambios en las áreas de distribución de las especies que conducen a nuevas interacciones entre especies que antes no existían, lo que aumenta los contagios zoonóticos y, en última instancia, desencadena otra pandemia”.

Los cambios en el uso del suelo, la deforestación y la destrucción del hábitat, así como las prácticas agrícolas insostenibles, no sólo liberan grandes cantidades de carbono a la atmósfera y propician la pérdida de biodiversidad sino que aumentan el riesgo de aparición y propagación de enfermedades zoonóticas. “Estudios recientes indican que si continúa el aumento de los episodios de propagación, estimado entre un 5% y un 8% anual, es probable que los tipos más comunes de estos patógenos provoquen 12 veces más muertes en 2050 en comparación con 2020”, cita el informe.

A pesar de estos riesgos, los motores de la degradación ambiental continúan e incluso se exacerban: actualmente está aumentando la extracción de materiales, el uso y la producción de combustibles fósiles, los plásticos y el consumo de agua.

A esto se suma que, por intentar solucionar una crisis, se contribuye a la agudización de otra. Este es el caso de la extracción de materiales críticos (tierras raras, minerales y metales) para impulsar la transición energética y la transformación digital, ya que ambas requieren de estos materiales para la elaboración de componentes electrónicos destinados a vehículos eléctricos, baterías y centros de datos para la IA.

“Se prevé que la demanda de elementos críticos de tierras raras, minerales y metales para impulsar la transición a la neutralidad se multiplique por cuatro de aquí a 2040, con lo que aumentarán las peticiones de extracción en aguas profundas e incluso en el espacio. Esto plantea amenazas potenciales para la naturaleza y la biodiversidad, podría aumentar la contaminación y los residuos y desencadenar más conflictos”, señalan los autores.

Además, este extraccionismo muchas veces va en detrimento de los territorios y las comunidades locales, como sucede en el Triángulo del Litio compuesto por Argentina, Bolivia y Chile, lo cual también tensa las relaciones entre el Norte y Sur Global.

Según el informe, otras “señales de cambio” relacionadas al cambio climático o a la discusión relacionada a este tema son: futuro no asegurable debido a los crecientes desastres, el aumento de las subvenciones a los combustibles fósiles, decisiones cada vez más alejadas de la evidencia científica, aumento de los riesgos de corrupción en la compensación de emisiones y la eco-ansiedad como una crisis emergente.

Afrontar la triple crisis

La preocupación por la triple crisis planetaria llevó a la adopción de 15 resoluciones en la pasada reunión de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA, por sus siglas en inglés), celebrada en marzo. La UNEA es el máximo órgano decisorio en materia ambiental; está constituida por 193 Estados, todos miembros de Naciones Unidas.

Las resoluciones abordan temas como gestión sostenible de minerales y metales; gestión racional de productos químicos y sus residuos, gestión integrada de los recursos hídricos en el sector doméstico, la agricultura y la industria para hacer frente al estrés hídrico; estilos de vida sostenibles; rehabilitación de tierras y aguas degradadas, e incluso asistencia y recuperación medioambiental en zonas afectadas por conflictos armados.

De hecho, la mayoría de estos temas están incluidos como “señales de cambio” en el informe del PNUMA e ISC. 

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